Santa Clara, el gran desconocido, prepara su reapertura
El Ayuntamiento, a través de Vimcorsa, invierte en una primera fase de restauración del edificio con el objetivo de que el antiguo convento (uno de los edificios históricos más importantes de la ciudad) se reabra al turismo en primavera
Olvidado el convenio firmado con Caja Madrid en 2006, el Ayuntamiento de Córdoba ha iniciado una intervención leve pero necesaria para poder reabrir las puertas del que está considerado como uno de los edificios históricos más importantes de la ciudad: el antiguo convento de Santa Clara, que a pesar de haber estado abandonado durante décadas en la calle Rey Heredia sigue en pie. El antiguo convento de Santa Clara es uno de los edificios más desconocidos de la ciudad, y también de los más importantes. En un mismo lugar, en el inmueble se pueden apreciar restos visibles de todas las culturas que han pasado por la ciudad: desde mosaicos romanos, hasta restos paleocristianos, una antigua mezquita omeya y el convento de Santa Clara.
El inmueble está cerrado y abandonado desde los años 60. En 2006, y a través de un convenio con Caja Madrid, el Ayuntamiento intentó una restauración integral del edificio para que pudiera abrir sus puertas. En total, la inversión superaba los dos millones de euros. Hoy son necesarios tres millones y medio para que el edificio recupere su antiguo esplendor. No obstante, el Consistorio no tiene ese dinero, pero sí unos cuantos miles de euros con los que conseguir que el antiguo convento de Santa Clara pueda reabrir sus puertas. De esta manera, y a través de la empresa municipal de viviendas Vimcorsa y la Delegación de Patrimonio, se han iniciado unos trabajos de limpieza y restauración muy leve que permitirá al Consistorio reabrir una parte del edificio en la próxima primavera, según ha anunciado el presidente de Vimcorsa, Luis Martín.
En concreto, estos trabajos, que todavía no han acabado, se han dividido en cinco partes. Por un lado, se han consolidado los cerramientos exteriores de Santa Clara para garantizar la seguridad de los peatones. Hace un año, en pleno temporal de lluvias, varios cascotes cayeron a la calle Rey Heredia y los bomberos tuvieron que acordonar la torre alminar. También, la empresa encargada de los trabajos, Antroju, ha reparado las cubiertas para asegurar que no se produzcan más caídas de tejas y evitar las entradas de agua que estaban deteriorando la estructura del edificio, muy dañada por su abandono. Además, se han reparado peldaños en mal estado de la escalera de subida a la torre alminar, se han adoptado medidas de seguridad para ejecutar la limpieza del inmueble y posteriores obras de mantenimiento, y se han arrancando malas hierbas y acabado con una colonia de palomas que a través de sus excrementos estaban dañando el inmueble.
Ahora, una vez culmine esta primera fase se iniciará una segunda, cuyo fin es poder, al menos, abrir las puertas de Santa Clara, aunque la visita del turista no sea al edificio completo. Así, éste podrá pasear por el patio porticado principal y observar desde la planta baja el valioso artesonado de la zona superior. Los mosaicos romanos tampoco serán visitables, de momento. Esta segunda fase, valorada en algo más de 60.000 euros, podría ser subvencionada por una ayuda que se ha solicitado al Ministerio de Cultura.
La iglesia del antiguo convento de Santa Clara (el resto se corresponde con Rey Heredia 22 y algunas viviendas particulares) representa en su estado actual la última fase de un complejo proceso de estratificación arqueológica. La primera fase detectada corresponde a una edificación tardoantigua. El arqueólogo Pedro Marfil lo identificó con una basílica paleocristiana del siglo VI. No obstante, estudios posteriores descartaron este extremo, asegurando que el edificio tenía una función doméstica. El inmueble, no obstante, se alineaba con el cardo romano fosilizado por la actual calle Rey Heredia.
Según los historiadores, no existe una relación física entre este edificio del siglo VI y la mezquita construida a finales del siglo X, más allá del empleo como cimientos de ésta de algunos muros de aquella, ya entonces en estado de ruina. No obstante, la existencia de diversas estructuras pertenecientes a un edificio islámico previo a la mezquita podrían determinar una transición entre ambas edificaciones, de funcionalidad por el momento difusa, que futuras excavaciones deberán clarificar.
Tras la conquista cristiana de Córdoba en 1236 el edificio asiste a una serie de reformas encaminadas a la transformación de la antigua mezquita en iglesia. El alminar se convierte en un campanario, el muro oriental de la iglesia y se dota de una fachada interior al patio.
En 1265, el arcediano Miguel Día compra al infante Don Luis, hermano de Alfonso X El Sabio, las casas que habían pertenecido a la reina Doña Juana de Ponthieu, para transformarlas en convento de las orden de monjas menores de Santa Clara y Santa Isabel. Una vez constituido el convento, todas las transformaciones de la iglesia hasta mediados del siglo XIX vendrán determinadas por las necesidades de la comunidad monástica. Así, y en la segunda mitad del siglo XIV, se reforman las galerías del patio y se construyen pisos altos sobre ellas.
Las deficiencias estructurales de estas construcciones, hoy en día patentes, ya llevaron al colapso de la iglesia, obligando a la reforma del sistema de abovedamiento de la planta baja y a la reconstrucción de la arquería oriental en el piso alto de la iglesia en la segunda mitad del siglo XV. Los mismos problemas estructurales del edificio y los cambios operados en las propias formas de la Contrarreforma darán lugar a la profunda transformación que supone la iglesia barroca del último tercio del siglo XVIII. Tras la exclaustración del siglo XIX, el edificio se transformó brevemente en cuartel y posteriormente volvió a funcionar como convento hasta mediados del siglo XX.
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