Bajo las alas del Carnaval en el Gran Teatro

Larga fue la noche. Tanto que se prolongó hasta la una de la madrugada del siguiente día. El Gran Teatro acogió el miércoles, y parte del jueves, la segunda de las semifinales del Concurso de Agrupaciones Carnavalescas. Esta vez sobresalieron los mensajes de reivindicación, algunos relacionados con la propia fiesta y otros de calado social. Como nota negativa, de nuevo fue escasa la respuesta del público, con un auditorio que, como en la función anterior, acabó semivacío.
Abrió la sesión ‘Piensa mal y acertarás’, la segunda de las chirigotas llegadas de Aguilar de la Frontera. Su tipo, un muchacho que echa el rato en el bar y un poco malpensado. Ya lo decía el título de la propuesta. En el primero de su tanda de cuplés, con un poco de ordinariez, hizo chanza de la moda de ir a ligar a cierta cadena de supermercados. Y después llegó el turno de ‘Los plumeritos’, comparsa sevillana que lucía disfraz de un mayordomo maldito. Poco a poco se convertía en plumero.

De la actuación de los hispalenses no estuvieron nada mal sus dos pasodobles. En el primero rindieron homenaje al Carnaval de Córdoba con nombres destacados y lugares importantes de la fiesta. Valiente copla a favor de los derechos LGTBIQ+ fue el segundo, con mención al coruñés Samuel Luiz. Aquel joven fue asesinado al grito de “maricón”. Diferente era el averno de ‘Venimos del infierno’, la nueva idea de la chirigota de Fae y Marco. El grupo de los pregoneros de 2025 lo componían feriantes en El Arenal.
El sello del Maestro
Había cierta sorna en la denominación con el cajonazo que sufrió la formación en 2024 con ‘Los mamones’. Tiraron los encargados de las atracciones de cupletinas dobles, y en la primera hicieron un buen juego de ideas. “Ven a jugar a los patos […] te puede tocar un premio bien gordo”, en relación con los Jardines de la Agricultura, así conocido. Con ‘Viento a favor’ surgió la comparsa escrita por Patxi Figueroba y dirigida por Pedro Funes. Su tipo era de voladores de cometas en un parque.
Su segundo pasodoble fue un mensaje de bienvenida a los grupos que regresaron este año al certamen y a la vez un lamento por las descalificaciones que padecieron los que se habían quedado. Destacó el punteo de Pablo Criado. A esa hora ya caía la afluencia de espectadores en el Gran Teatro, lo que se acentuó a cada nuevo pase de los cuatro que aún restaban. El siguiente turno fue el de ‘Por falta de audiencia nos vemos en esta urgencia’, el cuarteto de David Reyes.

En este caso se trataba de cuatro concursantes de Supervivientes abandonados en una isla. La parodia transcurrió, sobre todo, con la problemática de una picadura de mosquito que hace exagerar. En el tema libre los personajes soñaban con su rescate. A ellos les gustaría comer bien y plato fuerte hubo después. Llegaban ‘Los payasos’ de Francisco Blázquez. El Maestro volvió al Concurso después de una década: en 2015 presentó ‘Los adivinos’. Y lo hizo con su sello, una pluma tremendamente afilada.
Que nunca se pierda el coro
Tanto musical como vocalmente fue un gusto escuchar a un grupo de payasos bajo la carpa de un circo. Hubo crítica a todo lo relacionado con la fiesta. Su primer pasodoble resultó interesante al atacar los pasodobles, valga la redundancia, sin contenido mordaz. “Queda mucho por hacer”, cantó la agrupación en la penúltima cuarteta de su popurrí acerca de la situación del Carnaval en Córdoba. El auditorio se vaciaba, pero no restó peso a la interpretación de la chirigota de José Vacas. En esta ocasión se presentó con un camarero un poco harto de los clientes.

‘Con permiso, buenas tardes’ fue la propuesta, que enlazó la temática de sus cuplés de forma acertada. En el primero un hombre se marchó de fiesta navideña y despertó en un caos. Culpó al elfo ése que se puso de moda. Y el mismo creía el tipo que le hacía guarreridas a su mujer en el segundo, pero era un Satisfyer. Hubo compenetración con el escaso público que restaba, como también existió con el coro de Pepín Carrillo. Qué bueno que rescatara la modalidad el pasado año.
Fue una gozada escuchar a sus ‘Ángeles sin alas’, que representaban al personal de los servicios públicos de sanidad, protección y seguridad. Reivindicación pura por todos aquellos que, por ejemplo, en la pandemia de Covid-19 cuidaron de la sociedad. Y que tan faltos de recursos están: tienen menos que entonces. Más allá de ese necesario mensaje hubo dedicatoria a Marcos Maza, bombero y componente del grupo, y llamada a respetar la fiesta sin discriminación en las subvenciones en sus tangos. Buen cierre.
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