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Josefina Escobar, la letrada pionera que tuvo que pedir permiso para estudiar Derecho

Josefina Escobar del Rey la primera abogada que hubo en Córdoba

Juan Velasco

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Josefina Escobar del Rey confesó en una entrevista que si fue pionera en la abogacía cordobesa y española fue “por vocación a mi carrera” y “porque las hojas del almanaque corrieron demasiado”. La abogada, nacida en 1930 en Villaviciosa, falleció este lunes en Jerez de la Frontera a los 89 años. Con ella se fue una audacia que para ella, sin embargo, no tuvo nada que ver con el feminismo, aunque su tesón acabara inspirando a cientos de mujeres que la sucedieron.

Escobar recordaba con bastante viveza el revuelo que se formó el día que hizo historia. “En vez de mirar al tribunal o al reo, me miraban a mí, como si fuera un bicho raro”, rememoraba la primera primera mujer que ejerció la abogacía en la provincia de Córdoba y la segunda de toda España. Era mayo de 1958 y defendía a un reo de desacato a la autoridad. Aunque el juicio acabó en sentencia absolutoria, la noticia estaba en la joven que, con 28 años, había optado por ejercer la abogacía, una profesión de hombres.

Eso lo sabía Escobar bien. Era tan de hombres que tuvo que suplicar a su padre, un próspero labrador de Villaviciosa convertido en fiscal durante la guerra, que le permitiera estudiarla. Su familia, de hecho, ya la había matriculado en Farmacia, aunque ella insistió hasta convencerlo. Se licenció en la Universidad de Granada en el año 1954. Era una de las dos únicas alumnas de su promoción. Se las podía ver rodeadas de hombres en la orla que colgaba en la pared de su casa y que mostraba a los periodistas que la entrevistaron a lo largo de su vida.

Entre la facultad y la colegiación ejerció de pasante del abogado, fiscal y juez Francisco Poyatos, hasta que tomó la determinación de ejercer como abogada, a pesar de que no era su pretensión inicial -en aquel entonces las mujeres no podían ser jueces ni fiscales-. Una vez pasados los nervios de aquel debut, Escobar tuvo que perseverar para ganarse el respeto de sus compañeros y durante 20 años fue la única abogada de Córdoba.

Para ello tuvo que utilizar algunos trucos, como poner solo la inicial del nombre en sus tarjetas y en la placa del despacho que tenía en la calle Góngora. La letrada acabó especializada en derecho civil y de familia, e hizo historia cuando ejerció como abogada en la primera nulidad matrimonial de la historia de Córdoba en un caso, además, bastante notorio: la relación marital se disolvió ante la iglesia cuando se probó que el padre había violado a su hija y la había obligado a casarse con su novio.

Fue uno de los miles de casos que llevó durante su carrera esta abogada pionera, que recibió por su labor la Medalla al Mérito de la Orden de San Raimundo de Peñafort, y también practicó la docencia en diversos centros educativos. Todo ello manteniendo unas firmes convicciones que la alejaban de teorías feministas, con las que reconocía que no comulgaba. “He defendido lo que ha sido justo, lo mismo para el hombre que para la mujer. No soy partidaria de los malos tratos, ni de que arrinconen a una mujer por serlo. Cada uno tiene su puesto y su función en la sociedad. Cada uno desempeña su fin”, afirmó una vez la abogada, que, fiel a las contradicciones propias de ese almanaque al que aludía, sentenció en otra entrevista que “la igualdad se inicia cuando la formación de la mujer avanza”.

“Por vocación” o por lo que fuera, ella abrió un camino que posteriormente siguieron otras abogadas cordobesas. Todas ellas serán objeto de un homenaje este viernes 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora, en el Colegio de Abogados de Córdoba, coincidiendo también con el 250 aniversario de su fundación.

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