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Hallazgo arqueológico excepcional en Córdoba: excavan un poblado con construcciones de piedra de hace siete milenios

El profesor de la Universidad de Huelva J. Carlos Vera fotografía una de las estructuras

Alfonso Alba

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La RAE considera que algo “excepcional” es aquello que “constituye una excepción a la regla común”. Y hasta ahora la “regla común” en el neolítico del sur de la Península Ibérica era hallar ocupaciones en cueva y abrigos, siendo los poblados al aire libre mucho más escasos, habiendo sucumbido en la mayor parte de los casos al laboreo agrícola y a la acción del tiempo. Lo precario de sus estructuras, conformadas por chozas levantadas con materia vegetal, determinaba que apenas quedaran “hoyos” como testimonio de dichas construcciones: fosas, cubetas excavadas en el suelo y algún agujero de poste. Pero los trabajos realizados estos días en Zamoranos, en Priego de Córdoba, acaban de dar al traste con esa “regla común”.

La segunda campaña de excavación en el Cerro del Cercado, financiada por el Ayuntamiento de Priego de Córdoba y dirigida por Rafael M. Martínez, profesor del Área de Prehistoria de la Universidad de Córdoba, y en el que ha colaborado el profesor titular de la universidad de Huelva J. Carlos Vera, así como distintos estudiantes e investigadores vinculados en esta ocasión, a las universidades de Córdoba, Sevilla y Huelva, acaba de certificar la existencia de un poblado prehistórico de gran complejidad, con un uso bastante sorprendente del espacio ocupacional y que presenta estructuras arquitectónicas en piedra. Estas evidencias parecen corresponder a una aldea de al menos tres hectáreas en la que ha aparecido material constructivo, cerámicas y herramientas fabricadas con piedras de procedencias lejanas. E incluso elementos de adorno muy elaborados.

“Sí, esto es algo excepcional”, explica Rafael M. Martínez, a pie de yacimiento, en mitad de un olivar que ha custodiado durante milenios un tesoro arqueológico que poco a poco está saliendo a la luz. “En el Mediterráneo occidental es muy difícil encontrar restos de poblaciones al aire libre, fuera de las cuevas, en el Neolítico. De hecho, durante un tiempo los investigadores consideraron en Andalucía, un hábitat exclusivo en cueva, hablado de ”salida de las cuevas“ para el caso de los hábitats al aire libre propios de momentos más recientes”.

“Aun sabemos muy poco de nuestro neolítico”, detalla. Sí que bastantes testimonios de poblados construidos de forma muy elaborada en el interior de Europa, conformados por casas largas durante la misma época, cuya silueta queda dibujada por los hoyos de poste dispuestos para la construcción de los alzados. “En el Mediterráneo francés y español tenemos algunos vestigios, mucho peor conservados, por lo que resulta más difícil adelantar disposición y planta de las construcciones”. Hasta ahora.

Hace unos 7.000 años, 4000 años antes de la llegada de los fenicios, estos campos andaluces se encuentran ocupados por agricultores del Neolítico inicial, campesinos de la Edad de Piedra descendientes sobre todo de gentes de Anatolia que adoptaron la agricultura y la ganadería, y se mezclaron progresivamente con cazadores-recolectores europeos. Apenas llevaban unas pocas generaciones establecidos en el lugar, por lo que la dimensión de este hallazgo es excepcional.

Piedras delimitando espacios

En uno de los sondeos hemos documentado “grandes piedras colocadas verticalmente delimitando espacios”, detalla. “Estas estructuras son visibles en un único sondeo, aunque sabemos que hay al menos tres hectáreas de ocupación en el yacimiento prehistórico. Como poco. Para un sitio de esta cronología son palabras mayores”, insiste.

“Finalizados gran parte de los trabajos, son varias las ideas que claramente se nos comienzan a perfilar”, escribe. “Entre ellas, la obsolescencia definitiva del término Cultura de las Cuevas para nuestro Neolítico Antiguo andaluz, vista las dimensiones e intensidad del poblamiento al aire libre en este sitio arqueológico. La duda surge al considerar esto como una norma o un rasgo que confirma su excepcionalidad”, se pregunta.

Aparte, este arqueólogo reitera que “la existencia de estructuras siliformes en cronologías tan antiguas, como las documentadas en la terraza superior y sobre todo, el desarrollo de una verdadera arquitectura en piedra 7.000 años antes del presente, de la que aún es precipitado adelantar su uso y significación. Sin duda el futuro nos brindará grandes sorpresas que cambiarán nuestra percepción del neolítico andaluz para siempre”, concluye.

Una de esas interpretaciones tiene que ver con los primeros mineros. En las inmediaciones de esta zona se ha documentado la existencia de vetas de hematites (óxido de hierro) de gran calidad, que muy probablemente se emplearon para elaborar cerámica de barniz rojo, llamada “a la Almagra”. “Gran parte del sentido del poblado podría ser el acceso directo a las minas”, reflexiona Rafael. Y si algo dio riqueza al mundo antiguo en el sur de la Península fueron sus minerales, incluso con anterioridad a la Edad de los Metales, concluye.

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