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Las excavaciones regresan a Cercadilla tres décadas después

Restos del yacimiento arqueológico de Cercadilla | MADERO CUBERO

Alfonso Alba

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Cercadilla es una especie de “yacimiento que tiene la negra” para muchos arqueólogos. Su hallazgo es, probablemente, el mejor resumen de esa relación amor-odio que ha vivido una ciencia que necesita tanto reposo como la arqueología con una actividad frenética como es la construcción. El histórico descubrimiento de este yacimiento arqueológico espectacular (son pocos los hallazgos de tales dimensiones que se han producido en las últimas décadas en España) coincidió en el tiempo con la llegada del AVE a Córdoba y la imparable construcción de una estación que se localizaba justo encima. En 1991 triunfó la construcción sobre la arqueología, destrozando para siempre la mayor parte de un edificio probablemente único en el mundo. Desde entonces, las instituciones [el ministro de Obras Públicas de entonces es Josep Borrell, actual de Exteriores] tienen una deuda con un yacimiento al que volverán los arqueólogos tres décadas después.

Este martes, el diario ABC Córdoba adelantó lo que es una larga aspiración del concejal de Cultura en el Ayuntamiento, David Luque, que ha anunciado que no se volverá a presentar a las elecciones municipales del próximo 26 de mayo pero que antes de dejar el cargo quiere dejarse resuelto un asunto que es más que espinoso. La arqueología regresará a Cercadilla, en unos trabajos de intervención que serán rápidos y que buscan, al menos, que el yacimiento pueda ser visitable e interpretable.

El Ayuntamiento ha reservado en sus presupuestos (aún no están aprobados) una partida de 300.000 euros para Cercadilla. En remanente tiene otros 180.000 euros sin gastar del presupuesto de 2018. Con ese dinero se quiere, por un lado, hacer visitable lo poco que se pueda (la mayor parte del yacimiento está arrasado, pero este es tan grande que aún sobresale por el Norte). Por otro, seguir investigando e interpretando un complejo que en origen tuvo que ser espectacular. Y que tuvo muchos usos posteriores.

Antes de iniciar los trabajos, la Junta de Andalucía ha actualizado su información sobre un yacimiento que en origen era de su titularidad, que llegó a abrir al público pero que cerró y devolvió al Ayuntamiento.

Los trabajos arqueológicos se centrarán sobre el aula basilical menor. Cercadilla es un palacio tardorromano, posiblemente construido entre los años 293 y 305 después de Cristo, con unas dimensiones espectaculares. Posteriormente, fue reutilizado. Tanto, que este aula basilical pudo ser usada como parte como parte del centro de culto religioso que se instala en torno al aula triconque como lugar central. Probablemente ahí se levantó la iglesia de San Acisclo, el lugar donde presuntamente se martirizó a este santo cordobés. En los trabajos de los años noventa se hallaron en este punto el sello de un obispo de Córdoba, Samsom, y la lápida de otro, Lampadio. Pero ya está. El sello no tiene un contexto claro y la lápida de Lampadio fue reutilizada. Ni rastro físico, entonces, de mártires u obispos. Y los trabajos, en principio, no van a encontrarlos ahora.

Además, el proyecto prevé consolidar y cubrir la zona de las termas del palacio tardorromano de Cercadilla. Es para eso para lo que será necesaria una inversión superior. Las termas fueron excavadas también en los años noventa, pero su acceso tras estos años de abandono es complicado. Además, se dedicará dinero a un proyecto de señalética y reinterpretación del yacimiento, similar a la descripción de la Junta que se adjunta a continuación.

El yacimiento, según la descripción de la Junta

En el yacimiento de Cercadilla se localiza un palacio romano, construido entre 293-305 d.C., atribuido al emperador romano Maximiano Hercúleo.

A finales del siglo tercero esta zona de la ciudad sufrió una complejísima transformación urbanística como consecuencia de la construcción del amplio conjunto palatino, de más de ocho hectáreas que, sin duda, produjo un gran impacto en la Córdoba de la época.

