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Sequía
La sequía y el calor dejan al 50% la producción de miel y multiplican gastos para salvar a las colmenas

Dos apicultores junto a unas colmenas de abejas.

Carmen Reina

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La sequía y el calor están afectando a la ganadería y, en ella, a un sector muy particular: la apicultura. Las altas temperaturas registradas este verano han afectado a la producción de miel reduciéndola en un 50% y multiplicando los gastos de los apicultores para mantener a salvo las colmenas y evitar que se destruyeran.

“Si la sequía ha afectado enormemente en general al campo, más a la apicultura, que depende de la floración que este año se ha visto mermada y ha visto alterados sus tiempos”, explica a Cordópolis el técnico apícola de COAG Andalucía, Fernando Molero. Señala que el calor y la falta de agua han afectado tanto a la floración “espontánea”, la del campo y el monte, como a la floración de cultivos de los que también se surten las abejas, como el girasol, en este tiempo atrás.

“Si en un año normal cada colmena produce unos 15 o 20 kilos de miel, este año se ha quedado en el 50%, en unos 8 o 10 kilos”, apunta sobre las consecuencias directas en la campaña. Y, a eso, hay que sumar que los gastos para poner a salvo las colmenas del sol en zonas como el Valle del Guadalquivir y la Campiña cordobesa han sido elevados.

Bebederos para las abejas ante la sequía

Los apicultores han tenido que administrar suplementos de alimento a las abejas. “Parte del néctar de la colmena que se transforma en miel se les deja a ellas para el invierno, con lo que la producción para el consumo humano ha mermado”. El calor sofocante ha hecho que muchas colmenas se quedasen sin abejas. La cera que producen y que compone el interior de la colmena, se ha derretido a altas temperaturas, haciéndola inservible.

Además, la falta de agua en arroyos y veneros secos ha hecho más difícil la subsistencia de las abejas. “El apicultor ha tenido que poner bebederos” para que las colmenas tuvieran la hidratación necesaria y siguieran adelante, explica Molero. “Además, el agua es fundamental no solo para subsistir sino para mantener la temperatura de la colmena”. Porque el calor también ha provocado la muerte de abejas y la “asfixia” de las colmenas: “La cera se derrite y la colmena colapsa”.

Ahora, con el final del otoño, la ruta de la trashumancia de las colmenas de abejas termina con la vuelta a sus asentamientos, a la espera de la bajada de temperaturas y del invierno. “Si hay una ganadería que depende de las condiciones medioambientales totalmente, es la apicultura”.

En la provincia de Córdoba hay 400 colmeneros repartidos en 65 municipios. En el conjunto de Andalucía hay unas 630.000 colmenas, el 15,6% del censo nacional. Hay explotaciones apícolas en 488 de los 777 pueblos andaluces y representa el 25% de la producción nacional, siendo la primera comunidad autónoma productora de miel.

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