Medina Azahara y la importancia de la difusión de la arqueología
El primer califa omeya de Córdoba, Abderramán III, construyó entre los años 936 y 976 la ciudad que hoy se conoce como Medina Azahara. En 1911 comenzaron los trabajos arqueológicos que encontraron una ciudad derruida con innumerables restos que contaban lo que llegó a ser este lugar situado a las afueras de la actual Córdoba. “Tenemos un legado de conocimiento muy rico. Los investigadores somos un eslabón más, esto no empieza ni termina con nosotros”, comenta en una entrevista con Cordópolis la arqueóloga del yacimiento Mari Carmen Rodríguez.
Actualmente, hay en curso tres proyectos que continúan con estos trabajos aplicando técnicas innovadoras gracias a la colaboración con otras instituciones nacionales e internacionales. “Lo realizamos desde la metodología arqueológica, pero las líneas y los métodos de los proyectos son muy variados”, explica la experta.
En Medina Azahara también tiene importancia visibilizar el trabajo “serio, comprometido y continuo” de estos expertos, por ello apuestan por la difusión de estos conocimientos a todo el público. “La sociabilización de este conocimiento es fundamental. No tiene sentido avanzar en la investigación si no llega a la ciudadanía”, afirma Rodríguez.
En paralelo a estos proyectos, realizan actividades de difusión de los mismos, como las visitas guiadas a las excavaciones bajo el nombre 'Abierto por excavación', en una clara alusión de la apertura a los visitantes. “También realizamos jornadas de puertas abiertas donde mostramos la investigación que se realiza en el museo y en la zona arqueológica”. A lo que añade que “este último paso es fundamental”.
Proyectos internacionales y locales
La investigación sobre la zona de la Plaza de Armas es el proyecto más avanzado a día de hoy, según la arqueóloga. Se trata de un acuerdo de colaboración entre la consejería de Turismo, Cultura y Deporte y el Instituto Arqueológico Alemán. La investigación se centra en “la gran explanada que se abre al este del gran pórtico de Medina Azahara, la entrada simbólica y ceremonial al corazón administrativo del alcázar”. Aquí están desarrollando unos estudios de los materiales y la documentación que existe sobre ese área, además de actividades arqueológicas con el objetivo de conocer las dimensiones de esta plaza y la delimitación arquitectónica.
La zona excavada supone tan solo un 10% del conjunto del yacimiento, según señala Rodríguez, por lo que el objetivo es continuar “sumando conocimiento de zonas que no están excavadas, en unos casos con métodos tradicionales y en otros con técnicas no invasivas más novedosas”.
Este tipo de técnicas se han ido incorporando conforme avanzan los trabajos, como ocurre en el proyecto de investigación de la Medina oculta, codirigido por arqueólogos de la Universidad de Córdoba (UCO). El objetivo es la investigación de la ciudad no excavada, que supone el 90% restante del yacimiento. “Tendremos una imagen muy detallada de cómo era el urbanismo de la medina, donde vivía el resto de la población, qué áreas funcionales tenía y cómo estaba organizada”, explica la experta.
Para ello usan técnicas de prospección geofísica para obtener esta imagen sin necesidad de excavar. “En esta segunda fase, las imágenes preliminares que nos están aportando son espectaculares por la densidad del urbanismo que no se aprecia en la superficie”, señala. Las técnicas usadas son una actualización de la base topográfica, levantamiento fotogramétrico y el vuelo lídar -a través de un dron, los sensores rebotan en el terreno y generan una imagen sobre las estructuras que podría haber-, entre otras, que con su combinación permiten obtener esta imagen de los edificios conservados en el subsuelo.
“Cualquier excavación o nueva incorporación de espacios debe realizarse de una forma coordinada y en el marco de proyectos sólidos”, apunta en referencia a una futura exposición de los restos hallados en la medina oculta.
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