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“Vengo de Europa de pedir la justicia que en España no me dan”

FOTO: MADERO CUBERO

Alfonso Alba

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VÍDEO: MADERO CUBERO

El Parlamento Europeo da la razón a la hija de un fusilado cordobés que quiere saber donde está enterrado su padre

Guillermina Gómez Angulo nació seis meses después de que fusilaran a su padre. No lo conoció más allá de lo que le contaba su madre y quien lo trató. Esta mañana, sobre la fosa común del cementerio de la Salud de Córdoba donde puede estar enterrado su padre lloraba desconsoladamente. “Mi padre es a la persona a la que más quiero en el mundo”, decía. Su padre fue Anselmo Guillermo Gómez Bermúdez, un juez de paz de Palma del Río militante del PSOE y fusilado en Córdoba en 1936. Su hija lloraba esta mañana junto a los Muros de la Memoria que instaló el Ayuntamiento de Córdoba y donde aparece el nombre de su padre. Guillermina lleva una lucha descomunal en España para que alguien le diga qué pasó con “la persona a la que más quiero en el mundo” y “se están portando regular conmigo”. Ahora, después del portazo que recibió en los Juzgados de Posadas ha sido el Parlamento Europeo el que ha exigido a España, de forma unánime, que investigue qué pasó con Anselmo Guillermo Gómez Bermúdez.

“Vengo de Europa de pedir la justicia que en España no me dan”, exclamaba Guillermina. Antesdeayer, habló en Bruselas ante todo un Parlamento Europeo. Tuvo cinco minutos pero le dio tiempo a decir que a su padre lo mataron “por socialista y por defender al pobre. En Palma del Río [donde su padre ejercía como juez de paz] veía mucha injusticia, a niños casi desnudos por la calle y eso él no lo podía soportar”. Según Guillermina, su padre se enfrentó “a los señoritos del pueblo” y por eso lo fusilaron. Cuando estalló la Guerra Civil, lo delató una persona que iba a comer a su casa. Lo subieron a un camión y, al poco, fue asesinado. La hija de Guillermina también se dirigió al Parlamento Europeo para exigir justicia y, sobre todo, para denunciar que su abuelo fue una “víctima del terrorismo”.

Esta es la primera vez que el Parlamento Europeo exige a España, de forma unánime, que se investigue qué ha pasado con un fusilado de la Guerra Civil. Por eso, Guillermina se ha dirigido al ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, para pedir “que haga justicia de verdad y no nos deje a medias”. Guillermina quiere saber dónde está enterrado su padre, si en el cementerio de San Rafael o en el de la Salud, o en alguna de las fosas comunes que hay en el término municipal de Córdoba. También quiere saber cuándo fue fusilado y porqué. Quiere tener acceso a un expediente que, según su testimonio, el Juzgado de Posadas le negó. “No llegaron ni a recogerme los papeles que quería presentar”, denuncia.

Guillermina no conoció a su padre. Su madre estaba embarazada de ella cuando lo fusilaron. Por eso, le pusieron a la niña los tres nombres del padre: Anselma Guillermina Camila. Pese a no vivir, sufrió la represión. Ella siendo niña, sus hermanos y su madre tuvieron que huir de Palma del Río. Tras el fusilamiento de su padre, “nos quitaron todo”. Sus bienes fueron incautados. “Se llevaron hasta un molino de aceite que teníamos”, recuerda. Y la familia huyó a Brenes (Sevilla), primero, y luego a Sevilla capital, donde sigue viviendo.

Esta mañana, en el cementerio de la Salud, Guillermina pasaba del llanto a exhibir una pequeña sonrisa por haber ganado esta dura batalla que inició hace unos cinco años. Junto a dos de sus hijos, que no se separaron ni un momento de ella, Guillermina depositó un pequeño ramo sobre el Muro de la Memoria entre la lluvia. Pero aún le queda camino. Ahora tiene que exigir ante las autoridades españolas el cumplimiento de lo dictaminado por el Parlamento Europeo y, sobre todo, saber qué pasó con su padre. Lo que sabe, lo sabe de oídas. Al parecer, uno de sus tíos, que era falangista, iba a salvarlo. Pero cuando llegó los militares le devolvieron sus objetos personales. “A mi madre le dijeron que murió de cara, que él no quería darle la espalda” a los que iban a matarlo. Y lo mataron. Desde ese día, entre julio y agosto de 1936, ya nunca se supo qué pasó con su cuerpo.

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