VUELTA A UCRANIA
“Volver a vivir bajo las balas”: del refugio cordobés a la vuelta a Ucrania
Hace poco más de seis meses que comenzó la guerra en Ucrania y que los primeros refugiados empezaron a llegar a Córdoba. La mayoría mujeres con hijos o padres enfermos. Madres de familia que tuvieron que dejar a sus maridos, padres y hermanos en el país en guerra y que han decidido regresar.
En Córdoba, una buena parte se han vuelto a Ucrania, según ha contado a Cordópolis, Anna Kostyuk, una ucraniana asentada en Córdoba desde hace más de 20 años. Los que se quedan en la ciudad son pocos, y lo hacen “porque no tienen dónde quedarse en Ucrania”. El problema es, con independencia de la situación de cada una, hay lazos que se quedaron atados al país de origen.
Así, los familiares que la mayoría de las refugiadas tienen en su país son el billete de vuelta a su país. “Están volviendo poco a poco porque tienen familias, padres enfermos o maridos que necesitan su ayuda”, explica Kostyuk, una de las voluntarias más activas a la hora de acoger refugiados de Ucrania en Córdoba.
Y es que, como confirman los datos ofrecidos por la Subdelegación del Gobierno a este medio, la mayoría de refugiados que han solicitado la protección temporal en la provincia han sido mujeres. Con un porcentaje del 65% las mujeres superan a los hombres, que han sido, un 35%. Los hombres, claro, son quienes hacen la guerra. Las consecuencias, las pagan toda la población.
Estas mujeres han venido acompañadas de sus hijos, o algún familiar enfermo, según ha detallado Anna, y han sido alojadas en un hotel, lo cual no es la situación ideal para según qué núcleos familiares. “Vivir en un hotel es complicado para una madre con niños”, explica la voluntaria, que afirma que, aunque agradecen disponer de alojamiento y comida, la mayoría de estas mujeres carecen de ayudas económicas tampoco tienen “ningún tipo de ingresos”.
“Han pasado seis meses y no tienen para comprar un cepillo de dientes”, dice Kostyuk, que apunta a que esta situación es, también, la que les obliga a “intentar vivir su vida de antes pero bajo las balas”.
Porque, además, en caso hallar un trabajo, eso implicaría tener que salir del alojamiento facilitado. Según explica Anna: “Por poco que trabajes, te quitan del hotel, y si ganas 300 euros tampoco puedes irte a un piso porque no te llega para el alquiler”. Una situación que se agrava para quienes tienen hijos a su cargo. “Por mucho que encuentre un trabajo, para mantener una madre sola, por ejemplo, a tres hijos necesita un buen sueldo”, resume la voluntaria.
Por otro lado, aunque la siguen teniendo si lo reclaman, la ayuda por parte de la población no es tan continua como al principio. No obstante, Kostyuk defiende que los cordobeses se siguen volcando con ellas: “La gente si se le pide, ayuda con gusto”. Aunque esta ayuda no contrarresta la situación económica que están viviendo y la voluntaria reconoce que casi todas las semanas se produce un camino de vuelta.
En el caso de Anna no tiene a ningún familiar que haya tenido que pasar por esta situación porque todos se quedaron en su país. Lo único que conoce es a quienes abandonan Córdoba al despedirse. “Solo nos dicen adiós, gracias por todo pero nos vamos”. Un adiós que duele, pero que duele menos que regresar a un país de devastado pero en el que siguen vivos los lazos familiares y el recuerdo de la vida tal y como la conocían antes de febrero de 2022.
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