Gerardo Olivares: “El único secreto para grabar la naturaleza es tener paciencia”
El pasado viernes, el director Gerardo Olivares presentó al público por primera vez su última película, Hermanos del viento, en una de las salas de cine de El Tablero. Y lo hizo rodeado de amigos y familiares. Como él mismo reconocerá a continuación, “en Córdoba juego con ventaja”. Rodada en 2014 en el Valle de Defereggen, en el Tirol oriental austriaco, la película ha llegado este fin de semana a las pantallas españolas para proyectar una mezcla de drama humano y de rodaje en plena naturaleza.
Codirigida con Otman Penker, Olivares se ha rodeado de nuevo de la interpretación de Manuel Camacho (que ya apareció en Entre lobos) y del francés hispanodescendiente Jean Reno. La maestría y el trabajo de todos ellos han dado lugar a una historia entre una cría de águila y un humano. Con esta cinta, Olivares cierra su trilogía sobre niños y naturaleza: primero fue Entrelobos (2010), luego El Faro de las Orcas (2016) y ahora, Hermanos del viento. Producida por Terra Mater, Hermanos del viento cuenta con el apoyo de RTVE y Wanda Vision en su marco de cine de naturaleza Wanda Natura.
PREGUNTA. Después del estreno de la película en Austria, Italia y Francia, por ejemplo, ¿cómo han sido las reacciones tras el preestreno en Córdoba?
RESPUESTA. En Córdoba juego con ventaja porque la sala estaba llena de amigos. Así que, no es un público objetivo ni mucho menos (risas). En Austria fue número 1 y en Italiana funcionamos muy bien. En Francia no estuvo mal pero se esperaba más porque el cine de naturaleza suele funcionar allí. Sin embargo, tuvimos la mala suerte de que el fin de semana del estreno, Francia jugaba la semifinal del Europeo un viernes y el domingo, la final contra Alemania. Esto hizo que la afluencia al cine fuera escasa. En Eslovenia, Polonia o República Checa también ha funcionado muy bien y los productores están muy contentos.
P. Primera película que llega a tus manos con el guión hecho. ¿Qué fue lo primero que pensaste?
R. Que había retos por todos lados (risas). Que a un director de cine español le llegue una productora austríaca y le pida dirigir una película es un regalo, es así. Y una película de naturaleza y con Jean Reno. Era un proyecto muy atractivo. El guión tampoco me emocionó al principio pero sí lo que me dijo la productora: querían que la historia fuera muy sencilla para que cobrara todo lo demás. Las secuencias de naturaleza son tan brutales, únicas y espectáculares que intentar que la historia de ficción estuviera a la altura era imposible. Era muy difícil. Así, apostaron por crear una historia muy sencilla que le diera continuidad a todo lo que era la naturaleza y la interacción entre los personajes. A partir del guión que me llegó, lo más importante para mí como director era conseguir que entre el águila y el niño se estableciera realmente una magia y una conexión. Un águila no es un oso ni un perro y cuando es aguilucho es un bicho feo y lo menos apetecible es tomarle cariño. Ése era el reto. Manuel [Camacho] hizo un trabajo enorme. Tiene algo innato con la naturaleza.
P. ¿Y es más placentero ver cómo crece la película desde la primera hoja de un guión?
R. Para mí, sí. A mí me gusta estar en el guión pero en él intervienen tantos intereses... y es lógico. Al final, todos queremos lo mejor para la película aunque todos tengamos un punto diferente. Todo consiste en buscar un consenso y llegar a acuerdos porque nadie que aporta algo lo hace para joder, lo hace porque quiere aportar algo nuevo. Sí que es verdad que cuando lo haces por encargo tienes menos libertad. En Entre lobos, por ejemplo, no me cambiaron ni una coma.
P. ¿Ha sido difícil la codirección con Otman Penker?
R. Podría haber sido mucho más complicada pero en el sentido de que él nunca había hecho ficción por lo que ahí había mucho trabajo con los actores. Pero ambos hemos respetado el trabajo del otro y no hemos entrado en una competición. Eso sería absurdo.
P. Otro reto ha sido la temporada de rodaje. Lo habéis hecho en las cuatro estaciones del año y en los Alpes.
R. Sí. Allí, las cuatro estaciones están muy marcadas y eso mismo nos permitía también establecer el paso del tiempo en la propia película.
P. ¿Hermanos del viento es lo mejor que has dirigido visualmente?
R. Sí, sí. Algunas escenas es que me parece que son acojonantes.
P. A todo esto, además, hay que sumarle la dificultad de grabar el vuelo del águila. Al no existir ninguna cámara suficientemente pequeña que pudiera montarse al lado de la cabeza del animal, tuvisteis que crear una cámara.
R. Sí. En colaboración con el Instituto Fraunhofer de Investigación creamos una cámara en miniatura de alta resolución que hemos patentado. Es muy pequeña y va sujeta al águila con una arnés. Eso nos permitió rodar el punto de vista del águila.
P. ¿Hermanos del viento le ha hecho conocer otra parte de la naturaleza?
R. Bueno, en lo que sigo reafirmándome es que el único secreto para grabar la naturaleza es tener paciencia y mucho conocimiento del animal que estás rodando. Eso y rodearte de un buen equipo, de gente que conoce el comportamiento de la especie. Cuando ruedas en un plató lo tienes todo controlado y tienes todo el tiempo del mundo para trabajar con los actores. En exteriores y en altas montañas como son los Alpes te puede pasar que empieces a rodar a las 09:00 y a mitad de secuencia se te nuble la escena. Éste ha sido el dilema que hemos tenido casi a diario: “¿Nos esperamos o nos vamos?”. Los directores llegamos por la mañana al set de rodaje teniendo claro los planes del día. Luego viene Pepe con las rebajas y de los 14 planos que tenías pensado hacer, haces siete.
P. Y después de este estreno, ¿qué?
R. Con Hermanos del viento cierro la trilogía que empecé con Entre lobos y que continué con El faro de las orcas. Ahora me apetece explorar otros campos.
P. ¿Que la naturaleza deje de ser la protagonista?
R. Sí. Tampoco quiero que me encasillen en un cine muy concreto. Siempre con la presencia del paisaje y la naturaleza, por supuesto. Pero sí que la próxima historia que estoy preparando está más centrada en los personajes.
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