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Los cordobeses olvidados del 11M, 20 años después de su muerte

Cordobeses fallecidos en el atentado del 11 de marzo en 2004

Alfonso Alba

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Los cordobeses que lo vivieron recuerdan perfectamente qué estaban haciendo el 11 de marzo del año 2004. Aquella mañana, el corazón se les quedó helado cuando escucharon las noticias. “Atentado terrorista en Madrid”. Los algo más mayores también saben qué estaban haciendo en la mañana del 20 de mayo de 1996. E incluso por la noche. Aquel día la banda terrorista ETA detonó un coche bomba al paso de un convoy militar. La única víctima fue el sargento de artillería Miguel Ángel Ayllón.

El nombre de Ayllón sigue, y seguirá, sonando en Córdoba. El Ayuntamiento decidió ponerle su nombre a la conocida como rotonda de Chinales: sargento de artillería Miguel Ángel Ayllón. El lugar elegido es próximo al que murió el soldado, en la avenida Carlos III. Los propios militares suelen recordar al sargento Ayllón.

Este lunes se cumplen 20 años del mayor atentado terrorista que ha sufrido España en su historia. Aquella fría mañana de marzo, el yihadismo segó la vida de 193 personas. Tres eran cordobeses. Sus nombres son poco conocidos. Solo uno de ellos tiene el nombre de una calle en su pueblo, Guadalcázar. El Pleno de este Ayuntamiento decidió homenajear así a su vecino Juan Muñoz Lara, que viajaba con su pareja en uno de los trenes que explotó en El Pozo del Tío Raimundo y que perdió la vida con tan solo 32 años. Las otras dos víctimas vivían y trabajaban en Madrid, aunque eran oriundas de Córdoba. Francisco José Narváez de la Rosa, de La Carlota. María Victoria León Moyano, de Encinas Reales.

Sus nombres apenas son conocidos más allá de los reportajes periodísticos que se publicaron en los días sucesivos al 11M y al trabajo de documentación de las asociaciones de víctimas del terrorismo. A su honor está dedicado también el monumento a las víctimas del 11M que se levantó en Atocha, y que ahora se estudia sustituir. Pero 20 años después son muchos los cordobeses que apenas recuerdan el nombre de las víctimas de la provincia.

Juan Muñoz Lara

Los tres vivían y trabajaban en Madrid. Pero los tres tenían una estrecha relación con Córdoba a través de sus pueblos de origen. El único que está enterrado en suelo cordobés es Juan Muñoz Lara, en oficio que se produjo unos días después del 11M y que fue masivo. A su funeral acudió uno de sus amigos de la infancia, hoy consejero de Justicia y que llegó años después a ser alcalde de Córdoba, José Antonio Nieto. Su pueblo sí que saldó una deuda con su memoria, cuando decidió nombrar una calle en su honor.

Covite señala en una pequeña biografía que Juan Muñoz no solía coger el tren, pero la mañana del 11 de marzo hizo una excepción para acompañar a su novia. Su relación había comenzado pocos meses atrás y ambos estaban muy ilusionados. De 32 años, trabajaba en Adatel, una de las empresas de comunicaciones del grupo Jazztel, y llevaba varios meses de baja debido a un accidente de moto que le obligaba a caminar con muletas. Acababa de comprarse una casa en San Agustín de Guadalix, un pueblo de la sierra madrileña, y dedicaba gran parte de su tiempo a prepararla. Las bombas que estallaron en la estación de El Pozo acabaron con su vida y la de su novia.

Francisco José Narváez de la Rosa

Francisco José Narváez, natural de La Carlota (Córdoba), residía en Madrid, donde trabajaba como agente de seguros. Perdió la vida a los 28 años en los atentados del 11 de marzo en Madrid, donde residía junto a sus padres. Se había marchado siendo muy pequeño a la capital de España.

En La Carlota aún viven familiares de esta víctima del 11M, que se marcharon a Madrid en cuanto se enteraron de lo que había pasado con Francisco José. Este cordobés fue enterrado allí, en Madrid.

María Victoria León Moyano

María Victoria León Moyano, de 31 años, se iba a casar el 31 de julio en Encinas Reales, el pueblo natal de su madre, en Córdoba. El vestido de novia ya estaba en su casa y en dos semanas llegaría el coche que se había comprado y los muebles para su nueva casa. Estaba también emocionada con el nacimiento de su sobrino, del que iba a ser la madrina.

María Victoria iba a casarse en Encinas Reales, en su ermita, en el pueblo de su madre. Su padre era de Cuevas Bajas, en la provincia de Málaga pero a un puñado de kilómetros de Encinas Reales. Trabajaba en el departamento de auditoría interna del banco Santander, tras licenciarse con unas de las mejores notas. Se doctoró e hizo un curso de dirección de empresas. La contrataron en cuanto hizo prácticas.

Este domingo, la Comunidad de Madrid inauguró un nuevo espacio de recogimiento y homenaje a las víctimas en la estación de Atocha, justo debajo del lugar que ocupaba el monumento conmemorativo que se encontraba en superficie. Precisamente en esta zona, el Gobierno regional encendió un haz de luz azul que se proyectó hacia el cielo para honrar a los 193 fallecidos y más de 2.000 heridos de aquel suceso que conmocionó al mundo.

La Consejería de Vivienda, Transportes e Infraestructuras ha creado para ello un gran vestíbulo de cerca de 2.000 metros cuadrados, cuadruplicando la superficie anterior de 440. Las paredes de azul cobalto, color que eligieron las propias Asociaciones, llevan grabados los nombres de las víctimas mortales y algunas de las frases que se podían leer en el monumento, ahora desmontado. Además, se han instalado 193 puntos de iluminación en el techo que representan a cada una de las personas que perdieron la vida

Entre ellas se puede leer no a la violenciatodos íbamos en ese trennunca os iréis del todono hay camino para la paz, la paz es el camino; o por todos vosotros seremos mejores. También se recogen mensajes en euskera, catalán inglés, francés, portugués, árabe, ucraniano, rumano, polaco, búlgaro y georgiano.

El objetivo de este nuevo espacio de homenaje en la estación de Atocha es ofrecer un lugar de recogimiento y recuerdo en memoria de todos los fallecidos y heridos, aprovechando un punto de la capital por el que anualmente transitan 15 millones de viajeros.  

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