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Seis años de Ucopoética: dinamita dentro de la piedra

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Marta Jiménez

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“Nunca ha habido tantos poetas jóvenes ni tan buenos”. La sentencia es de Javier Fernández, poeta, editor y responsable de los talleres de Ucopoética desde hace seis años, un proyecto de la Dirección de Cultura de la Universidad de Córdoba desde 2013. Presentado en sus orígenes por el técnico de la universidad Fernando Gómez Luna, consta de una serie de talleres que han sido impartidos desde el principio por Javier Fernández. “En realidad, no hemos inventado nada, ni los talleres ni la poesía joven. Solo le hemos dado otro enfoque y la UCO ha apostado por ello”, añade el poeta y editor.

Se trata de un certamen con carácter andaluz al que puede presentarse cada año cualquier alumno matriculado en ese curso en alguna de las licenciaturas, ingenierías, grados y posgrados que se imparten en las universidades públicas de Andalucía. De entre todos los que se presentan -que cada vez son más y con tantas mujeres poetas que en una edición las finalistas fueron todas chicas- se escoge a cinco finalistas que con su proyecto se sumergen en un intenso taller impartido por Javier Fernández que a la mayoría le ha cambiado la vida. O al menos su voz poética.

De ese taller salen sus poemarios transformados y un jurado escoge al ganador quien tiene la posibilidad de recitar en Cosmopoética. Asimismo, cada año Bandaàparte edita un libro con los poemas de los finalistas, y se han hecho también diversas lecturas y plaquettes. No en vano una de ellas se tituló Familia.

Alba Moon y Estefanía Cabello

Este camino andado por Ucopoética en algo más de un lustro está dejando una estela de éxitos: Dos premios Hiperión, uno de los más prestigioso de poesía joven en España, para dos de sus participantes -Angelo Nestore y Jorge Villalobos- y la elocuencia de que 9 de los 25 poetas de la última antología andaluza de poesía joven Algo se ha movido, han salido de Ucopoética. Aparte de diez premios más para otros tantos participantes y una veintena de libros publicados por los poetas que han pasado por esta fábrica de versos y de látigo.

Porque tirarse a la piscina del taller en el que enseña Javier Fernández no significa nadar en las aguas mansas de las palabras, sino bucear en las entrañas propias hasta apurar la última gota de oxígeno. “Aquí se critica duramente los textos de cada uno. Los considero poetas y los trato como tales”, explica Fernández sobre su método en el que hay sangre, sudor y lágrimas para que sea “un shock”. Para las poetas y filólogas Alba Moon, de la quinta edición, y Estefanía Cabello, de la tercera, lo peor era “cuando Javier rompía un poema delante de todos”, algo que “afortunadamente” no le ocurrió a ninguna de las dos. “No quiero darles lo que yo pienso de la poesía sino que enfoquen a sus intereses y objetivos en la poesía”, apostilla el profesor.

Para la cordobesa Alba Moon este taller ha sido “decisivo” en su caso. La poeta, que acaba de finalizar un master de educación y ya ha pasado una vez por las oposiciones, confiesa que fue poeta “por casualidad” a raíz de un viaje. Para ella ha habido un antes y un después en sus versos tras su paso por Ucopoética. “Antes escribía a tientas y aquí encontré mi voz. Aprendí a modular y enfocar las imágenes”, dice Moon a quien le gustaría “llegar lejos”, esto es, “que en el futuro deje huella en la gente y que cuando yo no esté alguien lea mis poemas”.

Estefanía Cabello (La Carlota, Córdoba) acaba de recoger el premio Vàlencia Nova por su poemario La teoría de los autómatas (Hiperión) en el que se ha valorado “la frescura literaria que explora en la innovación y bebe en las culturas de la disidencia”. Su amor por la poesía surgió en México, donde se fue a estudiar. Más tarde el taller de Ucopoética “fue como entrar en el diván del psicólogo”, bromea, aunque añade: “me pulió y me lanzó al vacío. Me hizo reflexionar sobre por qué escribo lo que escribo, para qué y qué persigo con ello”.

