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CINE DE VERANO
Cine mudo y música electrónica para una noche de verano

Detalle del cartel de 'Las manos de Orlac' (Robert Wiene, 1924)

Marta Jiménez

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El cine mudo del primer cuarto del siglo XX y la música electrónica del siglo XXI vuelven a unirse en el cine de verano de la forma más natural. Como si no hubiese pasado un siglo entre ambas disciplinas. El miércoles 7, la víspera de la fiesta de la Fuensanta, el cine Fuenseca proyectará bajo las estrellas un clásico del expresionismo alemán y de la ciencia ficción: Las manos de Orlac (Robert Wiene, 1924). 

La proyección se acompañará de la ambientación sonora en directo de José María Pérez-Flor Mejías, dentro de su proyecto Cine-Oído. El músico “agradece” a Esplendor Cinemas, la empresa que gestiona los cines de verano, su apuesta por programar sesiones tan cinéfilas y electroacústicas. La cita será a las 21:45 y el precio de la entrada de 6 euros.

Basada en un clásico literario de la ciencia ficción escrito por Maurice Renard y deudora de Stevenson y Poe, Las manos de Orlac es una joya que mezcla el género policiaco y el gótico. La historia narra el descenso a los infiernos de un joven y exitoso pianista, Orlac, que pierde las manos en un accidente de tren cuando regresa a su casa. Un médico le implanta las manos de un asesino que acaba de ser decapitado. El pianista siente que las manos que le han sido implantadas lo dominan y lo impulsan a cometer crímenes. 

El músico ha escogido este filme para la sesión del miércoles en su afán por evitar “los clásicos que son más conocidos”. Un “aliciente” para los cinéfilos y un “reto” para el responsable de la ambientación sonora. “Así disfruto más creando ambientes y emociones sonoras, algo que, para muchos de los asistentes, puede ser nuevo, tanto en lo visual como en lo auditivo”.

La película presenta, con el dramatismo típico del cine mudo, la lucha entre el poder determinante que emana de una parte del cuerpo, las manos, y la fuerza de voluntad que debe regir la conciencia del pianista. Su director, Wiene, tuvo inclinación por los argumentos que indagaban en el subconsciente del ser humano, como ya había dejado claro en 1920 con su película más famosa, El gabinete del doctor caligari. Siguiendo los patrones clásicos de su cine, el filme juega con el espectador a partir de  giros argumentales drásticos que hacen trizas todo lo que parece conducir a un lógico desenlace.

Cuando el filme se estrenó en la primavera de 1924, el público austriaco quedó tan impresionado que al encender las luces se escucharon gritos de malestar. El actor protagonista, Conrad Veidt, tuvo que subir al escenario para explicar cómo se había hecho la filmación para calmar a un público exaltado, poco acostumbrado aún a las emociones que genera la narración audiovisual. 

La propuesta que el miércoles llega al Fuenseca, que proyectará la primera versión del filme, pretende aglutinar dos formas puras de entender el arte, una visual y otra sonora, separadas en el tiempo por casi un siglo. “Lo que para muchos espectadores supone ver películas de cine mudo, en un ejercicio de ‘polvoriento’ revisionismo cinematográfico, con esta propuesta, cobran nueva vida y otra dimensión al estar siendo interpretadas dentro del amplio marco de un nuevo lenguaje sonoro como es el de la música electroacústica y experimental”, en palabras del músico José María Pérez-Flor Mejías.

Pérez-Flor tuvo su primera experiencia cordobesa el pasado julio, en plena ola de calor, en el mismo escenario del Fuenseca con otro filme de cine mudo, Las tres luces, de Fritz Lang. A pesar del sopor climático, la cita tuvo buena acogida y el músico asegura haberlo pasado “muy bien” en el escenario. “El público cordobés que asiste a estos evento siempre es exigente, culto y con un sentido crítico muy afinado, con lo cual me encantó que disfrutasen del espectáculo”. 

Este artista sonoro gaditano, licenciado en filosofía, ha actuado en salas, festivales y museos de arte contemporáneo por toda Europa, Norteamérica, Norte de África y España; ha compuesto música para cine, espectáculos de danza, teatro, anuncios, videojuegos y para sus proyectos personales sonoros. Además, ha puesto música a obras del constructivismo, el expresionismo, el dadaísmo y el surrealismo, así como a piezas futuristas y de cine fantástico.

Para el músico, el filme Las manos de Orlac “fue eclipsado” en su día por otras películas de mayor renombre, como Metrópolis, Nosferatu, o el Gabinete del Dr. Caligari. “Así que para esta película he hecho una banda sonora de estética expresionista, llena de misterio y tensión narrativa. Para ello he utilizado instrumentos como teclados, flauta, kalimba, guitarra, stylophon, percusiones electrónicas y acústicas. Aunque todo ello pasado por filtros electrónicos que le añaden ese toque de distorsión inherente al expresionismo. Yo he quedado muy contento y espero que al público le guste”.

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