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TT Córdoba: el espacio donde familia y menores transexuales normalizan su vida

Una de las reuniones en Rey Heredia | ÁLEX GALLEGOS

Carmen Reina

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La cita se cumple todos los viernes desde hace ya más de un año en el centro social Rey Heredia. Una de sus salas acoge semanalmente la reunión de padres, madres y sus hijos: chicos y chicas menores la mayoría de ellos que afrontan el proceso de la transexualidad. Lo que para mucha gente en el exterior es un tema casi tabú, se vive con una apabullante naturalidad en estas reuniones donde, codo con codo y no por separado, familia y menores normalizan su vida, trabajan para hacer el tránsito lo mejor posible y planean acciones de sensibilización para el resto de la sociedad.

El grupo, al que acuden miembros desde la capital cordobesa, su provincia y también de zonas como Jaén, se denomina TT Córdoba y está también integrado por dos profesionales especialistas en el ámbito sanitario y el educativo –una sexóloga y un médico escolar- que asesoran y conducen a las familias y sus hijos en el desarrollo personal que atraviesan. Porque su objetivo primordial es desafiar la soledad y la desinformación que sufren las familias que se ven ante un cambio así en sus hijos.

Un proceso que, relatan, aparece de repente en sus vidas, trastocándolas, y al que en su mayoría hasta ahora se enfrentaban solos. Y de esa, soledad, precisamente, nació la necesidad de buscarse, de relacionarse entre ellos, de saber que no eran casos aislados sino que su situación era la misma que la de otras muchas familias, ocultas ante los ojos de la mayoría.

Carmen fue la primera madre que, ante esa situación de soledad y desinformación que vivía con el proceso de cambio de su hijo, intento contactar con otras personas que estuvieran en su misma situación. Precisamente a través de su hijo conoció a los de Lola y ambas iniciaron la tarea del boca a boca y la difusión para comenzar la tarea que tenían en mente. Su idea surtió efecto y, poco a poco, el resto de miembros de TT Córdoba se integraron en las reuniones en el Rey Heredia.

Lola llegó al grupo con sus dos hijos, Alex de 20 años y Dylan de 16, ambos en proceso de cambio. Recuerda cómo la desinformación era la nota común de todos ellos. “Lo primero que hicimos en el grupo fue estudiar, leer, informarnos, buscar por internet”, relata sobre la falta de información y recursos con que habitualmente se encuentran las familias con un menor transexual.

Entre ellos, la primera tarea fue “tranquilizar a las familias. Eso es lo primero”, explica Eva, madre de Alma, de 16 años. “Ves que te encuentras con gente normal, que somos padres y madres como otros, que estás totalmente perdido y en medio de una gran soledad”, cuenta sobre su experiencia al contactar con el grupo.

Y a partir de ahí, se pusieron a trabajar, con los miedos de padres y madres, y con la naturalidad que los propios chicos y chicas afrontan su cambio porque tienen clara cuál es su identidad sexual. Esa identidad que en cada persona existe desde el nacimiento, aunque desde fuera sólo se le haga caso a la apariencia física, explica la sexóloga, Carmen Jurado. De hecho, en TT Córdoba han vivido casos de niños que con solo 2 años ya mostraban que su identidad sexual era otra. “En la guardería, su foto estaba en la puerta del aseo de los niños y la cogía cada día para cambiarla al de las niñas. ‘Es que siempre se equivocan, mamá”, reclamaba la pequeña.

“El acompañamiento en todo el proceso es vital”, apunta esta experta que les asesora y que, además, es miembro de la Mesa de Transexualidad del Hospital Reina Sofía de Córdoba. Ella misma se define como “el lazo de unión” del grupo con el sistema sanitario, pero también trabaja en la formación y adecuación de los profesionales para tratar a los transexuales, que cuentan con un protocolo sanitario en este ámbito en Andalucía desde enero de 2015.

El otro puntal donde padres e hijos de TT Córdoba están asesorados profesionalmente es el ámbito educativo. Ahí juega su papel José Luis Castillo, médico escolar que ha propiciado charlas en centros escolares donde es esencial formar a profesores y alumnado para que conozcan qué es la transexualidad y formen parte del proceso de tránsito de los chicos. “Hay que evitar el sufrimiento innecesario en su infancia”, señala Castillo sobre el entorno educativo que rodea a un menor en su cambio, donde “existe un protocolo educativo para que los profesores sepan manejarse en estas situaciones con los chicos trans, pero queda mucho por hacer en sensibilización en los centros, llegar hasta ellos para que vean la realidad”.

En esa tarea están desde TT Córdoba, en normalizar sus vidas, empezando por los mismos chicos y chicas objeto del cambio. Desde su naturalidad y con una amplia sonrisa, Alex recuerda cómo decidió decirle a sus amigos y su entorno que era un chico: “Yo escribí una canción y la publiqué en mi Facebook, para contarlo. Al día siguiente los amigos me felicitaron”.

Porque ese apoyo, tanto en casa

como entre las amistades, es lo que demandan los jóvenes. “Hay que dar tiempo también al entorno, a la familia, todos necesitan adaptarse”, explica Lola, “pero llega un momento que quieren ir más rápido, necesitan volar ya”.

Necesitan decir quiénes son. “Y lo primero que demandan es cambiar su nombre a su identidad real”. La normativa para cambiar el nombre y el sexo en el DNI tampoco ayuda, ni las edades a las que una persona puede hormonarse para apoyar el tránsito. Por eso, en todo el proceso de cambio que afrontan estos jóvenes, “el momento de tránsito es donde los menores son más vulnerables”, indica unos de los padres, que advierte sobre la dificultad especial de la adolescencia en menores transexuales. “Desde que se muestran como son hasta el cambio definitivo viven una época ‘unisex’ y el entorno no lo entiende bien”.

Pese a los obstáculos, las experiencias que se transmiten en TT Córdoba perfilan los pasos adelante que estas familias están dando para afrontar la transexualidad de sus hijos. Ejemplo de ello son Nube y Sergio. Nube, una chica de 13 años que viene a la reunión con su madre, Erika, se encuentra inmersa en pleno cambio en la adolescencia. Junto a ella, Sergio, de 37 años, que acude a las reuniones del grupo para que su experiencia, hace muchos años ya y vivida con absoluta desinformación, soledad y sin protección legal, sirva para que no se repita entre los chicos que le rodean. “Se trata de acompañar al menor, para que el individuo evolucione libremente. Yo, durante 33 años no supe qué me pasaba. No lo identificaba, no sabía qué era la transexualidad”, recuerda sobre su propia vida y cómo eso le ha hecho acercarse hasta aquí “para ayudar, ser de utilidad, hablar y hacer terapia de grupo, que tengan la información que yo no tuve”.

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