Paco, cordobés de 31 años con coronavirus, cuenta su experiencia: “He estado muy fastidiado”
Paco Bermudo es uno de los más de 200 cordobeses que han dado positivo por Covid-19. Vive y trabaja en Madrid –donde se contagió del virus– y fue uno de los muchos españoles que huyó de la zona cero de la pandemia en territorio nacional, antes de la declaración de estado de alarma en la que se encuentra el país. “Me vine el miércoles 12, con mascarilla, guantes y toda la protección que pude. La situación no era la que es ahora. No sabía si lo tenía o no, pero comenzó el teletrabajo y en Córdoba vivo solo y en Madrid comparto piso”, cuenta. Fue uno de los primeros cordobeses sometido al test de SARS-CoV-2 que dio positivo, unas cifras que han ido creciendo día a día y que siguen aumentando en toda la provincia, habiéndose cobrado la vida ya de seis cordobeses.
Fue ese mismo miércoles cuando llamó al número facilitado por las autoridades sanitarias andaluzas para solicitar la prueba a domicilio. Al día siguiente un equipo de tres sanitarios “vestidos de astronautas” llamaba a su porterillo. “Me senté en una silla en la puerta de la casa y me metieron un bastoncillo largo por la garganta y otro por la nariz”. Después le indicaron que, por protocolo, se tendría que deshacer él mismo de los guantes y mascarillas usados para la prueba. A los tres días le confirmaron el positivo. Le comunicaron que el seguimiento sería diario, sin embargo, y fruto de la saturación que vive el sistema ahora mismo, hasta el viernes pasado no se pusieron en contacto con él para ver qué tal evolucionaba y comprobar que había cumplido la cuarentena y el aislamiento específico.
“Me encuentro bastante mejor que cuando empecé con esto. Al 70-75%, sin fiebre, sin dificultad para respirar y bastante normal dentro de lo que cabe”, afirma. Él tiene 31 años, es joven y no está dentro de los denominados “grupos de riesgo”, ya que, además, no cuenta con ninguna patología previa. Gozaba de una salud perfectamente normal. Sin embargo, el coronavirus lo ha atacado fuerte. “He estado realmente fastidiado, no hasta el punto de la hospitalización, pero muy fastidiado”.
Los primeros síntomas vinieron acompañados de desconcierto. No sabía lo que le estaba pasando. “No tengo ni idea de cómo me contagié. A saber. Me empecé a encontrar mal y no sabía lo que era, buscaba información y me preocupaba. Llegué a tener miedo”, narra Paco ya desde la perspectiva de la recuperación. “He tenido un cansancio y una fatiga que jamás había experimentado. La sensación de ahogo es la de un peso en el pecho que te impide respirar, o como cuando subes a una montaña o a un sitio alto”.
Además, lo que más le ha llamado la atención es la pérdida de los sentidos del olfato y el gusto. Una anosmia y ageusia transitoria que los científicos indican como uno de los síntomas del virus. “La comida no me sabe a nada. A absolutamente nada, solo siento el tacto en la boca”. La Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía y Cuello (Seorl-CCC) ya recomienda incluir la aparición reciente de alteraciones de estos sentidos dentro de la sintomatología del Covid-19. Otra de las características de la sintomatología del virus es la ausencia de mucosidad. “He tenido la nariz totalmente seca estos días, es una de las cosas por las que sabía que no tenía una gripe”, afirma.
Paco lleva desde aquel miércoles de hace dos semanas sin ver a nadie ni salir de su casa. Su madre le deja las bolsas de comida en la puerta de su casa y él luego las recoge, evitando hasta el contacto visual.
Seguramente, a principios de la semana que viene vuelvan aquellos sanitarios vestidos de astronauta a su casa y le volverán a meter esos bastoncillos por la nariz y por la garganta. Si el resultado es negativo, como espera, tendrá que empezar a contar dos semanas más de aislamiento donde todavía puede contagiar.
Mientras tanto, Paco, usted, desocupado lector, y yo esperaremos en casa.
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