Del dembow a la electrónica: mucho más que rumba y sevillanas en la Feria de Córdoba
“El mundo ha evolucionado, estamos en el 2024 y es completamente necesario que la Feria, aparte de tener sus tradiciones y su música tradicional, abarque también el estilo musical de la gente actual”. La opinión la suelta a bocajarro David Power, un dj cordobés que llevan pinchando desde los años 90 en clubes de toda España y que también lo hace en la Feria de Córdoba.
No hablamos de alguien que pinche rumbas, sevillanas o flamenquito ligero. David se ha hecho un nombre por su eclecticismo musical, pero principalmente por su acercamiento a la música electrónica. Y eso es precisamente lo que pinchará este martes en la Feria de Córdoba, una fiesta que se distingue del resto de festejos de las capitales de provincia por la libertad musical que se permite en algunas de sus casetas, capaces de regatear a la fórmula que especifican las mismas bases.
¿Qué dicen las bases de la Feria de Córdoba? Bueno, hay dos cuestiones relativas a la música. La primera, que para montar una caseta, cualquier asociación o hermandad, debe poner “música de sevillanas, rociera, tradicional cordobesa, copla o clásica en cualquiera de sus estilos”. Lo hace sin especificar que sea algo estricto y exclusivo. La segunda cuestión que recogen las bases, y esta si es restrictiva, es que “en el horario de medio día y hasta las 17 horas, la música de ambientación será exclusivamente de sevillanas, rociera, copla y cantes tradicionales andaluces”.
El debate, en punto muerto
Por ese subterfugio, la Feria de Córdoba lleva casi dos décadas arrogándose una personalidad musical más cosmopolita que sus pares de Sevilla o Jerez. Como con las Cruces de Mayo, está mucho más cerca del modelo abierto de Granada, en el que las sevillanas no son un contrato firmado con sangre, sino un elemento distintivo que tampoco es que se orille, ni mucho menos (de hecho, Córdoba batió en 2012 el récord Guiness de parejas bailando sevillanas de forma simultánea).
Este modelo de libertad musical no ha estado exento de polémicas. En 2008, el Ayuntamiento, entonces dirigido por Rosa Aguilar (IU) llegó a sacar dos bases distintas: uno para las casetas tradicionales y otro para las llamadas Discocasetas. Y durante el Gobierno de José Antonio Nieto (PP), se llegó a hablar de la obligatoriedad de fijar un mínimo de sevillanas, rumbas o fandangos por cada hora de música que se escucha en las casetas del Recinto Ferial, al igual que ocurre con la publicidad en las televisiones.
Este debate, que llegó a recuperar el PSOE hace dos años, parece en un punto muerto en estos momentos, en los que la Feria de Córdoba es más noticia por el bajo número de casetas que por lo que pueda sonar o bailarse en ellas. Y hablamos de muchas horas de baile. Aproximadamente 140 o 150 horas de música en cada caseta, cientos de miles de canciones, de músicos de hoy y de siempre.
Espacio para todos
Ante una Feria tan larga como la de Córdoba, que se va a los nueve días de fiesta, la figura del dj es casi un elemento de distinción. Pinchadiscos hay prácticamente uno por cada caseta (en algunas, todo sea dicho, ya manda el algoritmo), si bien hay unas pocas que apuestan por una programación con nombres y apellidos, haciendo de la selección musical parte de su oferta estos días.
Así es como se contrata a djs como David Power para pinchar. Lo hará el martes. Aunque este mismo viernes recomienda una fiesta de un colectivo llamado 14007 en la que sonará dembow y música urbana. “Yo creo que es súper importante que haya algo así, tanto como la música electrónica, que voy a pinchar yo por ejemplo el martes, porque con ese tipo de fiestas generamos un espacio para los niños queer de la ciudad, por ejemplo”, señala el dj.
Lo dice alguien que, además, es amante de lo tradicional. “Yo voy a ir a caballo el miércoles a la Feria vestido de traje corto con gente del club hípico, y voy a estar en una caseta de Sevillanas. Y el día antes iré vestido de calle a pinchar música electrónica. O sea, es que se puede convivir con las dos culturas perfectamente”, reflexiona el artista.
La crisis en las casetas alternativas
Esa idea la recoge Iriene Ussuru, de la pareja de selectoras Ussuru Sound, que ha cerrado varias pinchadas en la Feria este año. “A mí me gusta lo tradicional por el día. Me gusta vestirme de gitana y bailar sevillanas con mi familia, es algo que me encanta. Pero, a la hora de ocio, de juntarme con mi gente, sí que estoy más a gusto en mi ambiente”, cuenta la artista.
Su ambiente es el de casetas como El Aspa, Juan XXIII o El Cotarro, eso que muchos llaman las “casetas alternativas”, y que apuestan por una programación musical más ecléctica. Y no es que sean muchas más. De hecho, como ocurre con la Feria en general, son cada vez menos las casetas de este espectro.
“Este año hemos perdido la CNT. Y casi perdemos Juan XXIII si no la llega a coger El Chino (se refiere al gerente de Ambigú Axerquía), y El Aspa igual, también la llevan este año otras personas”, explica Irene Ussuru, que cuenta que, a la hora de prepararse una sesión de Feria, su método es distinto a cuando pincha en un club o festival. “La fórmula es simple: temazo tras temazo. Hay que llevar la carpetita bien cargada de música más bailable aún de lo que ya ponemos”, resume una selectora que siempre apuesta por combinar ritmos africanos, caribeños, jamaicanos y folclore de la tierra.
David Power coincide con ella a la hora de preparar un set estos días: “En una caseta siempre el público es variopinto, entonces te tienes que adaptar un poco más a la hora, a la gente que haya y al entorno donde estés haciéndolo. Se mira más a la pista de baile”.
Con la pista de baile en la cabeza, de hecho, Irene se atreve a decir cuál va a ser su tema de la Feria este 2024. Y no, no es el que se espera de cualquier feria de Córdoba, una cita que, por su fecha, siempre sirve de laboratorio para las canciones del verano. Nada más lejos, sin embargo, de la carpeta de Irene: “Me voy a hartar de poner el tema de Califato 3/4 con el Negro Jari y La Cebolla. Es una versión de Lola Flores y a la gente le encanta”.
Una canción, por otra parte, que resume a la perfección lo que ofrece musicalmente la propia Feria de Córdoba: tradición y modernidad en convivencia, con una mirada capaz de llegar a todos los públicos.
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