Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Carmen Reina

0

Etiquetas

Clarea al alba un día cualquiera de este mes de julio en Adamuz, en plena Sierra Morena en la provincia de Córdoba. Es la hora en la que el lince ibérico se activa, en busca de alimento y agua. Y, frente a él, sin que lo perciba, en silencio y en un aguardo que se confunde con la naturaleza, varios pares de ojos y cámaras fotográficas le observan. Es la especie protegida mimada de esta zona, que en unos años ha visto aumentar su población gracias al programa de reintroducción en su hábitat natural y que protagoniza así una actividad de ruta y observación durante todo el año en esta zona de Córdoba.

La empresa especializada Alpasín, de Adamuz, lleva ofreciendo la posibilidad de ver al lince ibérico en su hábitat desde 2013. Y hasta ahí llegan personas de todo el mundo, atraidas por esta especie protegida, desde aficionados a la fotografía a profesionales y, ahora con la pandemia de la Covid19, personas que buscan actividades para hacer al aire libre, en la naturaleza, solos o en grupos muy reducidos, lejos de aglomeraciones.

Cuenta el gerente de esta empresa, Agustín Pérez, que en los últimos 15 años es palpable el resultado del programa de reintroducción del lince ibérico en Sierra Morena. Si en 2007 -relata a Cordópolis-, “apenas si había algún ejemplar, ahora en la zona comprendida entre Adamuz, Villafranca y Montoro hay censados unos 80 ejemplares”. Y, con ese incremento, aumentan también las posibilidades de disfrutar de su observación.

Camuflados a la espera

Las rutas que se realizan con esta empresa especializada discurre por fincas privadas con las que tienen un acuerdo -“también les supone un beneficio nuestra actividad, puesto que pagamos una renta”-, además de por caminos públicos de la zona en plena Sierra. Un hyde -denominación del aguardo o espacio camuflado habilitado para la observación de animales-, es el lugar habilitado para que quienes participan en la actividad puedan esperar la aparición del lince. Allí, una balsa de agua hace más fácil que animal acuda a beber, sobre todo en época estival.

Y allí, al otro lado de cristales de espejo que reflejan la naturaleza, los ojos de una o dos personas -ahora con la pandemia es lo máximo permitido cumpliendo las medidas preventivas- observan con avidez, “prácticamente todos los días del año”, dice Pérez sobre la afluencia de visitantes en cualquier época. “Es verdad que antes bajaba la actividad en verano, pero ahora con la pandemia, estamos teniendo prácticamente el mismo trabajo. La gente busca actividades en la naturaleza”, argumenta.

Los horarios de observación se adaptan a la vida del lince ibérico. “Son animales crepusculares”. Y tanto al amanecer como al atardecer son las horas de máxima actividad y posibilidad de encontrarse con ellos. “Acuden con bastante frecuencia a beber”. Además, también hay que tener en cuenta las distintas épocas del año: en invierno están con el celo y activos, después las hembras se esconden en las parideras y ahora, “en julio y agosto, empiezan a aparecer ya los cachorros que han nacido en el año”.

Desde EEUU, Francia, Italia o cualquier punto de España

Por eso, la afluencia de visitas al aguardo no para. “Acaba de irse un chico de California. Hoy tenemos a un fotógrafo que ha venido de Zaragoza, pronto vendrán otros franceses y también italianos....”, recuerda Pérez sobre las próximas visitas. Además, un acuerdo con universidades de Barcelona y Valencia lleva cada verano a Adamuz a estudiantes de estas zonas para realizar prácticas con esta empresa especializada.

“El 80% de las personas que vienen son aficionados, personas a las que les gusta la fotografía y la naturaleza”, dIce Pérez. Luego, un 15% más son fotógrafos profesionales, que documentan gráficamente para publicaciones la vida del lince ibérico en su hánitat natural. “Vienen a verlo, a estar solos en el hyde, en la naturaleza”, explica a la vez que cuenta cómo a cada cliente se le lleva y trae de ruta por la Sierra en los horarios más apropiados para el avistamiento.

La tarifa base para realizar esta actividad es de 150 euros por persona y sesión, si bien hay otros precios de packs para estar varios días. Y, con ello, además de la sinergia con las fincas que se visitan, también se produce beneficio para los alojamientos de Adamuz. “Hay tres -uno acaba de abrir recientemente- y allí se alojan” quienes pasan la noche en el municipio para estar al alba dispuestos para citarse con los linces ibéricos.

Etiquetas
stats