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“De pronto descubrí que la UCI no era la antesala de la muerte, sino la posibilidad de volver a vivir”

UCI de Pediatría del Reina Sofía.

Redacción Cordópolis

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La vida nunca vuelve a ser la misma después de haber pasado por una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI): estos servicios hospitalarios que luchan por mantener firme el hilo de la esperanza marcan para siempre la memoria de quienes los habitan, unas veces con la fortuna de salir adelante y otras como la última estación de su existencia. El libro Narraciones llenas de vida, presentado este jueves en la Diputación de Córdoba, reúne noventa relatos cortos del primer certamen Doctor Guerrero Pabón que dan cuenta de las experiencias de pacientes, familiares y sanitarios en su paso por dependencias de atención intensiva de toda España.

El trabajo, de cerca de cuatrocientas páginas, está editado por la institución provincial cordobesa con la colaboración de la Junta de Andalucía, la Universidad de Córdoba, la Agencia Sanitaria Alto Guadalquivir, el Colegio de Médicos cordobés y el Hospital de la Cruz Roja de Córdoba, entre otras instituciones. “El objetivo de este proyecto es mejorar la atención integral en la UCI a través de vivencias reales ocurridas en ellas, aprender de los errores y mantener las buenas prácticas realizadas desde el punto de vista del personal que trata y cuida al paciente ingresado, del propio enfermo y de los parientes que han convivido con todos ellos”, subraya el médico intensivista Emilio del Campo Molina, que es el coordinador del libro.

“De pronto descubrí que la UCI no era la antesala de la muerte, como yo pensaba, sino la posibilidad de volver a vivir”, escribe María Amparo Olivares en un capítulo titulado “Un camino a la esperanza”, y en el que cuenta el tratamiento que recibió su marido tras sufrir un infarto. Y añade: “Todo enfermo que pasa por allí, por un motivo o por otro, está grave: ésa es la amarga realidad; pero la parte positiva es que, gracias a los cuidados intensivos que reciben los pacientes cuando sus vidas penden de un hilo, son capaces de ir venciendo las adversidades que se presentan y la enfermedad se va alejando poco a poco hasta convertirse en un vago recuerdo”.

Los relatos que agrupa Narraciones llenas de vida son en verdad un catálogo de supervivencia, un ejemplo de superación humana ante las zancadillas fatales del destino, un homenaje al tesón de los profesionales sanitarios que empeñan sus esfuerzos y sus desvelos en curar y en dar cariño y ternura en momentos muy difíciles. Porque, cómo seguir viviendo cuando a tu hijo pequeño le amputan las dos manos y parte de sus dos piernas por una sepsis fatal, cómo levantarse cada mañana si tu chaval adolescente encuentra el fin de sus días después un accidente en una competición de motocross, cómo comunicarle a una madre que su pequeña no ha superado un episodio crítico y que ya nunca la va a volver a abrazar. “Dónde va la vida cuando se queda prendida a una pérdida tan devastadora”, se pregunta Encarnación Corral Pulido en la pieza titulada “Diario de una enfermera”.

El hilo argumental de los textos es doble, porque retratan el músculo de la medicina intensiva al tiempo que dan la pauta del componente humano de quienes trabajan en una UCI. El doctor José Carlos Igeño recrea en “La mochila” cómo interioriza un sanitario su desempeño laboral en este tipo de servicios hospitalarios y cuenta en tercera persona la reflexión de un facultativo al salir de una guardia dura: “Y por enésima vez pensó en esa parte que nadie conoce de la UCI, ésa que él y sus compañeros se llevaban de vez en cuando a casa, y en lo difícil que era compartirla... y en cómo iba creciendo el peso de esa mochila”.

Justo en este punto, en la necesidad de profundizar en la humanización de los Cuidados Intensivos, insistió el consejero de Salud y Familias, Jesús Aguirre, durante la presentación del trabajo literario. “Tenemos que encontrar un punto medio entre la efectividad y la afectividad: tenemos que curar, y también tenemos que dar alivio humano, cariño, consuelo, cercanía a los pacientes y a sus familiares. Ése es nuestro reto”, señaló el consejero.

A pesar de que los noventa relatos narran historias descarnadas y desgarradoras el mensaje que queda en el lector al acabar el libro es de esperanza. Carmen Prieto firma el capítulo “Mi historia es la de una superviviente de la UCI”, y escribe: “Si algo aprendí con la enfermedad es que el tiempo no es eterno y que en cualquier momento nos puede tocar el turno de mirarla a la cara. Porque la enfermedad cambia las reglas de juego: es esa amenaza exterior que no podemos controlar”. Ella misma puntualiza que la gran lección que uno aprende en Cuidados Intensivos es que nunca hay que dejar de luchar: “En ese 'box' aprendí que existen días que te dan alegrías, otros que te dan experiencias y otros, que son los malos, que te enseñan a vivir. Aprendí que hay partidas que hay que jugar hasta el final, porque las batallas se ganan o se pierden, pero todas hay que pelearlas”.

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