Filosofía y cuerdas
Por el pasillo de la Facultad de Filosofía y Letras que lleva al patio donde se están desarrollando los cursos de verano del Festival de la Guitarra de este año, un amante de la música repara rápidamente en dos cosas: la primera, un bellísimo gramófono antiguo, de más de un siglo de antigüedad, de discos de pizarra muy probablemente, ubicado en un armario junto a varias máquinas de escribir; y la segunda, una cita escrita en la pared sobre la sordera y que una vez pronunció Carlos Michaud.
La música o su ausencia, en el marco de la filosofía no es un tema ajeno, sino un debate recurrente desde la Grecia Clásica. Dónde si es novedosa esta relación es en la Facultad de Filosofía y Letras, el espacio escogido para ser este año el punto de conocimiento del Festival de la Guitarra. Así, lo que cualquier otro julio hubiera sido un remanso de silencio, este verano lo rompe el sonido de las cuerdas.
Siguiendo el paseo, uno se topa con que, en la cafetería de la facultad, el maestro cubano Manuel Barrueco toma café con cuatro de los alumnos de su Curso de interpretación para guitarra, con los que habla distendidamente. Barrueco, todo un emblema del festival y más particularmente del apartado lectivo, debuta como maestro en la facultad y se muestra encantado.
A uno de sus alumnos, Félix Rodríguez, le ocurre lo mismo. Es nuevo en Filosofía y Letras, pero casi un habitual de los cursos de guitarra. El cambio de emplazamiento le parece una buena idea, porque “en la universidad todo tiene un carácter diferente”. Además, a nadie se le escapa que la facultad está en el corazón turístico de Córdoba y su puerta y la zona es un ir y venir de gente.
Un edificio que iba a ser un colegio para los alumnos del coro de la Catedral
La actual Facultad de Filosofía y Letras se encuentra en la plaza del Cardenal Salazar, situado en el corazón del barrio de la Judería y muy cercano a la Catedral. Constituye uno de los ejemplos más interesantes de la arquitectura civil del siglo XVIII en la ciudad, y, por haber sido un “hospital de agudos” -nada que ver con el sonido-, encierra varias de las leyendas más curiosas de la Córdoba más fantasmagórica.
Lo cierto es que, aunque una epidemia de peste hizo que el edificio se convirtiera finalmente en un hospital, la idea original de su fundador no fue esa, sino la de levantar en ese espacio un colegio para los acólitos y niños de Coro de la Catedral. Los cantos de aquellos niños nunca llegaron a oírse entre las paredes y la guitarra ha tardado unos cuantos siglos en aparecer en el aulario.
El patio en el que están las clases es el que más vida tiene estos días. Allí es fácil ver a David Russell tomándose un refresco y hablando con ese español tan característico suyo, a un alumnos ensayando en una esquina, como es el caso de Michael, un guitarrista amateur de Bolonia que ha venido ya tres veces a los cursos de verano.
Michael debuta en Filosofía y Letras como alumno de David Russell. A su juicio, los cursos de verano son una experiencia inspiradora. “Estar aquí, y poder inspirarme por la belleza de la ciudad, las vistas y los músicos es algo que es muy bueno para el alma”, reconoce el guitarrista, que está acompañado de su pareja, Katarina, una joven rusa que este lunes fue a su primer concierto de guitarra clásica en Córdoba y que remarca que “se percibe una atmósfera musical increíble aquí”.
“El ambiente siempre es muy amigable, con mucha comunicación, y en general el clima entre estudiantes es muy bueno”, señala por su parte el guitarrista y compositor granadino Eduardo Garrido, que ha coordinado Las Jornadas de Estudio sobre Historia de la Guitarra, que se celebraron este martes en el Aula Magna bajo el título Nombres propios de la Guitarra XVII: José Tomás.
“En pocos festivales de guitarra del mundo hay contenido académico de esta magnitud”
Garrido, que en la actualidad vive en México, tiene su propia y sorprendente vinculación con Filosofía y Letras. “Mi padre fue profesor aquí durante 40 años, así que conozco muy bien el lugar y me da mucho placer poderlo hacer aquí. En América este tipo de actos siempre están vinculados a las universidades, por lo que tiene todo el sentido llevar las jornadas a las facultades”, señala el músico, que reconoce, no obstante, que a la actividad que él coordina “la gente acude poco en general”.
“Este tipo de conferencias académicas no tienen mucho tirón. Es parte de la inercia”, confiesa el guitarrista, si bien apunta que “en pocos festivales de guitarra del mundo hay contenido académico de esta magnitud”.
Conocimiento, filosofía, música, silencio... Son conceptos que se mezclan estos días en las paredes de Filosofía y Letras. Nada nuevo. Al fin y al cabo, ya en el siglo III, el filósofo chino Lu Chi definió al ser humano “como un sonido que surge del profundo silencio”. Una bonita metáfora de una posible relación más larga entre la Facultad de Filosofía y Letras y el Festival de la Guitarra.
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