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Sierra Boyera, primer embalse que se seca completamente en Córdoba

Lecho del embalse de Sierra Boyera

Alfonso Alba

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1995 es un año grabado a fuego para miles de vecinos de la provincia de Córdoba. Prácticamente hubo restricciones en todos los municipios de la provincia, salvo en la capital. La sequía fue tan extrema que los agricultores ni segaron el trigo ni el girasol, la producción de aceite de oliva se desplomó, no hubo agua para los regantes y los ayuntamientos tuvieron que cortar el agua durante varias horas al día para evitar que los embalses se secaran. A pesar de ser recordado como un año catastrófico, en 1995 no se llegó a vaciar completamente ningún embalse de la provincia, aunque se estuvo muy cerca. En otoño comenzó a llover de manera tan intensa que en apenas unos meses se volvieron a llenar los pantanos.

El pasado Domingo de Resurrección, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) certificó que Sierra Boyera se había agotado. Por primera vez en 40 años se había secado un embalse en Córdoba. Y no uno cualquiera: el que abastecía de agua potable a 80.000 vecinos de 27 municipios del norte de la provincia de Córdoba. Desde ese día, el agua que se trataba en Sierra Boyera provenía de La Colada. Y es de tan mala calidad que aún no ha sido posible potabilizarla. Este lunes, la Junta de Andalucía ordenó prohibir el consumo humano de este agua, que sigue saliendo por el grifo pero que solo sirve para el aseo, para la industria y para el riego.

Sierra Boyera es a día de hoy el único embalse de abastecimiento de toda la Península que está agotado. Y lo ha hecho en primavera, que es cuando debería estar recibiendo aportes para llenarse y pasar el verano. En 1995, al final del verano, en Sierra Boyera aún quedaba un hectómetro cúbico de agua. Los vecinos del Norte de la provincia tenían racionada el agua para no agotarlo. Y no todos los municipios poseían conexiones. Los más alejados, como Cardeña, fueron los que más sufrieron, ya que sus pozos se agotaron y no tenían tuberías de conexión con Sierra Boyera. Eso obligó a llevar el agua en camiones cisterna.

El año 1995 fue catastrófico. Los embalses de regulación y de regadío casi se agotaron (ninguno se vació del todo, como ahora Sierra Boyera). Y los de abastecimiento estuvieron muy cerca. En Córdoba hay cuatro puntos clave para el abastecimiento humano: Sierra Boyera, Martín Gonzalo, el sistema San Rafael de Navallana-Guadalmellato e Iznájar. También hay municipios que recurren a sus propios acuíferos, pero desde 1995 no hay apenas población que no tenga acceso también a un embalse.

En el verano de 1995 se rozó la catástrofe. Sierra Boyera se quedó con un hectómetro, la misma cantidad de agua que había en el interior de Martín Gonzalo. Si no hubiese llovido en otoño, en Navidad directamente habría sido imposible llevar agua tanto al norte como a la zona este de la provincia de Córdoba. Al sur, Iznájar se quedó con 51 hectómetros cúbicos (al 5%) de su capacidad. Puede parecer mucho, pero la mayor parte de esta reserva era difícilmente aprovechable. Más de 200.000 personas del sur de la provincia de Córdoba sufrieron restricciones de agua. Córdoba capital resistió. Su robusto sistema de abastecimiento aguantó. El Guadalmellato se quedó con ocho hectómetros cúbicos de agua (sobre todo por que se usó para el regadío) y San Rafael de Navallana con 20 hectómetros. Puente Nuevo, que se construyó para la térmica y también para abastecer a Villaharta, El Vacar y Villaviciosa, se quedó con 17 hectómetros cúbicos.

A pesar de rozar la catástrofe, ningún embalse se vació completamente como ha ocurrido con Sierra Boyera. En 1995 aún no se había construido La Colada (se planificó entonces, al comprobar que el embalse que abastecía al norte de Córdoba era demasiado pequeño), ni La Breña II, ni el Arenoso. Tampoco funcionaba el sistema de bombeo del Martín Gonzalo, por el que es posible llevar agua directamente desde el río Guadalquivir.

Por eso sorprende que a estar alturas del año ya exista un embalse completamente vacío. La Confederación ha llegado incluso a hacer movimientos de tierras en su lecho para capturar hasta la última gota de agua antes de su agotamiento oficial. Ahora solo queda esperar al cielo, a que se nuble y a que llueva de manera abundante, algo que no parece que vaya a ocurrir viendo las predicciones meteorológicas a corto y a medio plazo.

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