El palacio es un edificio cerrado, orientado hacia el ángulo noroeste de la ciudad amurallada, organizado en dos cuerpos constructivos distintos, uno, de acogida, de carácter militar y otro, de carácter estrictamente palatino.

La puerta daba acceso a una gran plaza cerrada, de considerables dimensiones, más de 25.000 metros cuadrados, cuya fisonomía es de carácter castrense. Desde esta plaza se accedía a otra, plenamente palatina, organizada en torno a un criptopórtico y separada del exterior por una fachada torreada y fortificada de apariencia también militar.

El criptopórtico, de trazado semicircular, constituye el elemento aglutinante del resto de las unidades arquitectónicas del edificio a las que da acceso a través de un pasillo, porticado y columnado, en el que se abren vanos que permiten el paso a los distintos edificios del conjunto. El edificio principal de todo el conjunto, el que lo preside, es el gran aula de recepción situada en el centro de todo el palacio, de planta basilical. A ambos lados se localizan salas de banquetes, termas, ninfeos y aulas que pudieron haber servido como salas de audiencia para importantes personajes de la corte o para funcionarios relacionados con la administración de Hispania. El edificio más occidental de todo el conjunto y el que más se aleja de la entrada al mismo es el que se conoce como los “apartamentos imperiales” y que por su diseño constructivo, se ha interpretado como la zona de descanso del titular de este edificio.

La cronología del edificio se ha podido concretar gracias al descubrimiento, lectura e interpretación de un epígrafe, localizado en un nivel de abandono del siglo V, de la bañera norte del frigidarium de las termas referido a los tetrarcas Constancio Cloro y Galerio Maximiano como “Nobles Césares”. Ello permite concretar la construcción del complejo palatino entre los años 293 – 305 d. C. lo que permite asociarlo al emperador correinante de esa tetrarquía, en concreto al encargado de la zona occidental del imperio: Maximiano Hercúelo.

A partir del siglo VI se verifica la reutilización de varios de los edificios palatinos como centro de culto cristiano. Las características y peculiaridades de este conjunto permiten plantear que muy probablemente se pueda

identificar con el centro de culto cristiano dedicado al mártir cordobés Acisclo, muerto en el 303. Se trató de uno de los centros cristianos más importantes de la ciudad, desde un momento muy temprano tras las persecuciones tetrárquicas.

Hasta el momento han sido excavados alrededor de 150 individuos, aunque se conoce y se intuye la presencia de muchos más. Los más antiguos han sido fechados por la cultura material que los acompañaba en los siglos VI y VII. Este área cementerial siguió funcionando como tal, al menos hasta principios del siglo XI, como así nos lo demuestra una lápida, reutilizada de un anterior enterramiento, en la que se hacía alusión a Cristófora, “sierva de Dios”, enterrada en el año 983.

A medida que Qurtuba fue creciendo y la antigua Medina se fue quedando pequeña, la población, sobre todo a partir del siglo X, se vio obligada a agruparse en barrios a extramuros. Uno de estos barrios se asentó sobre los restos del palacio romano, del centro de culto cristiano y de la necrópolis cristiana. El urbanismo medieval, el de los siglos IX y sobre todo, el del siglo X, se organizó a partir de un trazado tanto radial como ortogonal, con calles perpendiculares, plazas y adarves. Hacia estos espacios públicos se abrían las viviendas, algunas de enormes dimensiones, edificios públicos como zocos o baños, y religiosos –se conoce una mezquita que puede visitarse en los sótanos de la estación de autobuses.

En el siglo XII se construyó una alquería, vinculada a la producción de aceite y a la fabricación cerámica. A partir de este momento no se vuelve a tener constancia de ocupación de esta zona que pasará a ser utilizada como huerta hasta el siglo XIX, cuando se transformó en un área industrial y ferroviaria. Será a finales del siglo XX cuando se reorganice todo este territorio, debido al soterramiento de las vías del tren y, sobre todo, a la construcción de la actual estación de ferrocarril cuya edificación se levantará en el mismo solar que el del palacio tardorromano.

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