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REPORTAJE

“Nos tratan como a números, pero somos personas”: tres historias de la plantilla cordobesa de Atento

Paqui, con un silbato, en la concentración de la plantilla de Atento por los traslados colectivos

Juan Velasco

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Susana comenzó a trabajar en la empresa Atento en el año 2003, cuando esta compañía multiservicio que puso en marcha Telefónica apenas llevaba cuatro años en activo en España e Hispanoamérica. Era una época que casi parece la prehistoria, en la que la compañía española aspiraba a liderar el sector del call center en todo el mundo hispanohablante. Y durante años lo fue.

Hoy, Atento forma parte de un fondo empresarial cuyos responsables resulta muy difícil rastrear, pues se ocultan, como dice ella, detrás de eso que se llama “ingeniería financiera”. Lo que sí se puede certificar es que, nueve años después de que Susana entrara en la compañía, Telefónica se la vendió a Bain Capital, una empresa cuya sede social está en Boston, Massachussets.

Telefónica la vendió por algo más de 1.000 millones de euros y, dos años después, en 2014, cuando la borrachera mil millonaria terminó, llegó la resaca: Atento compaginó su entrada en bolsa en Wall Street con un ERE (Expediente de Regulación de Empleo) con el que se deshizo del 5% de la plantilla. Un despido colectivo que acabó en los tribunales con sentencias de nulidad.

Finalmente, Bain acabó vendiendo toda su participación en 2020 a un grupo de acreedores, incluidos Farallon Capital Management, el fondo soberano de Singapur GIC y HPS, que pasó a convertirse en el primer accionista. Todos estos movimientos, que suceden en despachos, restaurantes y salas de tribunales, se han ido produciendo uno detrás de otro, mientras Susana acumulaba años de dedicación a la empresa.

Los culpables de los números rojos

“He pasado ya por todos los servicios, por todo. He visto aquí de todo. Hemos hecho un ERE, hemos perdido a compañeros, de todo. Lo que no había visto es a la empresa tan cerrada como ahora”, cuenta esta mujer, una de las 108 trabajadoras cuya vida está en el aire si Atento no cambia sus planes de ofrecer traslados forzosos y cerrar su centro de trabajo en Córdoba, ubicado en la zona de Levante, y el segundo, tras el de Toledo, que más se verá afectado de toda España si la empresa ejecuta su plan

Para Susana, que es la presidenta del comité de empresa, la situación es un punto menos dramática que para muchas de sus compañeras, puesto que no tiene hijos a su cargo. Eso sí, nadie la libra de la paradoja personal. Lo cuenta con una media sonrisa que no oculta la amargura: “Mi pareja vive fuera, porque es profesor, y este año lo destinan a Córdoba después de siete años fuera. Bueno, pues casualmente a mí me quieren destinar ahora lejos de Córdoba”.

En sus 21 años de trabajo en Atento, Susana no se ahorra una mirada crítica sobre la gestión de la empresa. “Han gestionado muy mal su dinero, lo único que tienen ahora son números rojos, de los que nosotros somos los últimos culpables”, denuncia. Según Susana, la situación actual es el resultado de malas decisiones financieras y una gestión ineficiente. También, apunta, de una falta de empatía que sólo se puede explicar desde la aplicación del turbocapitalismo: “Nos tratan como números. Pero no lo somos. Somos personas”, afirma con contundencia.

Una plantilla feminizada, con una media de edad de más de 40 años

A su lado este martes, sosteniendo una pancarta, estaba Carmen. Lleva más de 13 años trabajando en Atento. Como muchas de sus compañeras, se enfrenta a la posibilidad de un traslado que ve inviable. 

“A nivel personal lo llevo muy mal, porque somos familias arraigadas con una media de edad en plataforma de más de 40 y 45 años y es inviable la posibilidad de traslado”, comenta. En su caso, tiene dos hijos y una reducción de jornada a 30 horas semanales. “Con mi sueldo y con la familia es inviable irme a otra provincia”, afirma, antes de apuntar que, en casa, no son buenos días: “Se sobrelleva, unos días mejores y otros peores, pero nos encontramos con una situación económica bastante complicada”.

Paqui, por su parte, también comparte años de servicio (13 y medio). Y la angustia. “Tengo dos hijos, uno de 12 y otro de 8 años. Es imposible trasladarme a otra ciudad con el sueldo que tenemos aquí”, lamenta. Paqui destaca la falta de propuestas viables por parte de la empresa, que solo plantea el traslado a otras provincias sin mejorar las condiciones laborales.

Teletrabajo de la noche a la mañana, teletrabajo fuera de la negociación

En la mente de estas tres mujeres, aún está el recuerdo de la pandemia, cuando, de la noche a la mañana, pasaron a teletrabajar en sus casas. Hoy, esta posibilidad, no está sobre la mesa en las negociaciones, porque la empresa no parece querer ponerla en marcha. “Porque es un despido encubierto”, insiste Paqui, algo con lo que coinciden Susana y Carmen.

Esta última, por ejemplo, recuerda que, hace cuatro años, “en cuestión de dos semanas, toda la plantilla estaba trabajando desde casa”. Inicialmente, usaban sus propios equipos. “En pandemia, éramos de una de las plataformas que teletrabajábamos al cien por cien y no hubo ningún problema”, recuerda la trabajadora, apuntando, además, que la transición se realizó sin formación previa.

“Nos hacían firmar que teníamos todos los equipos para poder teletrabajar y jugaron con el miedo de la gente, con el Covid”, explica ahora, con la distancia que da el tiempo, y analizando que, a pesar de aquella experiencia positiva, la empresa parece no considerar el teletrabajo como una opción en la actualidad.

A pesar de la incertidumbre, Susana, Paqui y Carmen mantienen la esperanza de que la empresa reconsidere sus propuestas y se decida por alternativas más humanas y viables. Lo mínimo, en cualquier caso, debe ser una indemnización justa para aquellos que deban ser despedidos. “Esperanza por lo menos tenemos, aunque sea leve”, comenta Carmen.

A ello ayuda, que, a pesar de la situación, los trabajadores de Atento en Córdoba están unidos. “En ese aspecto somos 108, somos una familia y una piña. Son muchos años trabajando juntas todos los días”, dice Paqui, mirando de frente a la dos reuniones que hay pendientes: la de este jueves y la del próximo lunes, último día de la mesa de negociación y, probablemente, día que puede marcar el inicio del largo proceso que se iniciaría si se interpone una demanda colectiva.

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