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Una cátedra con la ministra Robles en honor a la cordobesa que se hizo pasar por hombre para ingresar en la Armada en 1793

Reproducción de una imagen de Ana María de Soto y Alhama en el Museo Naval de la Armada.

Carmen Reina

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El Ayuntamiento de Aguilar de la Frontera ha decidido crear la Cátedra de Ana María de Soto y Alhama, en honor a la primera mujer -natural de esta localidad cordobesa- que, haciéndose pasar por hombre, ingresó en la Infantería de la Armada, en 1793. Y, a la cabeza de esta Cátedra, aceptando la invitación del Consistorio, estará la ministra de Defensa, Margarita Robles, que ya destacara la figura de Ana María de Soto en un acto en Madrid hace unos meses.

Ahora, esta misma semana, el Boletín Oficial de la Provincia (BOP) de Córdoba ha recogido el cambio en los estatutos de la recién creada Cátedra Ana María de Soto y Alhama, consistente en la modificación de la composición del consejo directivo, después de que este verano, el ayuntamiento de Aguilar confirmase que Margarita Robles formará parte de la Cátedra, tras su aceptación a la invitación ofrecida por la alcaldesa y presidenta, Carmen Flores. 

Así, Aguilar de la Frontera pretende “enaltecer la figura histórica de Ana María de Soto” -según ha difundido el propio ayuntamiento-, con la Cátedra que lleva su nombre y que tiene como objetivos a corto y medio plazo el comienzo de trabajos de investigación que aclaren aspectos aún desconocidos de la vida de Ana María de Soto, la colaboración con la Cátedra Leonor de Guzmán de Córdoba o la creación de becas de estudio e investigación para fomentar el interés y el estudio del personaje.

Historia de Ana María de Soto

Ana María de Soto y Alhama, nacida en la localidad de Aguilar de la Frontera en 1775, se hizo pasar por hombre para alistarse en la Armada y, durante cinco años, participó en distintas batallas navales, hasta que se descubrió su identidad.

La historia de esta mujer pionera se ha rescatado del olvido recientemente y se ofrece al gran público en forma de novela -Hija del mar, Plaza&Janés-, donde se recupera la figura de Ana María de Soto y Alhama, a partir del rastreo de documentos históricos. La autora del libro, Alicia Vallina, es responsable de la Unidad de Coordinación de Museos de la Subdirección General de Publicaciones y Patrimonio Cultural del Ministerio de Defensa. Y fue durante su trabajo al frente del Museo Naval de San Fernando (Cádiz), cuando empezó a investigar sobre mujeres que hubieran participado de la Armada, ante la nula presencia de voces femeninas en el discurso museográfico de la historia naval española, explicó en su día la investigadora a Cordópolis.

Fue en el Archivo General de la Armada en Viso del Marqués (Ciudad Real) donde distintos documentos corroboraron la pista que seguía sobre Ana María de Soto y Alhama. Los cuadernos de embarque de distintos buques certificaron la presencia de esta cordobesa, haciéndose pasar por hombre bajo el nombre de Antonio María de Soto, nombre que recoge el Museo Naval de la Armada Española -consultado por este periódico-, al certificar la historia de la primera mujer en sus filas.

“Ana María de Soto y Alhama, nacida en Aguilar de la Frontera, provincia de Córdoba, el 16 de agosto de 1775, es la primera mujer que, haciéndose pasar por hombre, se alista, en 1793, como soldado en la sexta compañía del undécimo batallón de Infantería de Marina bajo el nombre de Antonio María de Soto”, refleja la Armada, que también reproduce en una imagen la figura de Ana María y da cuenta de los documentos de sus partidas de bautismo y defunción.

Durante unos cinco años, Ana María de Soto y Alhama fue integrante de la Infantería de Marina, sin que se descubriera su identidad como mujer. Y así, embarcó en la fragata Nuestra Señora de la Mercedes -hundida por los ingleses en 1804-, y posteriormente en la Balvina, la Santa Dorotea y la fragata Matilde. Además, participó en los ataques de Bañols, la defensa de Rosas y la batalla del Cabo de San Vicente, que supuso la derrota española contra los ingleses.

Retirada en grado y sueldo de sargento 1º

“Es curioso que durante tanto tiempo no se conociera su identidad femenina”, reflexiona Alicia Vallina, lo que “me lleva a pensar que quizás sí pudo ser conocida por alguien y se ocultara, se hiciera la vista gorda”, ante la necesidad de integrantes en la Armada en aquellos tiempos.

Fue en 1798 cuando se descubrió que en realidad Antonio María de Soto era Ana María, expidiéndole entonces la licencia de retiro “con el grado y sueldo de sargento 1º, concedido por el rey Carlos IV, y dos reales diarios de pensión”, señala la historia. Aunque no llegó a cobrar esa pensión nunca, explica la investigadora que ha seguido sus pasos y que ha podido consultar “cartas y documentos dirigidos al rey reclamando ese sueldo vitalicio de soldado”.

Tras su paso por la Marina, la historia oficial que recoge la Armada señala que Ana María de Soto y Alhama obtuvo una licencia de estanco en la localidad cordobesa de Montilla, “de la que disfrutaría interrumpidamente hasta su muerte, ocurrida el día 4 de diciembre de 1833, a la edad de 58 años”.

Ahí terminó la vida de la primera mujer que realmente se alistó en la Infantería de Marina, no se sabe si movida más “por un interés e inquietud por la mar” o bien “por la realidad que podía vivir en un pueblo pequeño en aquella época” y viendo en la Armada un modo con el que vivir.

Ahora, en forma novelada, la historia de Ana María de Soto y Alhama se recupera para el gran público, rodeada de los personajes masculinos que le acompañaron en ese viaje vital y del valor, el honor, la traición, la amistad y el amor con el que se cuenta ahora su existencia.

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