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Córdoba capital tiene más agua embalsada ahora que el año pasado

Embalse de San Rafael de Navallana

Alfonso Alba

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Este martes, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, lanzaba la voz de alarma: según sus cálculos, capitales como Sevilla, Málaga o Córdoba tiene “escasamente agua para un año o menos de un año” porque “hay una parte del agua que no se va a poder utilizar”, de modo que, si no llueve en las próximas semanas habrá ciudades enteras donde habría que racionalizar el agua“ hasta que se efectuaran obras de eficiencia. Pero los cálculos del presidente del gobierno andaluz contrastan con una realidad: Córdoba capital tiene, por poco, más recursos hídricos embalsados a estas alturas de año que en la misma fecha del 2022.

A diferencia del resto de grandes de capitales de Andalucía, el abastecimiento de agua a Córdoba capital es uno de los más robustos de España. A finales de los años noventa, el entonces alcalde, Rafael Merino (PP), se negó a seguir la orden del presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, de aplicar restricciones de agua en Córdoba capital, como se estaban imponiendo en el resto de ciudades andaluzas. Merino sostuvo entonces que en Córdoba no hacía falta, que había agua suficiente y que sería alarmar de forma innecesaria a la población. Chaves, por su parte, que era un gesto de solidaridad con el resto de andaluces.

Merino pudo mantener el pulso por lo mismo que ahora Córdoba capital es la población andaluza mejor preparada para una sequía: Sierra Morena y los embalses del Guadalmellato y San Rafael de Navallana, que están conectados entre sí. Estos pantanos se construyeron, además, sobre una cuenca con escasa presión. En un radio de 30 kilómetros apenas hay poblaciones que reclamen su recurso y tampoco hay regadío. Los acuíferos y arroyos de esta zona de Sierra Morena desembocan alegres en unos embalses que además están bien dimensionados.

Ese es uno de los motivos por los que a fecha de 18 de octubre haya más agua en el Guadalmellato y en San Rafael de Navallana que el mismo día del 2022. Entre ambos reservan un total de 99,8 hectómetros cúbicos. El año pasado por estas fechas eran 99,5 hectómetros. Entre medias, la zona ha sufrido otros 12 meses de intensa sequía.

Los dos embalses están conectados entre sí. El Guadalmellato se construyó, principalmente, para regadío. A finales del siglo XX se levantó aguas abajo San Rafael de Navallana. Su objetivo: dar de beber a Córdoba capital. Los excedentes del Guadalmellato acaban en Navallana, que tiene además una pequeña estación de bombeo para impulsar agua desde el Guadalquivir cuando baja crecido. Por eso, la reserva de agua ha bajado en el Guadalmellato pero ha subido mucho en Navallana. Así, el año pasado en el Guadalmellato había 55,7 hectómetros cúbicos de agua y ahora 41,5 hectómetros. Pero es que Navallana ha pasado de 43,8 a 58,3.

Compuertas abiertas el domingo

Tanta agua hay que este fin de semana se abrieron las puertas del Guadalmellato para un riego de emergencia en la cuenca. Es de los pocos embalses de toda la cuenca del Guadalquivir que se lo puede permitir. Aunque la Confederación no quiere desembalsar demasiado, para evitar futuros problemas.

Este miércoles, desde la Empresa Municipal de Aguas de Córdoba (Emacsa) no se quiso desmentir al presidente de la Junta. Emacsa siempre ha sido prudente a la hora de cuantificar cuánta agua queda. Este miércoles insistían en que quedaba agua para un año. Pero el consumo en Córdoba capital no es tan alto.

Según sus propias cifras, los cordobeses se beben cada mes unos dos hectómetros cúbicos de agua. Esos son los recursos que necesita toda la ciudad, contando el llenado de piscinas, el riego de jardines, los lavados de coches y las fábricas. Es decir, al año, Córdoba necesita 24 hectómetros cúbicos. Contando con que no lloviese, la ciudad tendría agua garantizada para más de tres años. Incluso podría resistir cuatro, pero siempre se cuenta con que lo que hay en el fondo de los embalses no se puede beber ni tampoco potabilizar, como ha ocurrido en Sierra Boyera.

Esta situación, de hecho, contrasta con lo que ocurre en el norte de Córdoba. 80.000 personas dependen de un embalse, Sierra Boyera, que se ha secado, y de otro, La Colada, que está contaminado. También con los problemas en el Alto Guadalquivir, donde en el Martín Gonzalo quedarían algo más de dos hectómetros cúbicos de agua, es decir, suministro para unos meses. Pocos problemas se prevén también en el sur, con un embalse como Iznájar que a día de hoy retiene 140 hectómetros cúbicos de agua.

No obstante, hay zonas de la ciudad de Córdoba con problemas graves. Son aquellas que no están conectadas a la red de Emacsa. Es el caso de la urbanización de Las Jaras (que es suelo urbano consolidado) y de todas las parcelaciones irregulares construidas en la ciudad. Las obras, desarrolladas sin permiso, no contaron ni con sistema de alcantarillado ni de abastecimiento, en muchos casos. Emacsa habilitó fuentes y muchas viviendas dependen de pozos. Pero la sequía ha esquilmado acuíferos y ahora hay zonas donde es imposible tener agua para algo tan básico como darse una ducha. Pero este es un problema diferente.

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