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El histórico calor de octubre deja sin pasto al ganado y arruga las pocas aceitunas de esta campaña

El río Guadalquivir se ha vuelto a secar

Alfonso Alba

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Los agricultores y ganaderos son, probablemente, los que más contribuyen a combatir el cambio climático pero son sus primeras víctimas. Sus cultivos capturan dióxido de carbono que evita el calentamiento global. Pero el calentamiento global genera fenómenos como el episodio de altas temperaturas de estos días que les provoca verdaderos dolores de cabeza y, en muchos casos, su ruina económica.

Córdoba no había alcanzado nunca los 37 ºC en un mes de octubre desde que la ciudad tiene datos oficiales, en 1959. En la provincia, Montoro ha llegado a superar los 38 ºC de temperatura máxima, una marca más propia del verano que del incipiente otoño que no acaba de llegar. Estos registros han provocado que las lluvias de septiembre se hayan convertido ya, a estas alturas, en un “espejismo”, según la conclusión del coordinador provincial de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) en Córdoba, Miguel Cobos.

Cobos detalla con un ejemplo muy gráfico lo que está ocurriendo en el principal cultivo cordobés con las altas temperaturas. Con las lluvias de septiembre (una media de entre 30 y 40 litros en la provincia), el olivo transmitió humedad a las aceitunas. El fruto engordó. “Pero ahora el olivo busca su supervivencia” ante la falta de humedad. “Coge el agua directamente del fruto”, que se arruga y que, por tanto, pierde consistencia.

La campaña “va a ser un desastre. Tenemos previsiones de agua pero han desaparecido todas”, lamenta Cobos. Los agricultores consultan a diario las previsiones meteorológicas. “Ya podemos dar por seca la primera quincena de octubre”, lamenta. Y es un momento clave para que las aceitunas engorden y se mantengan, algo que con este calor no está ocurriendo.

El verdeo en Córdoba está arrancando ahora, con retraso precisamente por el calor. Los olivareros cordobeses de hojiblanca han aguantado hasta última hora a la espera de que los precios que ofrecía el mercado mejorasen, algo que está empezando a ocurrir por la escasez de la producción. No obstante, muchos aún dudan sin verdear o no. Hacerlo tiene un beneficio: el olivo descansa en un año que ya se sabe que va a ser de poca producción. Pero el rendimiento económico es menor que dejar la aceituna para producir aceite, con los precios que está alcanzando ahora mismo en el mercado.

Sin otoñada

Las altas temperaturas están provocando problemas también en la ganadería. Cobos detalla que el poco pasto que creció con las lluvias de septiembre ya se ha secado. Ni la dehesa ni en el monte hay forraje suficiente, por lo que el ganado se está alimentando a base de pienso, “que cuesta tres veces más que hace dos años”, por lo que el incremento de costes lleva a la ruina y hasta el abandono de muchos ganaderos. “No ha salido aún la otoñada”, lamenta, al tiempo que advierte que “se están secando encinas y alcornoques”. “Es un desastre”, resume.

También espera el agua de lluvia la inmensa cantidad de cítricos que crecen en el Valle del Guadalquivir. La Confederación Hidrográfica se ha comprometido a aprobar un desembalse de urgencia en octubre si sigue sin llover con el objetivo de salvar a estos árboles, que en caso de secarse dejarían a la zona sin producción durante al menos cinco años. Pero la lluvia es necesaria, sobre todo para que el terreno coja humedad y además se riegue “todo” no solo la raíz de la planta, algo que hace que “de repente mejore de manera notable”.

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