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Turismo 0 en fase 1: alojamientos en busca de huéspedes

Una mujer en el Hotel Abadi | ALEX GALLEGOS

Juan Velasco

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Solo un puñado de alojamientos cordobeses han abierto sus puertas con la entrada de la ciudad en la fase 1. Los que lo han hecho, sea cual sea su forma jurídica -hotel, hostal o apartamento-, comparten varias cosas: las medidas de seguridad e higiene altísimas; y el mismo target, el único posible, los trabajadores con permiso de viaje.

Es el caso del Hotel Abadi, ubicado en la avenida de Libia, que regentan un matrimonio formado por Daniel Sánchez y Cristina González. Abadi abrió sus puertas este lunes, tras casi dos meses cerrado. Lo hizo aprovechando que dispone de servicio de cafetería y puede dar atención en veladores, porque lo que se dice clientela hotelera, no tiene mucha. “Un 10%, si es que llega”, explica Cristina, que atiende a este periódico desde la recepción.

Los huéspedes actuales son solo trabajadores con justificante laboral, pertenecientes en su mayoría al sector de las construcción y afines, como telecomunicaciones o empresas eléctricas. Currantes que están en Córdoba cubriendo servicios de mantenimiento de instalaciones. Este hotel, que abrió en el año 92, y reabrió reformado a finales de 2018, siempre ha trabajado con este sector, aunque, claro, en los meses de primavera su clientela solía ser mucho más variada e internacional.

Eso se ha ido. El hotel, que ahora mismo solo lo trabajan ella y su marido -todos los demás están en ERTE- está muy tranquilo, a excepción de por las cinco mesas de la cafetería. Cristina aclara que más tranquilidad hay de 16:00 a 18:00, cuando se cierra entero para proceder a la desinfección de las zonas comunes con una máquina de ozono. En las habitaciones, se hace también todos los días.

La higiene y las medidas de seguridad son también extremas en Apartamentos Alberca, en la calle Fernando Colón, uno de los alojamientos que acaba de abrir tras el estado de alarma. Se trata de una antigua casa señorial del siglo XIV que fue elegida mejor alojamiento alternativo en los premios Trivago, y que regenta Manuel Fragero, una de las voces más relevantes del sector del alojamiento por su pertenencia a la Asociación de Empresarios de Hospedaje (Aehcor), que presidió en su primera etapa.

Fragero gestiona Apartamentos Alberca y Apartamentos Barroso Centro, en la calle Barroso. Este último se convirtió en espacio refugio desde el principio, aunque las dos primeras semanas nadie apareció por ahí. “Luego empezaron a entrar cuatro o cinco reservas y se fue abriendo poco a poco”, recuerda el gerente, que ha sido quien se ha encargado de gestionar ambos espacios junto a una trabajadora parcialmente liberada del ERTE.

Su objetivo, si se mantiene la ocupación en ellos -que ronda en estos momentos el 30%- es sacar a otra persona más del ERTE. En marzo, antes de todo esto, eran diez los empleados. Fragero es cauto. Muy cauto al respecto. “Nunca había vivido esta agonía y más en las fechas en las que nos ha tocado”, explica, recordando que los trabajadores que hoy están en sus apartamentos -transportistas y personal del sector de la alimentación y del mantenimiento-, quizá en verano no acudan, puesto que habrá menos trabajo.

Y el turismo no está ni se le espera. “Con suerte en 2020 vamos a echar octubre, noviembre y diciembre. Y sin turismo internacional hasta 2021 por lo menos”, indica Fragero, que apunta a otros dos indicadores de la actual ruina: la caída en los precios y la devolución sin consultar que han hecho las agencias virtuales de las reservas, sin dar opción a reprogramarlas, como sí ha hecho él personalmente con quien los ha llamado por teléfono.

Otro de estos hoteles refugio es el Hostal San Rafael, en la carretera de Madrid, y que regenta Emilio Espinosa. Se trata de un espacio con 15 habitaciones y que siempre ha trabajado el sector de los trabajadores de viaje, aprovechando su ubicación. Este martes tiene ocho huéspedes, más de la mitad de las habitaciones ocupadas, aunque todas ellas han sido convertidas en individuales, con lo que el dato de ocupación es engañosa.

Espinosa solo acepta desde hace dos meses a trabajadores “con certificado y salvoconducto”, y solo trabaja de lunes a jueves. Reconoce que este tiempo ha sido duro y que ha llegado a sentir miedo al contagio, pues, al igual que ocurre en el resto de alojamientos abiertos, los huéspedes proceden a veces de zonas como Madrid o Barcelona.

También trabaja en soledad. Él recibe, atiende y despide a los clientes. Las habitaciones las limpia con lejía y productos de limpieza. Luego las deja entre un día y un día y medio ventilándose, buscando eliminar cualquier posibilidad de contagio. Toda precaución es poca, a su juicio.

La situación es compleja y la incertidumbre es el único huesped en los pocos hoteles que hay abiertos en una ciudad como Córdoba, que carece de un tejido industrial que demande entradas y salidas de personal de otras provincias. Los alojamientos, mientras tanto, se tambalean buscando huéspedes y el propio sector hace números sobre cuándo se podrá dar una tímida reanudación de la actividad.

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