“La mayoría de los niños con un trastorno en el lenguaje pasan muchísimo tiempo con pantallas”

Las pantallas apagan el lenguaje de los niños. No es una frase hecha. Es una realidad que desde la pandemia del coronavirus se ha hecho más fuerte hasta llevar a que el mundo científico confirme que el uso de móviles y tabletas digitales está provocando graves problemas en el desarrollo del lenguaje a edades muy tempranas. Hablamos de menores de a partir de dos años y medio. No es extraño pasear por la calle y ver niños en cochecito llevan incorporado un adaptador para los móviles. Se ha normalizado que un padre, madre o cualquier familiar ofrezca un móvil a un niño para comer o cenar “con tranquilidad”, ya sea en casa o en la calle, como si se tratara de una alarma que molesta y que apagamos continuamente.
Cuando estos problemas se acrecientan, juegan un papel crucial y fundamental los profesionales de la logopedia, quienes hoy celebran el día europeo de su profesión. Una de ellas es María Jesús Molinero Muñoz, logopeda de adultos en el Hospital Reina Sofía de Córdoba, pero que durante 11 años ha trabajado en Centros de Atención Infantil Temprana (CAITs).
Desde su experiencia subraya que las pantallas influyen negativamente no solo en el desarrollo del lenguaje, sino también en la socialización infantil, ya que “el uso de pantallas en niños conlleva una disminución de la atención conjunta con el adulto, la imitación de conductas y la estimulación del entorno”. Durante su trayectoria en los CAITs de Estepa, Sevilla y Osuna, ha podido constatar que “la mayoría de los niños que tienen un trastorno en el lenguaje pasan muchísimo tiempo con las pantallas”, perdiendo así “horas cruciales para adquirir habilidades sociales fundamentales, como iniciar conversaciones y mantener temas”. Además, la constante y rápida estimulación de las pantallas “genera baja tolerancia a la frustración y aburrimiento precoz”, lo que impide que “los niños desarrollen la capacidad de iniciar y finalizar tareas, compartir con otros, escuchar y observar las reacciones ajenas para imitarlas”.

Durante su trayectoria en estos centros ha observado que el aumento significativo de casos de menores tratados en los CAITs se ha producido “a raíz de la pandemia, cuando muchas actividades se volvieron telemáticas. Niños que antes pasaban una o dos horas frente a las pantallas ahora pasan la mayor parte del día, incluso utilizándolas durante el desayuno y en el coche”, lamenta esta profesional, que, sin embargo, sostiene que “la perspectiva no es prohibir las pantallas, sino moderar su uso de manera responsable y acorde a la edad del niño, fomentando un uso más didáctico y compartido con adultos u otros niños”.
¿Cómo trabajan los CAITs?
Los CAITs, presentes en toda Andalucía, ofrecen un recurso necesario tanto para tratar al menor como para formar a las familias en aspectos de diversa índole. Según explica esta logopeda, en su mayoría, las familias que acuden a estos centros por problemas en el lenguaje en sus hijos “se trata de progenitores que están trabajando, pero que también son conscientes del riesgo del uso excesivo de pantallas”.
“Aunque muchos padres no reconocen en un primer momento que sus hijos pasan mucho tiempo delante de las pantallas”, afirma, “sí lo confiensan cuando, tras las valoraciones iniciales, el diagnóstico de los profesionales tiene como base el abuso de estas tecnologías”. Ella ha tratado desde menores de dos años y medio de hasta seis, cuando ya no pueden ser atendidos en los CAITs. Es en esta franja de edad donde la logopeda fija un incremento significativo de casos de uso excesivo de pantallas, “coincidiendo con una etapa de mayor movilidad y demanda de atención por parte de los niños”.

Frustración de los padres
Durante el tiempo en que el menor es atendido en estos centros, los padres también son “formados, porque de nada sirve una sesión de 45 minutos a la semana con un niño” si los progenitores no aprenden alternativas a las pantallas. Pese a que ellos son conscientes de sus hijos pasan mucho tiempo frente a las pantallas, Molinero afirma que, “a menudo, lo expresan con frustración por sentir que no tienen más remedio, ya sea por tema de trabajo o por otra cuestión”. Por ello, desde los CAITs “se busca entender sus circunstancias y acompañarlos para ofrecer alternativas favorables, reconociendo la falta de formación y recursos que muchos padres experimentan”.
Además, esta logopeda insiste en la necesidad de “crear más escuelas de padres para abordar estos desafíos, especialmente ante el rápido avance tecnológico y la dificultad de coordinar la vida laboral y personal, ya que muchos padres desconocen el impacto negativo que las pantallas pueden tener en el desarrollo del lenguaje”. Ante ello, “el objetivo es enseñar a los padres cómo estimular el lenguaje y reforzar habilidades en contextos naturales, ofreciéndoles alternativas y mostrando que existen otras maneras de interactuar con sus hijos”.

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