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Rosario de clara luz

Procesión extraordinaria de Nuestra Señora del Rosario | ÁLEX GALLEGOS

José Prieto

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Las cuentas del Santo Rosario las rezó la ciudad este domingo con una luz distinta a lo habitual, con un ánimo que no es el acostumbrado y con un sentir que no se tenía desde hacía un cuarto de siglo. No era Viernes Santo ni la muerte había prendido en la cruz a Cristo. Era primeros de octubre y por la mañana temprano cuando Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos salía a las calles de Córdoba rumbo al templo mayor de la diócesis, donde hace 25 años se celebró su coronación canónica, la que ahora ha querido conmemorar la hermandad de la Expiración con la procesión extraordinaria de su titular.

No obstante, no todo en este día fue festivo. Hubo momentos para el recogimiento y la sobriedad y otros para la algarabía en torno a la Virgen. Para empezar, la ida hasta la Mezquita Catedral y el regreso a San Pablo fueron muy diferentes. La procesión salía a las nueve y media de la mañana con poca gente esperando en Capitulares, aunque bien es cierto que la mayoría fue junto a la Virgen en todo momento. El cortejo lo formaba un centenar de hermanos con cirio, representación de la cofradía de las Angustias, y el hermano mayor actual y otros anteriores de la Expiración detrás del bacalao, insignia corporativa. La Virgen traspasó el arco de San Pablo, como siempre, con la difícil y ajustada maniobra de media altura de sus costaleros.

Todo era seriedad como se espera de una hermandad de negro, aunque no tanto de la fiesta de un aniversario de Coronación Canónica, cosa que cambió por momentos a la vuelta. El acompañamiento musical que llevó la Virgen en la hora y media que tardó en recorrer Diario de Córdoba, San Fernando, Cardenal González y Magistral González Francés fue el de una coral femenina formada para la ocasión y un trío de viento que dirigía Clemente Mata, quien está al frente de la Orquesta y Coro de la Catedral. Sus voces rompían el silencio que envolvía a la procesión y a la tranquila mañana en la que en su recorrido el cortejo se cruzó con gente que hacía deporte calle de la Feria arriba o que desayunaba en alguno de los bares de esta vía o Cardenal González. Unos se levantaban al llegar la Virgen del Rosario, pero otros seguían irrespetuosamente a lo suyo, como si por allí no pasara nada.

Como en toda procesión se acostumbra ya, no faltaron muchos aficionados a la fotografía para inmortalizar el caminar de la imagen cuyo paso abandonó el tradicional clavel blanco para llevar rosas aunque del mismo color, con lo que la cofradía quiso hacer notar el carácter “jubiloso” del día según había informado en sus redes sociales. En esos momentos, solo los seis cirios más altos de la candelería ofrecían encendidos su cera a la Virgen, y toda la cera iba pintada con las letanías del rosario, el Ave María y escudos de pontífices, obispos, arzobispos y cardenales; el de la cofradía, el logotipo de su centenario que también se celebra este 2018 y los de las órdenes y congregaciones vinculadas a su historia. Hubo en la cera también un reconocimiento para las hermandades de Córdoba con sus Vírgenes coronadas.

En tan importante día llevó Nuestra Señora del Rosario numerosos estrenos. Nuevo era el tocado formado por dos cuellos de encaje del siglo XIX adquiridos en un anticuario y donados por devotos y también, esta vez regalo de su hermandad, nueva la saya que ha diseñado el autor de la Dolorosa, Luis Álvarez Duarte, y ha bordado en oro el ecijano Jesús Rosado, bajo la que estrenaba la Virgen camisón y enaguas en los que iba bordado en hilo de oro “Reina de San Pablo”. Las religiosas cistercienses del convento de la Encarnación le habían regalado un rosario que igualmente llevó. La imagen había recibido asimismo los días previos una medalla con las iniciales RC (Rosario Coronada) y dos broches, uno regalo del grupo joven y la cuadrilla de costaleros de la hermandad y otro ofrenda del Seminario Menor, hermano de honor de la cofradía de la Expiración y que acompañó con su director espiritual y 16 seminaristas a la Virgen durante toda la procesión detrás del paso.

Ya en la Mezquita Catedral, a las doce, comenzó la Eucaristía presidida por el obispo, Demetrio Fernández, con la Virgen en su paso de palio de cajón en el altar mayor del templo. En su homilía, que versó sobre las relaciones de hombre y mujer y la familia, el prelado dedicó unas breves pero certeras palabras a la cofradía. “Habéis venido a la Catedral para celebrar el 25 aniversario de la coronación y recordar lo que el Papa nos ha pedido: que recemos el rosario”, les dijo a los hermanos de la Expiración. Les pidió que lo hicieran y que no pensaran nunca que el rosario “es cosa de nuestras abuelas. Es para todos, niños, jóvenes y adultos. Veréis como María os bendice y os hace sentir su cercanía”. Por ello, solicitó a la cofradía que fomentara el rosario entre sus miembros.

Al terminar la misa ya había entrado la tarde, sus primeras horas, en la ciudad, y eso se notaba en el cielo, en los colores, en el brillo del sol sobre el Patio de los Naranjos, en el que ya había más público esperando que en la temprana salida de San Pablo. A este lugar asomó la Virgen del Rosario ya con toda su candelería encendida, que es como la había tenido en la Eucaristía. Ahora también era distinta la música. La ponía la banda Amueci, de Écija, y aunque siguió el estilo clásico, serio y solemne de la hermandad, difirió en algunos momentos su repertorio del que interpreta el Viernes Santo tras el manto negro bordado en oro de la bella imagen coronada.

Así,  aunque la Virgen salió por la Puerta de las Palmas con Expirando en tu Rosario, sin que sonara el Himno Nacional, más adelante se escucharon marchas como Coronación de la Macarena y también La Estrella Sublime. Ésta cuando sobre el palio caían en gran cantidad pétalos  de flor desde una casa engalanada para la ocasión en la calle Judería, algo que también denotaba que el día era de fiesta y que el dolor de la Virgen estaba esta vez atenuado por el gozo de los 25 años de su Coronación. También en ese lugar recibió la Dolorosa el canto de la oración Salve, Madre.

Así, continuó su camino hasta el Centro de la ciudad acompañada de más gente que a la ida y llegó hasta la calle Capitulares, donde se encuentra su sede canónica y muchos de cuyos edificios estaban adornados con colgaduras, fotos de la Virgen, y gallardetes. Incluso del balcón del Ayuntamiento colgaban telas azules con el anagrama de María coronado. Atrás quedaban los sones por un itinerario en el que Amueci interpretó marchas recientes como La Expiración y El Santo Rosario de los cordobeses Pablo Martínez Recio y Alfonso Lozano, respectivamente, y clásicos como Mater Mea, Amarguras o Saeta cordobesa. Y entraba el paso de la Virgen de nuevo con su marcha Expirando en tu Rosario, poniendo así fin a una jornada llena de emociones para su cofradía en la que Córdoba rezó el rosario con una luz distinta a la que tiene por costumbre.

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