Un yacimiento único gracias a las obras de una carretera: un gran centro de producción de aceite de la Bética romana
La Bética fue una de las provincias más ricas de Roma gracias a dos materias primas fundamentales: todos los recursos metalúrgicos de Sierra Morena y el aceite de oliva. El material se producía al sur de Hispania y se distribuía hacia Roma a través del río Betis, hoy Guadalquivir.
La importancia de la producción de aceite de oliva de origen bético fue tan espectacular que en Roma existe una colina, el monte Testaccio, fruto de esa importación. Durante siglos, las vasijas que contenían el aceite de oliva y que no se podían reciclar eran arrojadas a un vertedero que acabó formando una montaña. En la Bética quedan abundantes testimonios de esa producción. Solo en la provincia de Córdoba se han encontrado 66 almazaras romanas. La comarca más productiva fue la actual Subbética (que a día de hoy sigue produciendo los mejores aceites de oliva del mundo), donde se han localizado 26 almarzas romanas. Pero hasta que la Junta de Andalucía decidió construir una carretera para mejorar el acceso a Priego de Córdoba no se descubrió un edificio único, un gran centro de producción de aceite de oliva.
En las inmediaciones del Cortijo de los Cipreses, en Priego de Córdoba, las obras de la variante de la carretera A-333 sacaron a la luz un yacimiento arqueológico singular: una almazara romana del siglo I después de Cristo, que rompe con los esquemas tradicionales de este tipo de instalaciones. Este complejo no estaba vinculado a una villa o un núcleo poblacional, sino que funcionaba de manera autónoma en torno a una calzada romana principal, un hecho sin precedentes en la región. El informe arqueológico de esta excavación de urgencia acaba de ser publicado en la revista Antiquitas de Priego de Córdoba y está firmado por Ángel Rodríguez, Julia Rodríguez y Carmen Jódar, arqueólogos de Gespad Al Andalus SL; y por Macarena Bustamante-Alvarez, profesora de la Universidad de Granada.
La estructura del yacimiento
La almazara se encuentra organizada en terrazas adaptadas a la topografía de la ladera. El eje central del conjunto es una calzada romana que conectaba las distintas áreas de producción, destacando por su pavimento de piedras irregulares y bordillos bien definidos, evidencias de su uso intensivo como vía de transporte.
Entre las áreas excavadas, sobresalen tres espacios clave:
- El torcularium o zona de prensado, con una plataforma elevada, suelos de opus spicatum y canales diseñados para recoger el aceite.
- La cella olearia, una zona destinada al almacenamiento del aceite producido.
- La sala de contrapesos, donde se han identificado restos de los mecanismos hidráulicos que facilitaban el prensado, una innovación tecnológica notable para la época.
La almazara destaca por su sistema hidráulico, con canalizaciones y depósitos que aseguraban el suministro de agua, esencial para el funcionamiento del complejo. Este diseño permitió optimizar los procesos de producción, desde el lavado de las aceitunas hasta la limpieza de las instalaciones.
Aunque se trata de una instalación de carácter productivo, algunos espacios presentan restos de pintura mural, evidencia de un cuidado estético que no era común en este tipo de edificaciones. Además, se hallaron escalinatas monumentales que conectaban las distintas terrazas, reflejando una planificación arquitectónica meticulosa.
Un modelo único en la Bética romana
En la provincia de Córdoba se han documentado múltiples almazaras romanas, pero el caso del Cortijo de los Cipreses destaca por su localización estratégica junto a una calzada principal. Esto sugiere que el complejo no solo servía como centro de producción, sino también como un nodo logístico clave para el transporte de aceite hacia mercados más amplios. La anchura de la calzada sugiere que podría tratarse de un vial principal, de la conexión entre Córdoba (Corduba) y Antequera (Antikaria), o quizás de uno de los accesos a las dos grandes ciudades romanas de la zona de la que se tiene constancia: Carcabuey (Ipolcobulcola) y Fuente Tójar (Iliturgicola).
Los expertos apuntan que la conexión con la red viaria romana podría haber permitido su integración en el sistema comercial del aceite bético, un producto que gozó de gran prestigio en todo el Imperio Romano. La Bética era conocida como una de las principales regiones productoras de aceite en el Imperio. Las ánforas encontradas en Roma y otras ciudades importantes del Mediterráneo evidencian la magnitud de las exportaciones de aceite bético. Este hallazgo en Priego de Córdoba refuerza la idea de que el aceite no solo era un producto esencial en la economía romana, sino también un símbolo del desarrollo tecnológico de la época.
¿Una antigua posada romana?
Otra de las hipótesis planteadas por el equipo de arqueólogos pasa porque este centro no fuera solo de producción, sino que también formara parte de la red oficial de posadas de las vías romanas, en concreto una statio o mutatio entre Iliturgicola (Fuente Tójar) e Ipolcobulcola (Carcabuey), en el pagus o villa de Priego. Es decir, uno de esos espacios en el que los viajeros podían parar a descansar, a tomar un refresco, a cambiar de animales o a reparar las ruedas de sus carros.
A pesar de su relevancia arqueológica, el futuro del yacimiento es incierto. Las obras de la carretera han sido desviadas temporalmente para proteger el sitio, pero aún no hay un plan definitivo para su conservación y puesta en valor. Los investigadores insisten en la importancia de preservar este testimonio único de la industria romana, que podría convertirse en un referente cultural y turístico para la región.
El descubrimiento de la almazara romana en el Cortijo de los Cipreses representa un avance significativo en el conocimiento de las infraestructuras productivas de la Hispania romana. Su carácter monumental y su vinculación con la red viaria subrayan la capacidad de los romanos para integrar tecnología, comercio y sostenibilidad en un modelo que sigue fascinando siglos después.
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