Muere Ana María Campos, ‘La Rana’, guardiana de la memoria de Encinas Reales
Era 1937. Ana María Campos Arrabal era una niña de 7 años cuando una noche, su madre, Isabel, la llevó al campo. Supuestamente, y según le dijo, iban a coger hierba para los conejos. “Pero momá, si nosotros no tenemos conejos”, le dijo, perspicaz y viva desde chica. Lo cierto es que, con la latita de pintura que llevaba Isabel, y a medio kilómetro de su pueblo, Encinas Reales, en el sur de Córdoba, fueron a señalar un olivo, que dejaron marcado. Era el lugar en el que los franquistas habían arrojado el cuerpo de cinco hombres. Entre ellos estaba el papá de Ana María, Francisco Campos Bergillos. En 1982, Ana María consiguió los permisos necesarios. Alquiló una excavadora y allí estaban. Debajo de los olivos. Lo enterró y le dio una sepultura digna. El cura del pueblo no quiso celebrar una misa.
Ayer, a los 95 años, en su casa, en su pueblo, junto a su familia, falleció Ana María La Rana. Una mujer que, durante toda su vida, luchó por salir adelante. También hizo un trabajo enorme por restituir la dignidad de su padre, que fue vilmente asesinado por pertenecer al PSOE. “Le arreglé sus papeles, para que apareciera como fusilado, y no como desaparecido, como estaba puesto”, contó infinidad de veces con orgullo.
La vida de Ana María quedó marcada por este asesinato y por la discriminación que empezó a sufrir por ser hija de rojo. Con 7 años, se tuvo que poner a cuidar a sus dos hermanos pequeños. Su madre empezó a vender de estraperlo: café, tabaco... Lo que podía. Y lo hacía por los pueblos de alrededor, como Benamejí, Lucena. Allí Isabel, y después Ana, crearon una red invisible de viudas. Entre ellas hablaban. Se escuchaban. Se consolaban.
Ana María se casó con Joaquín, que tenía vacas. Él las ordeñaba y ella iba vendiendo por las casas. Si alguien no tenía para pagar, le fiaba. Y a veces ni le cobraba. Y mientras repartía leche también hacía las veces de practicante, porque no le daba miedo poner inyecciones a quien lo necesitaba. Todo el mundo la quería en su pueblo.
Muchas familias de represaliados del franquismo pasaron por la casa de Ana María, con el objetivo de encontrar alguna pista sobre sus familiares desaparecidos, o para poder hacer lo que ella hizo. Precisamente este año en Encinas Reales se ha encontrado una fosa del franquismo, con alrededor de 11 víctimas.
Su testimonio quedó recogido en 2009 para el documental Guardianas de la Memoria (2022), en el que, a través del testimonio de mujeres, se contaba la historia de la represión en Benamejí y pueblos de alrededor. Ana María era la última guardiana que quedaba viva. La guardiana de la memoria de Encinas Reales.
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