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Condenado a dos años y medio de cárcel por llevarse 700 toneladas de naranjas sin pagar de Palma del Río

Naranjas.

Alfonso Alba

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La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Córdoba ha condenado a dos años y medio de cárcel a un empresario acusado de estafar a varios agricultores de Palma del Río, a los que les compró 700 toneladas de naranjas pero que nunca les habría pagado, según consta en los hechos probados del fallo judicial, al que ha tenido acceso este periódico. El hombre ha sido condenado también a indemnizar a los afectados con más de 160.000 euros y a pagar una multa de ocho euros al día durante 18 meses.

Los agricultores, defendidos en parte por Sanivo Abogados y con una acusación ejercida también por la Fiscalía Provincial de Córdoba, denunciaron los hechos a finales del año 2013, cuando comprobaron cómo este empresario con el que habían llegado a un acuerdo se había llevado el fruto y no lo había pagado. La Sección Segunda ha absuelto a un agricultor palmeño que también estaba procesado y que presuntamente había sido utilizado por el hombre condenado para ganarse la confianza de los citricultores palmeños. En el fallo no consta que supiera que el empresario, oriundo de Murcia, se iba a quedar con el fruto y no lo iba a pagar.

En este caso fueron estafados no solo los propietarios de las naranjas, sino también los transportistas y los trabajadores que las recogieron, ya que no cobró el dinero convenido ni uno de ellos. Los jueces aseguran que a día de hoy no se conoce el destino de las naranja ni tampoco dónde está el dinero que se les debe a los palmeños que fueron estafados.

Según consta en el fallo, el condenado llegó a un acuerdo con responsables de una de las principales cooperativas de Palma del Río, con los que se ganó la confianza. Se llegó a dar de alta como socio colaborador y nombró a una especie de capataz para representar sus intereses, dirigir a los transportistas y a los trabajadores para la recolección del fruto y su traslado a Murcia.

El procesado dirigía una empresa con “apariencia de solvencia” que “derivaba del desarrollo de las labores de recogida” de la naranja, de la intermediación de un agricultor de la zona y de su relación con la cooperativa, a donde se trasladaría el fruto. Eso le permitió cerrar acuerdos con varios de los agricultores de Palma del Río. El producto fue derivado “directamente desde el campo” o desde la cooperativa “a una serie de entidades relacionadas bien con él mismo o con familiares suyos”, según el relato de los hechos probados. Pero hasta el día de hoy no consta que haya abonado dinero alguno por todas las transacciones salvo unos 10.000 euros que se firmaron como anticipo.

Por todo ello, los jueces consideran a este hombre, que responde a las iniciales M. G. M, como responsable de un delito de estafa agravada, pero con la atenuante de dilaciones indebidas, lo que reduce la pena a imponerle a dos años y medio de prisión.

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