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Una valla para el presidente de las Cofradías que las quitó

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Manuel J. Albert

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Rafael Zafra, que presidió la Agrupación entre 1975 y 1979, se queja de que los palcos tapen la visión justo delante de su bar

Rafael Zafra está muy enfadado. Durante la Semana Santa los clientes de su bar, La Gloria, en Claudio Marcelo, no podrán asomarse con su cañita y su tapa a ver los pasos recorrer la carrera oficial. Los palcos que ha instalado justo delante impiden buena parte de la visión porque, tras las sillas privadas, se han instalado unas vallas de algo menos de dos metros que, tapizadas con el granate tradicional de estas fechas, impiden ver cómodamente las estaciones de penitencia. De ahí su enfado. Y que Rafael Zafra esté enfadado tampoco es cualquier cosa. Él fue presidente de la Asociación de Cofradías entre 1975 y 1979. Y lo que es más irónico, “durante mi mandato quité las vallas para que todos pudieran disfrutar de la Semana Santa”.

Zafra no se explica por qué se ha vallado solo una parte de la calle, entre los números 13 y 15 con esa altura y, en cambio, se ha dejado el resto con una separación de menor envergadura que sí permite ver el espectáculo. Pues la razón, según explica Francisco San Miguel, actual presidente de la Asociación, es sencilla: “Porque no había presupuesto para seguir vallando y el Ayuntamiento ha decidido hacer este primer tramo porque en la confluencia con Tendillas es donde más gente se aglomera”.

Las razones que esgrimen San Miguel para colocar estas altas separaciones es, precisamente, evitar las aglomeraciones. “El año pasado tuvimos el caso de un muchacho al que le dio un ataque de epilepsia y fue muy difícil acceder por la cantidad de gente que había allí”, ha explicado. Zafra no lo tiene tan claro y arquea las cejas cuando escucha esa explicación de boca del periodista. “Pero qué aglomeraciones, si esto no es como Sevilla, aquí no se lía tanto la cosa”, se queja.

La Semana Santa suele ser uno de los momentos más esperados por los bares y restaurantes de la carrera oficial. Pero la mayoría de ellos buscan, además de ser puntos de avituallamiento para el público, convertirse en balcones improvisados para poder ver los pasos tranquilamente. Pero con las vallas, eso se complica. Zafra no quiere entrar en si esas barreras se ponen para que la gente pague su cuota con las sillas oficiales. Pero por si acaso, Francisco San Miguel sí sale al paso y advierte de que cuando se instalaron las vallas “todas las sillas estaban ya compradas, no hay motivos económicos ninguno. Todo es por seguridad”, insiste.

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