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¿Qué pasó con los dos detenidos que hicieron huelga de hambre en la cárcel de Córdoba?

Panorámica de la prisión de Córdoba | MADERO CUBERO

Manuel J. Albert

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En septiembre, dos presos de la prisión provincial de Córdoba se pusieron en huelga de hambre. En principio, querían denunciar la situación en la que se encontraba uno de ellos, enfermo de VIH en fase muy avanzada, hepatitis crónica, linfoma y con una discapacidad del 74%, según informó en su momento la Asociación Pro Derechos Humanos.

Tras casi 20 días, este preso con múltiples patologías abandonó la huelga de hambre. Su compañero lo haría días mas tarde. Casi tres meses después, el Gobierno explica su versión de los hechos a través de una respuesta parlamentaria a los diputados socialistas María Jesús Serrano y Antonio Hurtado.

El gobierno detalla que los presos protagonistas de la protesta respondían a las iniciales E.C. y G. W. El interno E.C., enfermo de sida, se puso en huelga de hambre el 11 de septiembre como protesta por su no excarcelación por razones de salud. Cesó en su actitud el 23 de septiembre. Por su parte, G.W. inició una huelga de hambre el mismo día en solidaridad con su compañero y en protesta por el trato dispensado en el Centro Penitenciario de Córdoba. Interior indica que finalizó la huelga el 29 de septiembre.

E.C. había ingresado en el Centro Penitenciario de Córdoba el 19 de mayo, procedente del Centro Penitenciario Puerto Santa Maria 1 donde, según el Ministerio del Interior, protagonizó “múltiples incidentes regimentales y antecedentes de clasificación en primer grado de tratamiento”.

Por otra parte, el Gobierno informa de que G.W. había ingresado en el Centro Penitenciario de Córdoba el 28 de diciembre del año pasado, procedente del Centro penitenciario de Madrid VII, y que entonces se encontraba en segundo grado de tratamiento. Pero arrastraba un largo historial de conflictos. “Es un interno que ha protagonizado múltiples incidentes de carácter muy grave y cinco huelgas de hambre en los últimos cinco centros penitenciarios en los que ha residido”, subraya la respuesta parlamentaria.

En cuanto a la huelga en sí, Instituciones Penitenciarias indica que “ambos internos fueron controlados a diario desde el primer día de huelga, manteniendo un adecuado control de constantes (tensión arterial, frecuencia cardiaca, temperatura, saturación de oxígeno y glucemia capilar)”. En todas las exploraciones y controles realizados se les encontró “conscientes y orientados, hidratados y con una auscultación cardiorrespiratoria normal, dando como resultado una exploración física sin hallazgos patológicos, sin sudoración profusa ni fetor cetónico”.

Por último, el Gobierno justifica la no excarcelación de E. C. Este interno fue valorado en la Junta de Tratamiento del 14 de septiembre. En ese encuentro, su solicitud de libertad condicional por cuestiones de salud “no fue aceptada ya que no presentaba un mal pronóstico a corto plazo y sus capacidades delictivas no se encontraban mermadas por sus enfermedades”, concluye el Ministerio del Interior.

Por su parte, G. W. terminó siendo encerrado en una celda de aislamiento tras abandonar su huelga de hambre. El Gobierno subraya que no se debió a esta protesta sino a su “inadaptación penitenciaria” que le ha supuesto, además, volver a ser considerado un preso de primer grado.

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