Familias temporales para que los niños tutelados tengan una infancia digna
“Ningún centro de protección de menores, por muy bien que esté, puede cubrir o alcanzar los niveles de satisfacción que tiene una familia en un entorno seguro y estable, donde el niño se desarrolla con plena protección y estabilidad”. El delegado de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta en Córdoba, Antonio López, resumía en dos frases el espíritu de unos de los programas más importantes de su Delegación, el de familias colaboradoras.
El mejor ejemplo se da en la casa de Luis Jesús Chamorro, una familia que lleva casi 20 años acogiendo de manera temporal a esos niños de centros de menores, sin padres o a los que se les ha retirado la tutela para intentar darle una infancia lo más normal posible. Cada verano, este matrimonio de 58 y 59 años no sabe si se va a poder ir de vacaciones o no. Tienen otros tres hijos y desde hace dos décadas optaron por convertir su piso en una casa de acogida más. Desde entonces, al menos una treintena de menores han pasado por su casa, han disfrutado de un verano normal, con piscina, con juegos, con cariño, con abrazos y con familia. Han tenido un respiro, al fin y al cabo.
La Junta arrancó con el programa de familias colaboradoras en el año 2007. Desde entonces, decenas de menores de más de ocho años han podido salir en verano, en festivos o en fines de semana del centro de acogida, donde han podido experimentar lo que es el cariño, el respeto y una educación diferente. Este verano, según relata Antonio López, “tenemos a 19 menores que hacen salidas, nueve niñas y diez niños”. Esos niños están pasando el verano con “18 familias colaboradoras”, pero hay un problema: “Tenemos a 11 menores que están esperando una familia colaboradora”. Y por eso el delegado no duda en animar a las familias que lo deseen a presentarse voluntarias a este programa temporal de acogimiento.
El mejor ejemplo es el de la familia de Luis Jesús Chamorro, que cuenta su experiencia: “Empezamos casi de casualidad. Nuestro hijo era voluntario de la asociación contra el cáncer en 2003. Allí conoció a una madre forzada por la circunstancia con un niño en Marruecos al que no le daban solución. Si se quedaba en España, lo operaban. Necesitaba un trasplante de hígado”. Ese fue el primer niño que pasó temporalmente por su casa. “A partir de ahí, llevamos muchos más niños”, explica.
Por su vivienda han llegado a coincidir hasta tres menores, “una niña de seis años, un hermano con dos y hasta otro niño de 20 meses”. Esta familia de acogida también tiene acogimientos temporales. “Hace un mes se fue en adopción un niño de seis años”, explica. El convenio de esta familia con la Junta hace que se conviertan en una especie de casa puente. Por su vivienda pasan los niños más pequeños, los que acaban de perder a sus padres o la custodia, antes de ser ingresados en un centro de menores y mientras encuentran una adopción definitiva. “El objetivo es que los niños ni pasan por el centro”, explica.
Estas familias “le hacen un favor al niño porque durante los meses estivales lo sacan del centro y le dan otra visión y alternativa”, explica Antonio López. La Consejería de Igualdad trabaja también con las asociaciones Paz y Bien o Aproni, en busca de familias idóneas. “Se busca capacidad afectiva, que haya estabilidad y madurez emocional, capacidad para poder aceptar la situación que arrastra el menor y eso es muy difícil. Que le ayude al menor a ver que hay otro camino y otra vía. Todos esos valores son los que se persiguen en las familias colaboradoras. Si hay alguien interesado le pido que se ponga en contacto con la consejería o con Aproni”, ha reclamado el delegado de Igualdad.
“A los acogimientos vienen niños muy tocados psicológicamente o incluso físicamente. Los primeros momentos son difíciles. El niño chico llora mucho. Ahora estamos en esa fase. Vienen con desconfianza porque no saben dónde van. Eso siempre mejora, el niño coge confianza, duerme tranquilamente, cuál es su hábitat, cuál es su zona”, detalla Luis Jesús.
Pero, ¿cómo se organiza una familia así? “Fue una decisión bastante madura. Tenemos un piso pequeño, pagamos hipoteca y una situación estable. Tenemos tres hijos también, más mayores, la pequeña tiene 23 años”, relata. “Hemos llegado a tener cuatro o cinco hijos simultáneamente. Si no tienes apoyo de la familia, alrededor, es imposible”. E incluso el de sus hijos. En este caso habla de su hija, que cuando era niña “si ella no hubiera hecho un hueco en el sofá a los pequeños habría sido imposible”.
“Somos de familia numerosa y tenemos una red alrededor que nos echa una mano”. De hecho, este matrimonio procura tener libre un día en semana, que aprovechan para ir al cine o hacer deporte. “Poderse, se puede”, insiste. Todo es cuestión de organización y, sobre todo, de creer en un mundo mejor en el que todos los niños puedan tener una infancia digna.
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