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ENTREVISTA

Alberto Montes, muralista en Scarpia: “Puedes elegir no entrar en un museo, pero un mural casi te obliga a mirarlo”

Mural de Alberto Montes en Scarpia 2021

Juan Velasco

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Es una de las obras más magnéticas de la presente edición del Festival de Arte Contemporáneo Scarpia, que acaba de cumplir 20 años como referente del arte en El Carpio. Es el mural que ha pintado Alberto Montes (Los Corrales, Sevilla, 1995) en la fachada del IES Garci Méndez, y que reproduce a gran escala una foto histórica de la localidad.

Una imagen de entre las 50 que tuvo en sus manos y que fue la que captó la atención del pintor, que ya ha llevado a cabo trabajos de esta naturaleza en localidades de España y Portugal, y que, en su paso por Scarpia, se dejó seducir por el impacto estético e histórico de un grupo de personas que cruzaba el río Guadalquivir en una barcucha para ir a trabajar a las tierras de los marqueses.

Hoy, aquellas tierras a las que se llegaba en río, son un gran campo de paneles solares. Lo cuenta Óscar Corredera, fotógrafo de la localidad, y que cuenta parte de la historia que esconde la fotografía que Montes ha inmortalizado sobre la pared del instituto de la localidad. El pintor sevillano, graduado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, artista urbano joven y con gran proyección, destaca el emplazamiento como uno de los motores de la intervención.

“En este tipo de trabajos, me resulta muy interesante sacar a la calle la historia viva del sitio. En este caso, es más potente porque está pintado en la pared de un colegio y eso permite a los niños tener una lectura histórica más cercana, que creo que ayuda a generar conciencia”, explica el autor, que este año forma parte de la vigésima promoción de residentes en la Fundación Antonio Gala.

Un símbolo recurrente en la historia de la pintura

Más allá del impacto histórico, para el muralista hubo otra cuestión que fue determinante a la hora de escoger la imagen: la balsa y el río. “Son un símbolo que es recurrente en la historia de la pintura. Me cautivaba seguir ese hilo pictórico que viene marcado de la tradición”, explica el pintor, que reconoce que, por encima de otros cuestionamientos, el principal parámetro que impulsa este tipo de trabajos es que la foto de referencia “tenga un interés plástico al pasarlo a la pintura”, evitando caer en la creación de una mera reproducción. 

No es, desde luego el caso. La imagen te obliga a mirar detalladamente cada recoveco, al tiempo que juega con distintas técnicas, como si hubiera dos capas. Para ello, explica, optó por lo figurativo para plasmar el agua, de manera que parece “una abstracción de lo que flota sobre ella”.

Por, si algo ha demostrado en su trayectoria artística, es versatilidad y capacidad de mutación. En estos momentos, por ejemplo, está trabajando en la Fundación Gala en un proyecto pictórico que tiene que ver con una investigación mucho más personal y que aparca el gran formato para enfocarse en “la plasticidad y la materia de la pintura”.

Porque, aunque es el mismo creador, su mirada es distinta cuando tiene delante un lienzo o un muro. “Es diferente, porque la lectura que hay con respecto a un cuadro es mucho más cercana, mientras que, en los murales, prima lo visual”, reflexiona Montes, que también reconoce que los murales contribuyen a llevar el arte a estratos que normalmente no tienen conexión con él.

“Un mural de alguna manera se te impone. No puedes obviarlo. Puedes elegir no entrar en un museo o una galería, pero un mural en un espacio público casi te obliga a mirarlo. Y, mientras más interés pictórico tenga un mural, pues más atrae al público y más interés genera”, resume.

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