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Recuerdos junto al Señor de la Redención

Bendición del Señor de la Redención, el 5 de abril de 1992 | ARCHIVO HERMANDAD ESTRELLA

Redacción Cordópolis

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En el mundo de las cofradías 25 años no son nada, aunque pueden dar para mucho, como ha ocurrido en la hermandad de la Estrella desde la llegada de su Cristo. Por otro lado, vivir el primer cuarto de siglo de una imagen sagrada y, sobre todo, asistir a los primeros momentos en su hermandad es un privilegio que no todo el mundo tiene.

El próximo 5 de abril se cumplen 25 años de la bendición de Nuestro Padre Jesús de la Redención. Con tal motivo, EL CIRINEO ha hablado con el hermano mayor de la Estrella, el hermano número uno de la corporación de la Huerta de la Reina y el autor de la imagen del Señor que es protagonista de la efeméride. Ellos recuerdan cómo se encargó la imagen del Cristo y el día de la bendición y lo que supuso para la cofradía la llegada de su titular.

Hay que recordar que la cofradía se fundó, en 1982, en torno a la imagen de un Ecce Homo que se venera en la parroquia de la Trinidad, y que Nuestro Padre Jesús de la Redención no comenzaría a recibir culto hasta 1992. Sin embargo, ya pensaban en la hermandad en Él desde unos años antes. La Virgen de la Estrella había llegado a la corporación en noviembre de 1986 y pocos años después encargaba la junta de gobierno la imagen del Señor. Lo hizo en un primer momento al autor de la Virgen, Juan Ventura, que llegó a hacer un boceto del Cristo. Sin embargo, la historia daría un giro y no sería este imaginero quien gubiara finalmente a Jesús de la Redención.

Lo recuerda Manuel Luque, hermano número uno de la Estrella. “Miguel Ángel González Jurado estaba de aprendiz en Sevilla con Álvarez Duarte y vimos un modelo de Cristo que tenía hecho y nos gustó muchísimo más que el de Ventura y cambiamos de idea y se le hizo el encargo a él”, cuenta. Eso ocurrió en 1989. Así, el Señor de la Redención “nació” en una habitación de la calle Rocío, en el barrio de Triana, que es donde vivía González Jurado mientras estudiaba Bellas Artes y tenía un pequeño taller a finales de los años 80.

El autor explica que lo comenzó a modelar en barro “sin ningún tipo de intención, estaba deseando hacer Cristos y Vírgenes, y una de las veces que vinieron los de la hermandad, que eran amigos míos, les gustó tanto que el encargo me lo hicieron a mí”. La talla ya se llevó a cabo en Córdoba en un taller que el imaginero tenía cerca del Museo Arqueológico. Manuel Luque recuerda que durante el proceso de hechura del Señor la gente de la hermandad visitaba mucho el lugar de trabajo de González Jurado.

El resultado fue un Cristo “dulce, sereno, muy influenciado por la línea clásica sevillana, un Cristo profundo, hacia dentro, obra primeriza pero de buen nivel espiritual, y anatomizado entero”, según lo describe su autor. Para él, el Señor de la Redención supuso “el comienzo del camino, el sueño que comienza a hacerse realidad”. Era una persona que vivía “por y para el arte y la máxima ilusión del mundo era ser imaginero”, así que “se mezclaron ilusión, entusiasmo, ganas, miedos, dudas, felicidad... Además era una cofradía a la que ya se le veía la proyección que iba a tener, que iba a ser una buena cofradía, se juntó todo”, rememora González Jurado.

El momento de la bendición el 5 de abril de 1992 en la parroquia de San Fernando fue algo histórico y creó ya mucha expectación. “Lo más bello fue verlo dentro de la iglesia, porque desde que vimos el boceto hasta que se le encargó y González Jurado lo talló fue un proceso lento”, señala Manuel Luque. “La bendición de la Virgen fue más íntima, vivida entre menos personas, fue una experiencia distinta, con el Cristo ya había un barrio involucrándose”, pues la hermandad se había trasladado a la Huerta de la Reina en diciembre de 1987. “Fue la misma ilusión que cuando la Virgen pero más compartida”, relata Luque.

El Señor iba vestido con túnica morada lisa y adornaban el altar jarras con claveles rojos y un monte de la misma flor y algunos iris morados a los pies del Cristo. El encargado de la bendición fue Antonio Evans y las madrinas de tal acontecimiento las Hermanas de la Cruz. Hoy domingo 2 de abril se recordará y celebrará el aniversario de tal hecho con una misa solemne a las doce de la mañana en la parroquia de San Fernando, que está previsto que sea celebrada por el vicario episcopal de la ciudad de Córdoba, Jesús Poyato, y concelebrada por varios sacerdotes que han tenido vinculación con la cofradía de la Estrella.

El Señor tuvo una acogida magnífica en la hermandad, en el barrio de la Huerta de la Reina y en toda Córdoba. Miguel Ángel González Jurado cuenta que se sintió “muy satisfecho” de ello porque “lo que quieres es que tus imágenes encajen y que cumplan con la función para la que están hechas, que alimenten espiritualmente a la gente”, así que siempre ha estado “muy contento de ver que la imagen tenía y tiene devoción”.

El actual hermano mayor de la Estrella, Juan Rodríguez, considera que “la llegada del Señor a la hermandad le dio un impulso fuerte”. En su opinión, “los momentos más importantes junto al Señor han sido muchos durante los años que lleva procesionando y sin procesionar, pero los mejores son los que vive uno con Él a solas cuando va a rezarle y a pedirle”.

No obstante, cree que fue decisivo, “aunque al principio hubo una pequeña discordia, el aprobarse que el primero que saliera por las calles de Córdoba fuera Él y no la Virgen”. El hermano mayor de la Estrella considera que “posiblemente, si hubiéramos decidido que saliera la Virgen de la Estrella, a lo mejor no tendríamos paso de misterio todavía”. La primera estación de penitencia fue truncada por la lluvia el Lunes Santo de 1996 y la hermandad tuvo que esperar a 1997 para ver al Señor por las calles de Córdoba junto al misterio que también es obra de Miguel Ángel González Jurado.

Fue ése sin duda uno de los momentos cruciales en la historia del Señor de la Redención en su hermandad como también la llegada a la Catedral durante el Vía Crucis Magno de la Fe. Pero para el hermano mayor son especiales “todas las estaciones de penitencia y cultos, y el Vía Crucis de este año para cualquier hermano de la hermandad es un hecho histórico que los mayores de la hermandad no volveremos a ver posiblemente. A mí se me formó un nudo en la garganta que era difícil de aguantar”, dice. Y es que la ocasión no era para menos, la hermandad celebraba 25 años de su titular... y que sean muchos más.

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