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Felipe VI y Letizia se exilian en la República Catalana

Rakel Winchester y Perpetuo Fernández | MADERO CUBERO

Manuel J. Albert

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La última novela de Perpetuo Fernández dibuja una España en proceso de desintegración en el que vencen los partidos republicanos y los reyes parten al destierro

Una de las peores pesadillas, tanto de Juan Diego Fernández como de su alter ego gamberro -Perpetuo Fernández-, es que España termine deslizándose por la senda de la desintegración. “Yo siempre me he sentido muy español”, dice este escritor, actor, periodista, músico y cantante que participó en la movida de los ochenta y desarrolló parte de su carrera en Canal Sur. “A mi me gusta la bandera rojigualda y el himno hasta me pone. Y no entiendo por qué se identifica el llevar la insignia de tu país o decir que eres español con ser facha. Yo no soy facha”, insiste. El escritor tampoco se declara republicano. “Me da un poco de miedo lo que pueda pasar”, confiesa, “me da un poco de miedo ver hacia dónde va este país”. Y una de las hipótesis de ese incierto destino es lo que plantea Perpetuo -así firma- en su novela El destierro de los reyes (Anantes), que anoche presentó en la librería Luque, presentado por la periodista Mar Arteaga.

En un futuro indeterminado, los reyes de España toman las de Villadiego montados en un humilde turismo que circula medio escondido por carreteras comarcales. Letizia, la reina, lleva la corona de los Borbones escondida en una caja de zapatos. Con esta patética estampa llegan al primer país que les acoge: una recién independizada Cataluña. Y refugiados bajo el ala del Conde de Godó, se instalan en Barcelona. Allí, Felipe quemará las noches empeñando las joyas de la corona en juergas y mujeres, mientras la familia Pujol hará lo posible para sablear sus cuentas hasta el último céntimo.

Y si la peor pesadilla de Perpetuo Fernández es que España se desmembre, uno de los sueños más horribles de Rakel Winchester es acostarse con el rey Felipe VI. “Mi otra pesadilla es hacerlo con Andrés Pajares. Pero con el príncipe [la costumbre manda y le sigue llamando príncipe] también es horrible”, exclamaba anoche la cantante, sentada al lado del escritor durante la presentación del libro. Winchester y Perpetuo se conocen desde hace años, desde los días de fama televisiva de ella y de trabajo en Canal Sur de él. “Con algunos tuve mejor rollo que con otros, pero de Perpetuo sí me hice amiga”, comentaba en la presentación la artista cordobesa.

Y esa complicidad se notó a lo largo de toda la velada en la librería. En un momento dado, Perpetuo miró los tatuajes que pueblan el cuerpo de Rakel. Especialmente las letras A mayúscula, rodeadas por un círculo: el símbolo anarquista. “Yo he sido muy anarquista”, confesaba el escritor. “Y en parte lo sigo siendo; y es que el anarquismo es también algo muy español, incluso en sus contradicciones. Como en 1936, cuando se presentó a las elecciones y terminó entrando en el Gobierno, a pesar de no creer en el Estado”.

Ese punto tragicómico ronda toda la novela, una obra basada en el clásico de Alphonse Daudet Les rois en exil. Páginas que se inspiran en novelones decimonónicos como el de Daudet, pero sin renunciar a lo más patrio y cañí. De otra forma sería imposible ver -y escuchar- a Felipe VI cantando y tarareándole burlonamente a Letizia algunos de los megahits que Perpetuo vaticina para ese confuso e incierto futuro hispano. Letras que ponen de los nervios a Letizia y que Felipe le canta más o menos así: “El picadero-oh, el picadero-oh, gotea mi grifo-oh, lo haremos en el sofá-ah. El picadero-oh, el picadero-oh, gotea mi grifo-oh, lo haremos en el sofá-ah”.

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