Cecilio: “Llevo a Córdoba con orgullo aunque aquí sea difícil ser profeta”
Italia, Francia, Reino Unido, Polonia, Ucrania, Suecia y Holanda en Europa. Uruguay y Argentina en Sudamérica. Y Montreal, Toronto y Nueva York en Norteamérica. Berlin como punto de partida y Córdoba como ciudad de “orgulloso” nacimiento. Hablamos de Cecilio, uno de los Disc Jockeys cordobeses más internacionales, y un trotamundos del mundo de la música electrónica, que ha viajado a todos estos países en los últimos 14 meses haciendo lo que más le gusta: poner discos.
Cecilio empezó poniendo discos en su casa con un equipo de tocadiscos que se compró con el dinero de un accidente de tráfico. A lo malo, le sacó lo bueno, y hoy vive de la música en una ciudad como Berlin, a donde emigró en dos tiempo. La primera vez entre 2010 y 2015, en la que comenzó su proyecto Slow Life; y la segunda desde mediados de 2016 hasta la actualidad, en la que se ha asentado como uno de los Disc Jockeys más interesantes de la escena berlinesa electrónica menos comercial a partir de maratonianas jornadas que, en su caso, pueden llegar a las 10 horas seguidas poniendo discos, con o sin su pareja, la italiana Laurine.
Verlos a los dos pinchar juntos es un prodigio de sintonía musical y casi espiritual que aún no se ha producido en Córdoba. “Tiempo al tiempo”, dice Cecilio.
PREGUNTA. Bienvenido a casa por navidad, ¿no?
RESPUESTA. ¡Jou Jou Jou! Mi madre siempre me canta la canción de “Vuelveeee, a casa vuelveeee”
P. ¿Llevabas mucho sin volver?
R. No. En septiembre estuve aquí para una boda. Lo que sí llevo es un año sin pinchar en la tierra. Desde el año pasado justo.
P. En la clásica navideña, ¿no?
R. Eso es. De hecho las Jukebox las pillo siempre con ganas. Me apetece un montón siempre.
P. Además ha sido justo en un año en el que decidías volver a instalarte en Berlin.
R. Si. Es que esta segunda etapa tiene un componente muy bonito por cuestiones sentimentales. En realidad volví a Berlin porque me ofrecía la oportunidad de poder dedicarme a lo que me gusta y poder echar toda la carne en el asador, aunque no coma carne, jajaja. Ha sido una buena decisión.
P. ¿Y cómo has visto Berlin en esta segunda etapa? ¿Sobresaturación?
R. Berlin es un sitio clave. Como en todas las ciudades está la nostalgia del tiempo pasado, pero sigue siendo una ciudad única y el epicentro de la música electrónica, y casi de todo el mundo creativo me atrevería a decir. Sobre todo porque ofrece unas oportunidades a los artistas y una calidad de vida que no es fácil de encontrar en ninguna otra ciudad. Musicalmente, todo tiene cabida. Y la escena en la que me muevo, que no es la de música electrónica más comercial, está fuerte y rebosante de talento, con mucha gente nueva que está despuntando ahora. Yo a Berlin la veo muy viva.
P. ¿Cuál ha sido tu punto álgido este año? Es evidente que en los últimos 14 meses has explotado como Dj a nivel internacional.
R. Pues mira, sinceramente y no es por vender la moto, me quedo con las fiestas que hacemos con Slow Life en Berlin. Es que las hacemos en el club que más nos gusta y con el menú musical que más nos gusta, ese viaje musical largo, de horas y horas poniendo discos y en los que el público entra y viaja con nosotros. Quitando esas fiestas, vengo de pinchar el finde pasado en París, en un After en el Sena, en un día soleado, y donde me han dejado pinchar 8 horas con Laurine y ha sido una de las experiencias más positivas de este año.
P. Aquí en Córdoba dices After y la gente se asusta. No dibujan la imagen de un club de día en el Sena.
R. Jajajaja. Bueno, yo el concepto After lo hablo desde el punto de vista musical. En realidad, no es muy diferente a lo que se hace aquí en eventos como la Jukebox Jam!, que son fiestas de día con música electrónica, aunque nosotros las trabajamos desde más temprano y juntamos a quienes han salido el día anterior y a quienes se levantan “frescos” para ir exclusivamente a escucharnos. Al contrario de lo que se piensa, en nuestros “After” el público va mucho a escuchar música.
P. ¿Cuando viajas a clubs que te contratan por tu papel en Berlin y dices que eres de Córdoba cómo reaccionan?
R. Muchos piensan que soy argentino o italiano, porque algunos de mis compañeros en Slow Life son italianos. Sorprende, pero yo llevo a Córdoba con orgullo, aunque aquí sea difícil ser profeta. La verdad, yo siento que ahora mismo hay unos cuantos a los que se nos quiere y se nos admira en Córdoba.
P. Y desde fuera, ¿cómo ves tú a Córdoba?
R. Pues a nivel de escena la veo con pena y al mismo tiempo con esperanza. Esperanza porque se que aquí hay gente apostando por la escena y gente que, dentro de sus estilos, están haciendo las cosas con cariño. Además también noto que hay relevo, con gente como Jorge Escribano, que es joven y tiene talento y está haciendo las cosas como yo entiendo que se deben hacer.
P. Ya para cerrar, ¿cuántos discos te habrás comprado este año?
R. Eso mejor ni saberlo.
P. ¿Y cuando pinchas con Laurine no hay problemas para poner los discos no?
R. Jajajaja. Hombre, ya viene hablado de casa. Como muchos discos los tenemos en común, porque son caros o difícil de conseguir, pues nos ponemos de acuerdo. Lo que prevalece es que, quien haya encontrado un disco, tiene prioridad al ponerlo. Hay mucho equilibrio. Yo puedo pinchar prácticamente con cualquiera, pero es verdad que con mi compañera y socia se hace de una manera muy sencilla y muy especial.
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