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Cuando es grata la traición

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Rafael Ávalos

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Si algo tiene es su atrevimiento. No lo pierde por mucho que cada vez lo muestre de una manera distinta. En esta ocasión su valentía radica en un repertorio más complejo que el anterior, así como en un tipo no tan colorido -y casi chirigotero-. Pero también, de nuevo, en su sencillez sobre el escenario. Nada requiere en su puesta de escena más que la sola presencia de sus integrantes. La idea en su vuelta es menos alegre y quizá un tanto más sombría, por la vestimenta y la temática elegidas no por la falta de acierto en la propuesta. El caso es que pasan de ser unos curritos a unos individuos a los que probablemente no sea bueno acercarse. Aunque la realidad es bien otra pues ‘Los traicioneros’ no lo son tanto. No al menos en el más estricto sentido de la palabra, que además es lo que vuelve a defender con énfasis la comparsa de los hermanos Cobos. Lo hace en su retorno al Gran Teatro Falla para iniciar su segunda incursión en el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas (COAC) de Cádiz.

Comenzó la comparsa a oscuras, sin siquiera un foco tomara protagonismo en alguna parte del escenario. La luz se hizo poco a poco tras los primeros acordes. Entonces ya se adivinaba la simpleza bien entendida de actuar sin telón de foro -o forillo, como se le suele llamar-. Repetía la agrupación cordobesa, la primera en competir este año en el Templo de los ladrillos coloraos, la escenografía de su estreno en 2019 en aquellas tablas. El tipo, a diferencia de aquel, resultaba menos simpático y sí más intrigante. Los componentes del grupo liderado por los hermanos Cobos vestían con elegancia pero sin ostentación. Lo más importante, aun así, eran los tallos de rosal, cubiertos de espinas, que rodeaban sus cuerpos. Era una alegoría de la traición. “Quise cortar la flor más tierna del rosal pensando que de amor no me podría pinchar y mientras me pinchaba me enseñó una cosa, que una rosa es una rosa”, cantó Mecano.

El caso es que la agrupación demostró una vez más lo que sabe hacer. Esto es gozar de una buena música -y ahí Fernandito Abad tiene culpa con su guitarra- y de una rica conjunción vocal. Fueron los aspectos que más hicieron lucir a ‘Los traicioneros’, que como tales se definieron ya claramente en la presentación. Pero su engaño no era ni mucho menos doloroso. “Para enraizarme en tus esquinas y te pinchen mis espinas cuando te cante mi canción”, dijeron estos embaucadores que lanzaron un guiño a la afición gaditana por la buena acogida que por su parte tuvo la comparsa en su debut el año pasado. “Y es que este mequetrefe por ti se entregó a la traición”, zanjaron antes de acudir a la tanda de pasodobles. Por cierto, que sí otro aspecto fue destacado en la formación éste fue su saber estar pese a que el Gran Teatro Falla se encontraba ya semivacío.

Siempre es difícil cerrar una función y a los cordobeses les correspondió hacerlo este jueves, en una sesión en la que además se producía el regreso de Tino Tovar. No fue menos notable el hecho de que la comparsa de los hermanos Cobos defendió en todo momento su tipo, algo que en los últimos años no se da con demasiada frecuencia. El primer pasodoble por tanto versó sobre otra traición, la que Cádiz hace a todo el que la conoce. Y más si es carnavalero. Así, el alma de ‘Los traicioneros’ “traicionada está” en el Gran Teatro Falla. La traición tiene diversas formas, sobre todo desde un punto de vista lírico. Puede ser la que en ocasiones te asesta la vida o puede ser la propia de la sociedad. Todo en conjunto dio una segunda copla de tanda que sirvió al grupo para reivindicar el derecho a una muerte digna. “Yo te juré que no te traicionaría, que fuese lo que fuese iba a aguantar, que de tu lado nunca me apartaría, por muy duro que fuese de caminar […] cáncer […] vamos a ponerle fin a este delirio y lo que pase niña, tendrá que pasar […] prométeme que no vas a marcharte jamás con el sabor de esta enfermedad”, expresaron.

En el segundo pasodoble se recordó en cierto modo la situación de Ángel Hernández, que ayudó a morir a su mujer. Ella sufría una enfermedad terminal. Saltó el debate de la eutanasia. Tras una intensa letra fue turno de los cuplés. Abrió la tanda el grupo con uno dedicado a su estreno en el Gran Teatro Falla con ‘Los mequetrefes’, que selló de simpática manera en relación al hecho de cerrar la sesión. “Veremos al teatro ponerse en pie aunque sea pa irse”, soltaron con gracia. En el segundo, tras un popurrí bien tirado dentro de la temática elegida, ‘Los traicioneros’ hicieron crítica a la realidad política, social y económica -si es que no es un todo- para terminar con una broma que tiene bastante de veraz. Tal y como está la cosa… “Lo siento Mari Loli, ahora tener un niño es un atraso… hay que ver Manolo, como te pones cada vez que tienes un gatillazo”. Pues eso.

El pase que fue completo sobre todo en interpretación y puesta en escena, concluyó con un popurrí en el que volvió la mejor defensa al tipo elegido. La traición, el traidor, ‘Los traicioneros’… En el enlace de cuartetas hubo, como suele ser habitual por parte de los autores del grupo, los hermanos Cobos como el propio nombre indica, y como ya demostraron en 2019 con ‘Los mequetrefes’… Pues hubo una gran dosis de reivindicación social. Fue en ese momento cuando pusieron a caldo a los mandamases y otros. “No te confundas, que no soy un cualquiera, yo traiciono con vistas y cuido mis maneras, no como esos que empuñan la rosa roja, o esos que venden humo de una cruz de madera, tan piadosos y humildes con su eterna quimera, que en acuerdo con otros de derecha certera […] no sirve el engaño, ni la humillación, no sirve el desfalco […] en 40 años nadie se coscó […] tendré que ir a por una bandera de España y votar a quien me engaña, y traicionarme yo”. Dicho queda.

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