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En paro, sin recursos ni futuro y ¿feliz?

Participantes en el café científico sobre la felicidad organizado en la Universidad Loyola Andalucía. | FOTO: MADERO CUBERO

Manuel J. Albert

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La Universidad Loyola Andalucía organiza un café científico en el Día Internacional de la Felicidad

Hoy es el Día Internacional de la Felicidad. Lo dice la Asamblea General de las Naciones Unidas. “Consciente de que la búsqueda de la felicidad es un objetivo humano fundamental, la Asamblea General decide proclamar el 20 de marzo Día Internacional de la Felicidad”, redactó la ONU el junio pasado. La fecha se celebra en los seis continentes para los más de 6.000 millones de personas. Y si nos cabía alguna duda, nos lo confirma Google, lo expande Twitter y lo recuerda pesadamente Facebook.

¿Qué es la felicidad? Difícil pregunta. José Antonio Muñiz tarda un largo segundo en buscar la respuesta. “Bueno, hay unos parámetros de plenitud vital que nos la indican. Un bienestar social, vital, emocional y espiritual que nos hace valorar el estado de la felicidad individual o colectiva”, señala este profesor investigador de Comunicación en la Universidad Loyola Andalucía. Muñiz ha protagonizado esta mañana un café científico en Etea donde ha explicado a sus colegas modos y formas de garantizar un mayor bienestar. “La felicidad es algo que puede ejercitarse. Debemos estar predispuestos a ser felices, al optimismo, a tener objetivos e ilusiones”, afirma el experto.

Pero vamos a ver. Seamos serios. Vivimos en un país de seis millones de parados. Millones de ellos ya no tienen recursos ni prestaciones ni perspectivas de futuro. ¿Pueden ser felices? Según Muñiz, sí. “Ni el dinero garantiza la felicidad ni la falta de dinero la desesperación. Es cierto que las circunstancias exteriores son importantes, pero hay gente en el paro feliz; y gente con trabajo, infeliz”. Lo que el experto ha hecho ver a sus alumnos de hoy es que, esa forma personal de cuidarse uno a sí mismo, preservando la felicidad interior, es una garantía de supervivencia ante los malos momentos. “Eso te va a hacer luchar y seguir adelante para conseguir cambiar las cosas”, sostiene.

¿Y podemos aplicar esos principios a la colectividad? “Desde luego”, termina Muñiz. “Esta forma de pensar es extrapolable a una familia, una empresa, una universidad o un país entero. Solo hay que ejercitarse un poco”.

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