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#Heroínas sin capa | Psicóloga: “Puedes mostrar cercanía sin tener que tocar a alguien”

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María Hidalgo

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Establecer rutinas, evitar la sobreinformación o aceptar que cualquiera tiene días malos son solo algunos de los consejos que el gremio de los psicólogos ha dado a la ciudadanía para hacer frente al confinamiento de la mejor manera posible. Pautas recomendables y útiles para todos, pero que muchas personas necesitan acompañar de asistencia y apoyo psicológico, por lo que se hace esencial la labor de profesionales como Desirée Caballero, una psicóloga cordobesa que trabaja en Cruz Roja y que es miembro del Equipo de Repuesta Inmediata en Emergencias (ERIE) de intervención psicosocial.

Su equipo, como todos los que se reparten por el territorio nacional, está preparado para dar apoyo humano y psicológico a los afectados por accidentes de tráfico o catástrofes mayores, como inundaciones o incendios. Situaciones que, aunque de emergencia, se alejan mucho de una pandemia y de las condiciones de intervención que esta impone, por lo que la reestructuración ha sido “obligatoria”, cuenta Desirée.

Como en tantas profesiones, la emergencia sanitaria ha hecho que tenga que adaptar su rutina de trabajo a la excepcionalidad de la situación y a las nuevas necesidades de una ciudadanía confinada, por lo que ahora se dedica a asistir telefónicamente a personas vulnerables ante el coronavirus, una de las labores que contempla el plan Cruz Roja Responde.

Asistencia telefónica a personas vulnerables

Esa primera asistencia, basada en “escuchar y reconfortar”, se realiza a personas mayores y a otros voluntarios de la organización. A los mayores, por ser los más vulnerables frente al virus y frente al confinamiento, ya que muchos lo viven solos, con miedo y sin sentirse útiles. “Sienten que no están haciendo nada, cuando realmente están haciendo una barbaridad con quedarse en casa y aguantar la situación”, cuenta Desirée.

A los voluntarios, porque puede ser asfixiante enfrentar la situación a nivel personal y a nivel de voluntariado, más incluso cuando ha pillado a todos “desprevenidos y sin antecedentes sobre cómo actuar”. Pero también por los sentimientos de “culpabilidad” que se generan en los voluntarios que han tenido que dejar de serlo por motivos familiares o personales. Así, las llamadas sirven para hablar sobre cómo están viviendo estas semanas y las situaciones que les han podido “sobrepasar”, así como para trabajar esos sentimientos de culpa por no poder seguir ayudando.

En ambos casos, “la respuesta está siendo muy buena, ya que ellos lo reciben como ayuda”, cuenta. Muchas de las personas a las que llama están pasando el confinamiento solos y “sienten que el apoyo social o familiar ha desaparecido”, aunque solo sea físicamente, por lo que se está haciendo mucho “hincapié” en que ese apoyo se perciba. Además, en el proceso, Desirée también recibe el apoyo de muchos de ellos.

“Nosotros estamos ayudando, pero yo también me siento ayudada”

“Nosotros estamos ayudando, pero yo también me siento ayudada”, cuenta, ya que al escucharlos y hablar “con cariño”, muchos se interesan por ella y el cariño se acaba volviendo recíproco. Algo que podría parecer difícil debido a la barrera que supone la falta de contacto, pero que se salva a través de la modulación de la voz. “Puedes mostrar cercanía sin tener que tocar a alguien”, asegura Desirée, aunque sigue echando en falta poner cara a las personas que se encuentran al otro lado del teléfono.

A pesar de esas limitaciones y de la cantidad de personas que están sufriendo los efectos del coronavirus, la situación actual supone un aprendizaje e incluso se convierte en una experiencia bonita para Desirée, que puede ayudar a otros a la vez que descubre “nuevas herramientas y perspectivas”, ya que nunca había atendido por teléfono.

Colaboración en otros ámbitos

Además, su labor durante el estado de alarma no se termina con esas llamadas. Desirée también es formadora en algunos cursos online que se imparten desde Cruz Roja, tanto para sus trabajadores y voluntarios habituales, que necesitaban pautas e información para seguir realizando su labor, como para voluntarios nuevos, cuyas solicitudes se han multiplicado desde el principio de la crisis sanitaria. “La respuesta de la población ha sido increíble”, cuenta Désirée.

Aunque puede ocuparse de las llamadas y de estos cursos desde casa, evitando exponerse a contagios, muchos días se pone al pie del cañón y acude a la sede de la organización en Córdoba, donde se siguen ofreciendo algunos servicios presenciales a pesar de los límites de intervención. Así, Desirée participa en el reparto de vales de supermercado a personas que lo necesitan, una labor que aumenta su exposición a contagios, pero que es “un poco obligatoria”. “Si ayudas durante todo el año, cómo no lo vas a hacer cuando hace falta”.

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