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“Queremos nuestra vida de antes”: cordobesas con Covid permanente reclaman visibilidad

Toñi y Úrsula padecen covid persistente

Alfonso Alba

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Desde que se contagió por Covid el 16 de enero, Úrsula González tiene 25 síntomas asociados a la enfermedad: tiene dolor de cabeza, presión en el pecho, cansancio, ahogo, mareos, dolor de garganta, se le duermen las extremidades, le duelen las piernas, sufre una alteración del sueño, le duelen los oídos, tiene pérdidas de memoria, dificultades en el habla, ha perdido voz, pelo, una lesión en un dedo del pie, ha perdido el sentido del gusto, el olfato, también le duele la cintura, se desorienta con facilidad, tiene problemas estomacales, un orín cada vez más habitual, está sentada en una terraza al sol y tiene frío, sufre temblores, calambres y febrícula de manera habitual. El listado es tremendo. El 5 de diciembre de 2020 dio positivo Toñi Fernández. Limpiadora de profesión, tiene un cansancio vital que apenas le deja tirar del cuerpo.

Ambas padecen Covid permanente, síntomas que suele sufrir entre el 10 y el 20% de la población que se contagia, y que determinados pacientes la sufren con más intensidad que otros, algunos ven cómo se atenúan y otros, incluso, están desde marzo de 2020 como si estuvieran enfermos de Covid pero sin dar ya positivo. Las dos se han unido a un colectivo llamado Long Covid Andalucía que busca cuatro objetivos claros: lograr visibilidad, reconocimiento, que se investigue su situación y que los sanitarios tengan protocolos concretos para poder tratar a estos enfermos.

“Queremos nuestra vida de antes”. Úrsula es profesora y madre de tres hijos. Llora cada vez que recuerda cómo le preguntaron si se iba a morir cuando veían que no acababa de superar los síntomas de una enfermedad que contagió a toda la familia. Su hijo de 11 años, muy deportista, lleva una semana sin ir al colegio por un cansancio extremo. Su hija, de siete, tienes dolores de cabeza permanentes.

Toñi tiene 61 años y es limpiadora de profesión. En una semana cumplirá seis meses desde que dio positivo y los síntomas de aquel contagio no han remitido. Es probable que la próxima semana le den el alta “y tenga que trabajar”, pero “es que no puedo”. Pasará por un tribunal que, según detallan, está dando altas a personas que sufren Covid permanente y que no pueden tirar de su cuerpo. “Nos ven y no nos creen”, lamenta. Muchos médicos consideran que sufren “ansiedad” o “depresión”.

Estas dos cordobesas se han integrado en este colectivo para reclamar, precisamente, que los sanitarios tengan protocolos y que se investigue su enfermedad. Córdoba, por ejemplo, carece de una unidad que trabaje sobre la Covid permanente, algo que sí que existe en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Muchos profesionales sanitarios no disponen de los manuales o la formación para tratar a este tipo de personas enfermas. De hecho, el origen de sus dolencias y cómo algunos pacientes sí que superan el coronavirus y otros no es algo ahora mismo casi tan desconocido como el principio mismo de la enfermedad. La investigación se está centrando ahora mismo en los casos más críticos, en los que pueden morir personas. Pero estos enfermos tienen unas dolencias que prácticamente les impiden vivir.

Úrsula, por ejemplo, es incapaz de conducir, cuando antes era una apasionada. Tampoco logra leer, algo que siempre hacía en su vida anterior. Cuando ha releído un párrafo seis o siete veces advierte una tilde o una coma que le cambia todo el sentido a la frase. Para ir a casa de su madre tiene que usar el Google Maps, porque se pierde. Y tiene enormes problemas para hablar.

Ahora mismo es imposible saber la cantidad de cordobeses que pueden sufrir Covid permanente. Úrsula y Toñi forman parte de un grupo integrado en Long Covid Andalucía donde hay unas 300 personas trabajando para dar visibilidad a este problema, pero se calcula que son muchísimos más los enfermos, que se comunican a través del correo covidpersitenteandalucia@gmail.com . Entre un 10 y un 20% de todos los contagiados tienen síntomas, cada uno de más o menos gravedad. Algunos acaban dejando los síntomas atrás, otros aún siguen con ellos pese a contagiarse en marzo de 2020. Desde el propio grupo, por ejemplo, se ha llegado a un acuerdo con el Consejo Andaluz de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de Andalucía en el que piden a las personas con síntomas que acudan a su farmacia, donde se puede detectar si alguien sufre de Covid permanente. “Es una labor altruista de los farmacéuticos. Nadie se lo paga”, explican.

En la sanidad, “dependes de donde vivas y el médico que te toque” para recibir una atención adecuada, aseguran. Si el sanitario no tiene formación, no ha leído nada sobre la Covid permanente, acabará considerando que estas personas tienen otro trastorno diferente. “Nos hacen pruebas y todos los valores son correctos”, explican, “por lo que entienden que estamos sanas y que podemos trabajar, pero no es así”.

Es por ello que reclaman, por un lado, la visibilidad de su patología. Y por otro investigación, para poder dar con la tecla de qué les pasa y ser tratadas en caso de que se logre algún fármaco o solución sobre su patología.

Además, esta asociación también está llegando a acuerdos con estudios de rehabilitación, para trabajar en sus patologías, y ofrece asesoramiento jurídico a todas las personas que están teniendo problemas en sus trabajos. Algunos, admiten, han perdido su empleo. En otros casos se le exige una reincorporación inmediata.

“Que nadie piense que queremos bajas o ayudas, solo queremos recuperar nuestra vida, ser las de antes”, se queja Úrsula, que insiste en que sueña con el día en el que pueda volver a su clase. “Por supuesto que quiero trabajar, tengo 61 años y quiero seguir haciéndolo hasta que me jubile. No quiero una baja permanente”, lamenta Toñi. “Queremos nuestra vida de antes”.

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