Vuelven las inmobiliarias. ¿Y con ellas la burbuja?
Escaparates llenos de sueños. Luces, fotos y gente detrás de las mesas. “Pase y le informamos”. Después de casi una década en la que los sueños hipotecables del español de a pie han dormitado mayoritariamente en portales de internet, es el turno para muchos de volver a las calles. Allí se encontrará de nuevo con las inmobiliarias, un sector vilipendiado durante estos años al que, por mucho que se le haya disparado, siempre se ha mantenido en pie. Y que ahora que ha vuelto el crédito, ha aparecido rejuvenecido en la fiesta de la recuperación.
De aquel desague crediticio de 2007, que dejó las grúas paradas y que activó el alquiler, hubo que esperar casi 7 años para romper la tendencia negativa. En 2014 los datos de compraventa pasaron de rojo a negro. Para 2016 ya había movimiento auténtico y el año pasado el ritmo se disparó. Más hipotecas, más transacciones y un precio más alto, aunque lejos -por el momento- de los niveles anteriores a la crisis. También más empleo. En el último trimestre del año pasado, 130.000 personas se dedicaban a actividades inmobiliarias en España, 12.000 más que en el mismo periodo en 2016.
En cuanto a Córdoba, los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística sobre compraventa de vivienda son de noviembre de 2017 y son bastante reveladores. Hace dos meses, se vendieron legalmente en Córdoba 558 viviendas usadas, 183 más que en el mismo mes del año 2016, en el se vendieron 375. La mayoría de las transacciones (489) fueron de vivienda de segunda mano. La subida en un año es del 32 por ciento. Un pedazo de tarta importante.
Para entender cómo se mueve la pulsión hipotecaria de la vivienda cordobesa, el portal Idealista es un buen espejo en el que mirarse. En enero de 2018, tiene registradas casi 5.800 viviendas a la venta en la capital. En alquiler, sin embargo, apenas llega a 400 ofertas. Y en esta diferencia está una de las claves de la vuelta de la acción inmobiliaria.
Acción-Reacción: Más crédito y un mercado del alquiler saturado
“El mercado de alquiler está en un periodo de saturación debido a los alquileres vacacionales, y la gente está volviendo a la opción de compra porque es más rentable y de nuevo tiene acceso a crédito”, explica José Manuel Recio detrás de su mesa en el local que acaba de abrir el Grupo Inmobiliario y Financiero Redpiso en la Plaza de San Miguel. Recio tiene 33 años y se formó con Redpiso en Madrid antes de que le surgiera la oportunidad de volver a su tierra de origen dentro de la expansión del grupo, nacido en plena crisis, y que hoy cuenta con más de 200 oficinas en toda España.
La de Córdoba está recién abierta, señala su director comercial, que especifica que, antes de aterrizar analizaron el número de compraventas de los últimos años en la ciudad, y les pareció un mercado “bastante bueno” para la implantación. “Es verdad que cuando lo analizamos había un número más reducido de competencia de lo que hay hoy. Pero sí que veíamos que teníamos posibilidad de negocio”, añade. No recuerda los datos de memoria, aunque acierta a enumerar, al menos, a una decena de grupos inmobiliarios instalados en la capital.
También identifica de dónde viene el agua que riega esta demanda, en este caso el “nuevo flujo de crédito que están dando los bancos”. Y la presencia física, según cuenta, busca sobre todo visibilidad y posicionamiento en una determinada zona de interés. No hay que olvidar que los tiempos en los que los pisos se buscaban con las manos -pasando hojas de periódicos, señalando ventanas, y ojeando catálogos inmobiliarios- y no a golpe de ratón han pasado, y hoy todas las compañías de este tipo están en internet. Recio, sin embargo, se muestra muy contento con sus nuevas instalaciones, ubicadas en una calle comercial de mucho tránsito, lo que le permite a él y sus asesores salir a charlar de manera proactiva con curiosos y potenciales clientes.
Además, según señala, Redpiso trabaja de manera particular, centrándose en la exclusividad. “Nuestros inmuebles sólo los tenemos nosotros por un periodo de tiempo mínimo, pactado con el cliente”, indica. Para ello, ofrecen una valoración gratuita de la vivienda en base a criterios de mercado y se le informa del precio real por el que podría salir la venta.
