La llamada a la libertad de Eva y Satanás que emocionaron al Gran Teatro

Este viernes, cientos de personas se dirigieron al Gran Teatro de Córdoba para presenciar la representación de Paraíso Perdido, una obra basada en el poema de John Milton y protagonizada por Cristina Plazas. Un espectáculo de luces, sombras, música siniestra y un baile, literal y de sentimientos.

Tristeza, celos, venganza... Un cóctel de emociones que este Satanás encarnado por Plazas supo transmitir a cada una de las localidades del Gran Teatro. Seis actores, Dios, Adán, Eva, Satanás, la Culpa y la Muerte, fueron suficientes para contar la historia del mundo, que cambia de protagonista y en la que se aprecian los sentimientos de un ángel caído que hicieron pensar si realmente siempre fue el “malo de la película”.

Un cambio de perspectiva de una historia ya contada fue el hilo conductor de un obra que regaló momentos de reflexión a los espectadores.

Aunque por excelencia Satanás fue el revolucionario de la obra, el papel de Eva brilló sobre las tablas del teatro. Un discurso contemporáneo de una Eva al desnudo que emocionó en cada línea. Un personaje que no se dejó llevar por las ideas de otros y que desde primera hora quiso ser libre y elegir su camino. Un personaje que en mitad del escenario recitó unas palabras hacia todas las batallas que lucha cada día la mujer. Un grito de justicia, igualdad y de empoderamiento que seguro emocionó a más de uno.

La comedia y el guiño a la profesión del actor también estuvieron invitadas a la obra. Como describieron sobre el escenario, una profesión con dotes “diabólicos” que se transforman en otros y que es elegida por gente revolucionaria que lucha, en este caso, por sus sueños.

Una obra que reflejaba la palabra “trabajo” en cada estrofa y movimiento.

Una obra digna de la apuesta de los espectadores y que mereció cada uno de los aplausos que nacieron en el Gran Teatro. Incluso muchos más.