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Los jueces ya usan la jurisprudencia del caso de 'La Manada': condenado a 17 años por violar y secuestrar a una joven cordobesa

Fachada principal de la Ciudad de la Justicia.

Alfonso Alba

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El caso de La Manada ya está sentando jurisprudencia en las sentencias condenatorias por delitos de agresiones sexuales. En Córdoba, la Sección Tercera de la Audiencia Provincial acaba de firmar una sentencia en la que condena a 17 años de cárcel a un hombre que, según el fallo, violó, secuestró y humilló a una joven en septiembre del año 2016 en una parcela de la ciudad. El condenado, que tiene ahora 29 años, está en paradero desconocido. Aún no se le ha podido localizar para comunicarle la sentencia por la que debería ingresar en prisión, aunque la misma no sea firme.

Los jueces de la Sección Tercera, presidida por el responsable de la Audiencia Provincial, Francisco de Paula Sánchez Zamorano, consideran que los hechos corresponden con un claro delito de agresión sexual, y para ello citan en el artículo cuarto de los fundamentos jurídicos “la conocida sentencia del Tribunal Supremo 344/2019, de 4 de julio, conocida como de La Manada”.

El relato de los hechos probados para los jueces durante el juicio describen una auténtica película de terror para una chica que entonces tenía 27 años y a la que le han quedado graves secuelas psicológicas. De hecho, los jueces han condenado al procesado a pagar a su víctima una indemnización de 25.000 euros por daños morales, la cantidad íntegra solicitada por la acusación, la abogada Aurora Genovés.

Todo ocurrió en la madrugada del 25 de septiembre de 2016. La víctima acudió a la Feria de los Colores de Encinarejo junto a dos amigas. Las chicas pretendían volver a Córdoba en autobús a primera hora de la mañana, cuando la fiesta concluyese. No obstante, a las 3:00 de la madrugada la feria acabó. Un conocido se ofreció a buscar un vehículo para que las tres amigas regresasen a casa. Solo una de ellas, la víctima, tenía carnet de conducir, por lo que le propuso llevarla en moto hasta el lugar donde tenía el vehículo. Fue en ese momento cuando comenzó la pesadilla.

Según se relata en la sentencia, en los hechos probados, ya en la moto el amigo (ahora condenado a 17 años de cárcel y en paradero desconocido) comenzó a conversar con ella. La chica ya advirtió algo extraño cuando el hombre le insistía en que le abrazase mientras conducía la motocicleta. Al poco llegaron a una parcela de la urbanización La Perla. Dentro había un vehículo con una rueda pinchada, algo que advirtió la chica. El joven simuló hablar con un amigo para que le trajese las llaves. Poco después, y “con el propósito de satisfacer sus deseos sexuales”, según los jueces, el hombre le pidió entrar en la casa y que le diera un beso. La chica se negó en rotundo y le pidió que trajese el coche para poder marcharse del lugar lo antes posible.

Desoyendo sus ruegos, el chico, tras consumir cocaína, abandonó la casa en la moto durante unos minutos. Al regresar, “le engañó” diciéndole que ya tenía las llaves del coche. En ese momento, entró en la casa, y según el fallo judicial, le dijo a la víctima: “si te portas bien y haces lo que te diga te irás pronto”. La joven entró en pánico y comenzó a comunicarse con sus dos amigas, que estaban en Encinarejo esperando a que volviese con un coche, por WhatsApp. Las amigas le pidieron que le mandase la ubicación. Pero al ver el mensaje, el procesado le arrebató violentamente el teléfono y le dijo: “Por portarte mal vas a estar más rato”.

Fue entonces cuando el procesado se aseguró de que la cancela de la parcela estaba bien cerrada, tenía en su poder el móvil de la chica y le amenazó para que entrase en la casa: “cuanto antes te metas en la casa, antes te irás”, le dijo. El hombre había visto que la víctima tenía una hija en las fotos de su teléfono móvil. Ante ello, según la sentencia, tampoco dudó en amenazar a la chica con hacerle daño: “¿Tú quieres mucho a tu hija, verdad? Pues si quieres seguir viéndola con vida tienes que hacer todo lo que te diga”, le inquirió. Ahí comenzó la agresión sexual.

Las amigas buscan ayuda

Las dos amigas que se habían quedado en Encinarejo supieron que algo malo le estaba pasando a su compañera tras la conversación que mantuvieron por WhatsApp. Al no poder volver a contactar con ella pararon a una patrulla de la Policía Local. Los agentes habían acudido a disolver varias peleas que se habían producido en la zona. Pero esta patrulla lo dejó todo al escuchar el relato de estas dos chicas.

Las amigas no sabían exactamente dónde estaba su compañera. Conocían al hombre, pero no sabían dónde vivía. Tras patrullar infructuosamente la zona en su busca, los agentes decidieron acudir de urgencia a la comisaría. Allí, las dos jóvenes comenzaron a indagar a través de internet, a través de los perfiles de redes sociales del procesado, hasta que finalmente dieron con su nombre y sus apellidos. Los agentes entonces consiguieron ubicar a través de Google Maps el lugar de la parcela y acudieron de urgencia a la zona.

Tres horas de secuestro

Mientras sus amigas trataban de dar con ella, la víctima estaba viviendo una pesadilla. El procesado, según la sentencia, “despojó de la camiseta y espolvoreó cocaína en sus pechos, diciéndole a la víctima que se los chupara”, a lo que se negó. Tras esto, el hombre, siempre según los hechos probados del fallo judicial, comenzó a azotarle en las nalgas, le obligó a desnudarse, a decirle que “era su puta y su perra”, a escupirle en la cara y en el pecho.

La chica, en estado de pánico total, accedió a los deseos del hombre. El procesado, siempre según el relato de los hechos, le introdujo “los dedos en la vagina y en el ano de manera brutal” e intentó meterle también la tarjeta del teléfono móvil que le acababa de quitar. También llegó a hablar por teléfono con terceras personas “a las que invitó a tener sexo con ellas”.

En ese momento se personó en la parcela la Policía Local. Los agentes llamaron a la puerta sin que nadie respondiese. Los policías llegaron a escuchar los sollozos de la víctima, por lo que optaron por saltar la tapia. Al llegar a la casa vieron cómo se apagaba una luz del interior. Al amenazar con echar la puerta abajo finalmente el procesado la abrió. La chica, semidesnuda, salió corriendo y se abrazó a un policía local, al que pedía insistentemente que la defendiera, que no la dejara sola.

La sentencia

Los jueces, en los fundamentos jurídicos, califican de “escabroso” todo el relato que “debe ser merecedor de un grave reproche penal por la existencia de varias infracciones delictivas”. Así, consideran que “la violencia e intimidación aparece con mayor claridad en este caso” que en el de 'la manada', que ya tuvo una enorme repercusión nacional. Por ello condenan al procesado a diez años de cárcel por un delito continuado de agresión sexual (los jueces consideran que fue solo uno aunque continuado durante tres horas), a cinco años por detención ilegal y a dos años por trato degradante.

Además se le prohíbe durante 12 años más a estar a menos de 500 metros de distancia de la víctima y al pago de una indemnización de 25.000 euros por las secuelas psicológicas generadas. No obstante, ya durante el proceso el acusado se declaró insolvente.

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