Lourdes Castro ya tiene una casa donde vivir con sus hijos sin miedo a que la echen
La mujer iba a ser desahuciada de su propia vivienda que ocupaba tras un desalojo anterior por no pagar su hipoteca
Lourdes Castro y sus dos hijos ya duermen en una casa sin miedo a que vayan a ir en cualquier momento una comisión judicial a desahuciarla. La Junta ha cedido un piso y ya tienen sus llaves en régimen de alquiler social en el que ella y sus hijos puedan vivir. “Estamos muy contentos por esto. Entre todos y juntos sí que se puede”, dijo recordando uno de los eslóganes que suele repetirse en las concentraciones de Stop Desahucios, plataforma que le ha prestado apoyo durante más de un año.
El segundo desahucio al que se veía abocada Lourdes derivaba del juicio al que la llevó la nueva dueña de la vivienda, una empresa luxemburguesa especializada en comprar de saldo inmuebles y que adquirió la humilde casa de Lourdes en una subasta del Banco Santander.“Yo no quiero verme otra vez desahuciada y en la calle”, decía hace dos semanas. Rafael Blázquez, uno de los portavoces de Stop Desahucios ha puesto a Lourdes siempre como ejemplo por su entereza y decisión de lucha. “Ella fue la primera en Córdoba que ocupó una vivienda, la suya, y optó por resistir con la ayuda de todos”.
“Si se hubiese aprobado la Iniciativa Legislativa Popular que presentamos y que prohibía los desahucios y promovía la dación en pago y los alquileres sociales, ahora no estarímos aquí y no estaríamos ocupando oficinas bancarias para forzar negociaciones entre los afectados y las entidades”, recordaba Blázquez hace unos días. “Exigimos que las administraciones den una solución a Lourdes y le ofrezcan una vivienda, ya sea la suya u otra, para que pueda vivir en ella”.
El juez consideró en sus sentencia que la mujer reside con sus dos hijos de forma ilegal en esa vivienda de la que fue expulsada oficialmente el 19 de octubre de 2012 por impago de una hipoteca de 72.000 euros. Lourdes acudió a Stop Desahucios cuando su caso ya estaba muy avanzado y la orden de desalojo ya pendía sobre su cabeza. Y es que, de los 72.000 euros que la familia pidió en 2005 al banco de Santander hipotecando su propia casa para reformarla, solo pudieron hacer frente a los primeros 12.000 euros.
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