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Arqueología
Fuente Álamo, 40 años de excavaciones en la villa romana única en el Imperio

Primeras excavaciones en la villa de Fuente Álamo

Carmen Reina

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En 1982, la acción continuada del agua que corría por el arroyo Fuente Álamo entre olivos en el término de la localidad cordobesa de Puente Genil, dejó a la vista parte de un gran mosaico de época romana en un yacimiento arqueológico localizado ya en el siglo XIX, pero del que poco se había estudiado. No fue hasta la década de los 80 cuando se comenzó a excavar la zona, descubriendo una villa romana que conservaba un conjunto único de mosaicos en lo que fue el Imperio Romano. Únicos por su disposición en una villa, únicos por sus temáticas y únicos también por su buen grado de conservación.

Ahora, cumplidos 40 años del inicio de las excavaciones que descubrieron el tesoro que guardaba bajo tierra Fuente Álamo, desde el yacimiento y el Ayuntamiento de Puente Genil se repasa a través de un programa de actividades cómo han sido estas cuatro décadas, poniendo en mayúsculas el valor de este yacimiento arqueológico, fechado entre el siglo I y principios del VI en sus distintas zonas.

Lo que “la acción del agua del arroyo y el expolio que le siguió” dejó al descubierto en 1982 fue un “mosaico nilótico”, protagonizado por el río Nilo y “donde los personajes dialogan entre sí, como si fuera un tebeo”, explica a Cordópolis el director del yacimiento de Fuente Álamo, Manuel Delgado. Y de ese formato tan singular, este mosaico “es el único que se conserva del Imperio Romano”, destaca.

Tres años más tarde, el yacimiento volvió a excavarse y aparecieron otros dos mosaicos -‘El triunfo de Baco’ y ‘Las tres gracias’-, que junto al conjunto de esculturas y pinturas, y las estancias como un balneario o una biblioteca, daban la clave de la riqueza de esta villa romana y las tierras que la rodeaban que, sin duda, por su valor pertenecían “a un aristócrata, a un miembro de la élite, no sabemos su a nivel local o provincial”.

“Este territorio se supone que dependía de la ciudad de Ipagro (Aguilar de la Frontera), pero la villa podía ser también de un propietario de la capital Astigi (Écija) o de la misma Corduba (Córdoba)”, apunta el director del enclave arqueológico, que explica que son pocos los nombres que se conocen de propietarios de villas de la época.

La estética y el lujo de la villa no dejan lugar a dudas de su valor, protagonizado por el conjunto de mosaicos únicos en todo el Imperio, en un yacimiento rodeado de las tierras que se cultivaban y cuya producción sumaba en la economía de los propietarios.

Un balneario, una biblioteca, mosaicos, pinturas y esculturas

El manantial de agua del arroyo Fuente Álamo fue el origen del establecimiento en este paraje de la villa romana, en el que entre el siglo I y el III se construyó un balneario que aprovechaba ese agua. Luego, la villa anexa se establecería en la segunda mitad del siglo IV hasta principios del VI.

Pinturas, esculturas y, sobre todo, el conjunto de mosaicos sustentan la riqueza de esta villa, ejemplos únicos en el Imperio Romano, conservados y expuestos en la construcción primitiva romana, salvo el del río Nilo, cuyo original se conserva en el Museo Arqueológico de Córdoba y del que se muestra una copia in situ.

Una riqueza que también se mostraba en las dependencias de la villa, que contaba con el citado balneario, donde aún hoy se ven los restos del muro de una piscina circular con columnas y diferentes estancias en lo que era una infraestructura hidráulica que se aprovechó para el resto de la vivienda.

Un recibidor, un comedor, distintas estancias para dormitorios y hasta un despacho con biblioteca que denotaba la alta clase de sus moradores, son algunas de las dependencias de la villa, que contaba también con un amplio patio en su entrada principal.

Una almazara en época árabe

Pero la historia de este paraje no queda ahí, ya que a la época romana le sucedió el uso de la villa en la época de dominación árabe, donde se fecha el establecimiento allí de una almazara en la época califal, cuando se reutilizaron algunas de las estancias de la villa romana, se construyó un molino y se dedicó a la producción de aceite de los olivares de la zona.

Ahora, quien visita hoy Fuente Álamo, puede trasladarse a la época de esplendor romana a través de los muros conservados y sus ricos suelos, un viaje en el tiempo que cada año realizan alrededor de 5.000 personas al atravesar las puertas de la villa. Y para conmemorar los 40 años de las excavaciones que afloraron el valor de este enclave, el yacimiento protagoniza un programa de actividades que arrancó en diciembre y se extenderá durante los próximos meses.

Un exposición gráfica conmemora estas cuatro décadas de excavaciones, con imágenes que se pueden ver en la Casa de la Cultura de Puente Genil hasta el 29 de enero. Además, se ha puesto en marcha un concurso a nivel nacional de virtualización del patrimonio arqueológico, tanto general como en particular de la Villa de Fuente Álamo.

Y en este trimestre, se desarrollarán talleres sobre la vida cotidiana en la villa romana, habrá un encuento a nivel andaluz de gestores de yacimientos y zonas arqueológicas, y también habrá un ciclo de conferencias sobre aspectos de la vida en Fuente Álamo y las villas romanas, entre otras actividades.

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