Buen ejemplo de la intensidad emocional y de los fuertes lazos que se crean entre los poetas de cada edición es uno de los primeros ejercicios a los que se enfrentan. Escribir un poema sobre algo negativo que haya golpeado la vida de la persona que tienen al lado. Alguien a quien no conocen de nada, que se abre a su compañero de taller, quien tiene que componer un poema en diez minutos con sentimientos que no son suyos.

Jorge Villalobos

El malagueño Jorge Villalobos, estudiante de Derecho, asegura que nunca olvidará una frase que le dijo Javier Fernández antes de corregir sus poemas en el taller: “podemos pulir un poco lo que has enviado, con lo que no vas a conseguir nada, o podemos poner dinamita dentro de la piedra y que explote todo tu potencial”. Y eso hizo. Pasó del endecasílabo a la prosa, escribió sobre la enfermedad propia y sobre la de sus padres y abuelo. Y ganó el último premio Hiperión con El desgarro. “Un premio que jamás hubiera conseguido sin Ucopoética y sin Javier Fernández”, confiesa por teléfono desde Portugal.

Compañero de taller de Alba Moon en la tercera edición del certamen, el caso de Jorge es el de “una auténtica transformación” para Fernández. “Venía con poemas muy clásicos, muy rimados. Le pregunté por sus objetivos, la voz que quería tener por su edad, sus experiencias, su contenido propio y de ahí surgió El desgarro que es un giro de 180 grados a lo que hacía”.

Estefanía y Alba confiesan que en los talleres se aprende mucho de los compañeros, de su diversidad de voces y de la forma de tratar los temas. En el caso de Jorge Villalobos, Alba Moon destaca que aprendió mucho a cómo expresarse “a plasmar los mismos temas desde perspectivas diferentes”. Jorge opina de la misma manera y recomienda esta experiencia a cualquier poeta joven. “Mis compañeros también me hicieron ver que no conectaban con mis poemas anteriores y sí con los nuevos. Hemos formado una especie de familia y hemos logrado que el taller sea algo de lo que nunca terminas de irte”.

La fuerza poética joven tiene la marca Ucopoética

En la Córdoba contemporánea han existido focos poéticos como la Posada del Potro o la Casa del Ciprés a los que ahora se suma, salvando las distancias del tiempo, Ucopoética. Villalobos compara ya este premio y su taller con la Residencia de Estudiantes del Madrid de los años 20 del siglo pasado. Fernández no se queda atrás. “Este proyecto va a acabar liderando la poesía española. Hay planes de hacerlo más grande, se va impulsar y la UCO está en sintonía, el nuevo equipo cree en este proyecto y va a hacer que crezca. No hay nada así a nivel nacional, sí festivales, talleres, pero no un trabajo tan continuo con una generación que cree en la poesía”.

En unos tiempos en los que la poesía ha cobrado otra dimensión e incluso está de moda con celebrities que editan libros de poesía, Javier opina que empieza a ser “un espectáculo, marginal, pero no tan elitista como antes” y distingue entre quienes quieren sacar “su pellizco poético” y los que quieren triunfar “como sea”.

Alba Moon se considera más hater. “En el taller poníamos verdes a muchos de esos nuevos poetas famosos. La mayoría son malos, se nota que no tienen lecturas ni talleres. No tienen carga poética, la poesía es algo más complejo”. Estefanía Cabello apunta más hacia el lector, con quien es “más exigente porque elige lo que es válido y lo que no”. Por último, Jorge Villalobos lo simplifica en una sentencia: “hay que escribir buenos libros y que lo demás no te importe”.

Que la poesía es de dominio público y pertenece tanto a lo culto como a lo popular con voces que la exprimen a consciencia también lo demuestra la retroalimentación que Ucopoética ha tenido de alumnos a profesor del taller, ya que la poesía de Javier Fernández ha bebido de la intensidad que ha vivido y vive con sus alumnos. “Mi libro Canal salió de aquí”, confiesa. De canalizar tanto talento que pronto volverá a llamar a las puertas de la poesía joven andaluza en su séptima edición.

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