Nuevos servicios cuando el producto está al alcance de culquiera
Este tipo de servicios son los que hacen que los vendedores hayan vuelto a confiar en las inmobiliarias. “Valores como la capacidad de negociación o la capacidad de promoción son clave hoy en día. Ahora nos matamos por ser cada vez mejores”, explica el director de Ocasión Casa, Fernando Serrano, que vive el proceso inverso a Recio: La suya es una empresa cordobesa a punto de abrir una oficina en Madrid.
El caso de esta empresa quizá sea el más paradigmático de la vuelta de las inmobiliarias en Córdoba, donde cuenta con 17 locales. Serrano ya venía del sector cuando decidió abrir su propia compañía en diciembre de 2008, en plena crisis. Había estado cobrando 5.000 euros al mes por vender pisos “sin tener ni idea” y pasó de repente a estar trabajando con su propio portátil en su propia empresa desde la modesta sede que instaló en su propio piso. Hoy, 9 años después, Ocasión Casa ha cerrado 2017 con 28 oficinas en Córdoba, Málaga y Granada, y está a punto de expandirse a Madrid y Sevilla. Todo en un mercado que ha cambiado bastante en esta década de crisis.
“Antes teníamos el producto y el cliente tenía que pagarte sí o sí. Ahora el producto está en internet al alcance de cualquiera”, reflexiona Serrano, quien se confiesa sorprendido por el achuchón que ha tenido su empresa a nivel de franquicias en el último año, aunque reconoce que quizá se deba a que es “un loco de las inmobiliarias”. Sobre el porqué de este boom es explícito: “Es un sector que no está regulado, de modo que cualquiera puede abrir una inmobiliaria. Es bueno porque hay más aperturas, pero es malo porque no hay baremo de calidad para quien lo abra”.
¿Una burbuja de oficinas inmobiliarias?
“Esto no es como un Naturhouse, que tiene que ser endocrino el que lo abre. Aquí cualquier persona puede abrir una agencia”, sigue meditando Serrano. En su caso, criado en un ambiente sindical -su padre fue un histórico dirigente de CCOO-, dice que su apuesta para distinguirse de la competencia está en el perfil de sus empleados, todos con contrato indefinido, y sus franquiciados, que comparten unos rasgos muy definidos. “Buscamos gente joven, con ganas y que no venga con experiencia en inmobiliarias. Sabemos que la actitud es el 80% y la formación la damos nosotros”, especifica al respecto. Y se muestra absolutamente convencido de que éste es el motivo por el que, a punto de cumplir 10 años, “Ocasión Casa tiene cero denuncias y cero hojas de reclamaciones”.
Esta apuesta por la juventud, que prácticamente comparten hoy casi todas las inmobiliarias, se nota especialmente en el caso de Ocasión Casa por su posicionamiento en redes sociales, donde triplica a sus competidores locales en número de seguidores y donde lanza campañas que buscan cierta viralidad, aunque sea a nivel local, y en las que los trabajadores también son protagonistas.
Recio y Serrano, ambos jóvenes y cordobeses, son un ejemplo del nuevo sector inmobiliario que ya está instalado en Córdoba. Un ejército rejuvenecido que, sin embargo, se sigue nutriendo de los sueños hipotecables de los españoles de a pie y de la cultura de compra de vivienda de este país. “Es que si el alquiler no fuese tan caro y costase 180 euros, que es lo que debería de valer, tendría sentido”, replica Serrano. Recio, por su parte, coincide con este pensamiento y augura que el arrendamiento de larga duración puede sufrir bastante en una ciudad como Córdoba, seducida como está ante los alquileres vacacionales, lo que puede acabar provocando una burbuja.
¿Pero, y la burbuja inmobiliaria? Ambos creen que es prácticamente imposible que se vuelva a niveles de precio y compraventa anteriores a la crisis. Los dos parecen seguros, aunque ambos dejan un resquicio para la duda. Parece lógico. Al fin y al cabo, hace unos años, muy pocos hubieran apostado a que las calles de Córdoba volverían a llenarse de escaparates llenos de sueños hipotecables.
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