Versos en los mapas de las ciudades, poesía en la escala de las estrellas
Cuenta Vicente Luis Mora que comenzó a idear su último libro, Circular 22 (Galaxia Gutenberg) en un viaje a Madrid, pensando cómo sería “escribir una ciudad calle a calle”. Así que se compró un mapa y comenzó un viaje. Era el año 1997.
Cuatro años después, un astrónomo aficionado estadounidense, John E. Bortle propuso al mundo una escala para cuantificar la oscuridad del cielo nocturno. Y una poeta malagueña leyó su historia en un periódico. De aquella lectura surgió La escala de Bortle (Bartleby), el segundo poemario de Virginia Aguilar.
Ambos vincularon su poesía a los mapas, los de las calles y los de las estrellas, y ambos han coincidido este martes en la rueda de prensa diaria del festival Cosmopoética, que se celebra en Córdoba hasta el próximo sábado.
La poesía marca el tono
Mora ha recordado aquellos días en los que este festival comenzaba a andar. Hoy, a su juicio, “ha demostrado ser el más solido y el más valorado” de todos los proyectos surgidos en la búsqueda de aquel título de capitalidad europea. “Es un festival con pocos parangones y los similares haya que buscarlos en el extranjero”, ha señalado el escritor, que reconocía que “la poesía marca el tono” de todo lo que hace.
“Tengo la impresión de que en mi narrativa hay bastantes momentos que son poemáticos o atravesados por una mirada lírica”, reflexionaba Mora, poniendo como ejemplo su última obra, Circular 22, en la que los géneros se abrazan y se separan constantemente, buscando ofrecer “una mirada caleidoscópica” que ha ido evolucionando durante los últimos 25 años, los que ha tardado en cerrar este capítulo de su vida.
Fruto de diversas mudanzas (de Córdoba a Madrid, de Madrid a Estados Unidos, de Estados Unidos a Marruecos, de Marruecos a Suecia), el último libro del laureado escritor cordobés “se ensancha territorialmente” porque también lo hace su experiencia personal. Su mirada va cambiando a medida que pasan las hojas. A veces, trazando un dibujo de una ciudad, a veces, viajando a “mundos imaginarios”, a veces, recordando.
Inspirado en obras como la Crónicas de motel, de Sam Shepard o Atlas de William Goldman, Circular 22 es, según su autor, “una locura personal”. También una pieza más de un puzzle literario que no está concebido para encajar con facilitad. “No me gusta repetirme. Cada libro o cada novela son muy diferentes entre sí”, ha resumido el escritor cordobés.
La ciencia y la poesía
Y, si el primer impulso de Mora fue una ciencia social como la geografía, el primer estímulo de Virginia Aguilar fue la astronomía. “No creo que la ciencia esté tan lejos de la poesía. De hecho, muchos fenómenos científicos han de ser explicados a través de metáforas”, reflexionaba la autora malagueña, que con su primer libro, Seguir un buzón ganó el Premio Andalucía Joven.
Abogada de profesión, urbanista por formación, poeta por convicción, Aguilar también bucea en lo cotidiano como base para escribir. Y lo cotidiano no siempre tiene que ser lo que gusta a todo el mundo. “La ciencia puede ser cotidiana. Si te gusta el espacio, una misión de la NASA puede es ser cotidiana”, explica la poeta, que reconoce que, a pesar de su falta de formación científica, siempre ha sentido curiosidad por este tipo de fenómenos.
Así, Aguilar acababa citando al artista James Turrell (“Cuando uno observa fenómenos tan lejanos, se observa a sí mismo”) e invitando a los periodistas y al propio Mora a visitar el Valle de Los Pedroches para ver la noche estrellada desde la Reserva Starlight.
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