La UCO descubre un nuevo método para medir las distancias cosmológicas con mayor precisión
La Universidad de Córdoba (UCO), junto a varias universidades de Shanghái (China), acaba de publicar en la revista Nature Astronomy un nuevo procedimiento para detectar oscilaciones acústicas de bariones (BAO), una de las pocas huellas del Big Bang que aún pueden intuirse en el universo y que permiten establecer con más exactitud la distancia a las galaxias lejanas
Según ha informado la UCO en una nota, tras un complejo análisis estadístico, con alrededor de un millón de galaxias, un equipo de investigadores procedentes de varias universidades chinas y de la UCO ha podido publicar en la citada revista los resultados del estudio que han llevado a cabo durante los dos últimos años; un trabajo que permitirá de ahora en adelante establecer con mayor grado de precisión distancias cosmológicas.
El estudio ha desarrollado un nuevo método para detectar las denominadas BAO. Estas ondas, cuya existencia se demostró por primera vez en 2005, son una de las pocas huellas del Big Bang que aún pueden intuirse en el cosmos. Se propagaron durante los primeros 380.000 años de vida del universo, expandiéndose como ondas de sonido a través de una materia tan caliente que actuaba como un fluido, algo parecido a lo que ocurre al tirar una piedra en un estanque de agua. Posteriormente, el universo se expandió y enfrío hasta el punto de que esas ondas quedaron congeladas en el tiempo hasta la actualidad.
Lo interesante de estas oscilaciones, testigos de casi toda la historia del cosmos, es que tienen una longitud perfectamente conocida (500 millones de años luz), por lo que en la actualidad son de gran utilidad para medir distancias cosmológicas a partir de la separación entre galaxias. Poder detectarlas y conocer su tamaño es, por tanto, de suma importancia para cartografiar correctamente el universo hasta puntos muy lejanos.
A este respecto, el investigador del Departamento de Física de la UCO y único autor español de la investigación, Antonio Cuesta, ha explicado que “los resultados de este estudio nos permiten ahora detectar estas ondas a través de un método nuevo e independiente del tradicional. Al combinar ambos, podemos establecer distancias cósmicas con mayor precisión”.
Este nuevo trabajo ha cruzado, a través de métodos estadísticos, una base de datos con cerca de un millón de galaxias, prestando especial atención a dos magnitudes muy diferentes: la elipticidad de las galaxias y la densidad que hay a su alrededor.
Normalmente, las galaxias se orientan estirándose a donde hay un mayor número de otras galaxias debido a la atracción de la gravedad, pero hay ciertos lugares del universo en los que esta regla no se cumple con tanta intensidad. “Es en esos puntos, en los que las galaxias no apuntan a donde deberían, en donde las estadísticas nos dicen que están localizadas las denominadas BAO, ya que estas ondas también actúan como punto de atracción de gravedad”, según ha subrayado Cuesta.
“La primera aplicación práctica que podría tener este trabajo --ha proseguido-- es establecer con más precisión dónde están localizadas las galaxias y la separación que hay entre ellas y la Tierra, pero de alguna forma también nos estamos asomando al pasado”.
Esta nueva aproximación a las BAO, claves para dar respuesta a algunas de las grandes preguntas sobre el universo, abre nuevas puertas al mundo de la astronomía. Establecer distancias cosmológicas ofrece, a su vez, nuevas pistas sobre la historia de expansión del universo y ayuda a entender su composición en términos de materia y energía oscura, dos de los componentes más esquivos y enigmáticos del cosmos.
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