Mujer y cofrade (II): Carmen Lopera, primera hermana mayor de Córdoba
Después de siglos de historia de las hermandades cordobesas en los que los hombres rigieron sus designios, en 1992 una mujer asumió el cargo de hermana mayor por primera vez en la ciudad. Era Carmen Lopera, más conocida en el mundo cofrade como Meli Lopera. Ella tuvo la valentía de presentarse a unas elecciones en junio de ese año sin existir precedente alguno y su hermandad fue igual de valiente al elegirla para que la dirigiera. Esa cofradía fue la de Nuestra Señora del Socorro (de Gloria).
Meli conocía muy bien a la corporación y mejor aún a su titular. Había nacido en la casa que linda con la ermita y “desde que tenía cuatro o cinco años me bajaba cuando iban a cambiar a la Virgen de vestimenta para coger al Niño Jesús”, cuenta a EL CIRINEO esta mujer que ahora es hermana, además del Socorro, de la Soledad de Santiago, del Rocío y de la Esperanza. Las cofradías son una de sus pasiones.
La idea de presentarse a hermana mayor se la dio alguien de su entorno. “Me encendió la luz de que había que dar un paso adelante, que las mujeres también podíamos y lo hice”, recuerda Meli, a quien tras ser elegida le dio cierto miedo. Más de una vez ha confesado que en un primer momento sintió como si la Cruz Guiona se le cayese encima, pero luego pensó que “si mi vecina -como llamaba cariñosamente ella a la Virgen del Socorro- me decía que tenía que ayudarla y representarla, ¿cómo le decía yo que no?”.
Además, lo que iba a hacer era trabajar por la hermandad como lo había hecho durante tantos años colaborando con juntas de gobierno y como camarera de la sagrada imagen. Antes de ser hermana mayor ella ya preparaba a grupos de niños del barrio para hacer la Primera Comunión y tenía coros también de chiquillos que le cantaban a la Virgen y que llenaban la ermita.
Su mandato fue bueno, según cuenta, aunque se encontró con alguna piedra en el camino que ella prefiere no recordar y a la que quita importancia, porque Meli es muy positiva y optimista. “Le decía a la Virgen que yo ponía mi voluntad y que Ella pusiera lo demás, y todo ha salido bien”. Pero ella no se arroga todo el mérito. “La hermandad me ayudaron a subirla personas de junta y otras de fuera que colaboraron”, señala. Para ello se rodeó de “veteranos para que hubiera madurez y de gente nueva y joven con ganas de trabajar que entendían de hermandades”. Además, recuerda que tuvo apoyo de la Agrupación de Cofradías y que no hubo reparos por parte del Obispado.
Entre las cosas que hizo en su mandato se encuentran la “celebración del tercer centenario, además empezamos a organizar el pregón del Socorro, también implanté que a las doce del mediodía repicaran las campanas y se rezara el Ángelus...”, rememora. Y tuvo la satisfacción de ver que cada vez iba más gente a los cultos de la hermandad. “Dimos a conocer mucho a la Virgen, que antes era más en La Corredera y San Pedro y entonces se dio a conocer en toda Córdoba”, comenta.
Al pasar los cuatro años, el párroco de San Pedro le dijo que siguiera otros cuatro más pero, por motivos laborales (era auxiliar de enfermería en el Hospital Universitario Reina Sofía), dijo que no podía seguir porque no sabía si podría responder como hasta el momento lo había hecho.
Meli Lopera siempre tendrá la satisfacción de haber abierto camino a otras muchas mujeres. Siendo ella aún hermana mayor del Socorro llegó la primera dirigente de una cofradía de penitencia: Marisa Marcos en la Agonía en el año 1995. Y es que, en opinión de Meli, “una mujer dirige una hermandad igual que un hombre” como han demostrado después otras hermanas mayores en las cofradías de la Esperanza, la Virgen de la Cabeza, Ánimas, Villaviciosa, Vera Cruz o Amor.
A todas ellas, cuando Meli las ha conocido, les ha dado la enhorabuena por su designación y las ha felicitado por lo bien que lo estaban haciendo. Y cuenta que les dice de broma: “yo soy la que abrió la puerta, si no, tú no entras, así que me alegro de que esto vaya avanzando y se vaya propagando”.
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