#Héroes sin capa | Vendedor de prensa: “Me siento como una especie de faro con la luz encendida”
Aunque cerca de un cuarto de los puntos de venta de prensa de Córdoba y provincia han cerrado durante el estado de alarma, el quiosco de Luis Mariano César no es uno de ellos. Este cordobés, que lleva 37 años en el oficio y es presidente de la Asociación Profesional de Vendedores de Prensa de Córdoba (Aveprenco), sigue garantizando todos los días que los vecinos del barrio puedan comprar la prensa, un bien de primera necesidad durante estos días de incertidumbre y confinamiento. Además, se ha ofrecido a hacer repartos a domicilio a aquellos clientes que, por su edad, prefieren quedarse en casa.
Como todos los vendedores de prensa, Mariano comienza su jornada antes de que amanezca. Ahora que los bares de su alrededor han tenido que cerrar por la emergencia sanitaria, su quiosco es uno de los primeros comercios en empezar a funcionar. “Me siento como una especie de faro con la luz encendida”, cuenta Mariano, que todos los días abre sus puertas cuando las calles aún están oscuras y, como ya es costumbre, vacías. Incluso más vacías que durante el resto del día, pues el confinamiento ha atrasado los despertadores de algunos y ha cambiado la rutina de otros, que ya no tienen que desplazarse al trabajo, a la universidad o a la cafetería.
Al igual que estos, Mariano ha cambiado su rutina laboral durante el estado de alarma. Ahora, su tradicional quiosco en la avenida República Argentina, esquina con Medina Azahara, solo abre por la mañana, ya que “las ventas se concentran en esa franja horaria”, cuenta Mariano. Aunque las medidas de confinamiento permiten salir a comprar prensa, muchos de sus clientes habituales son personas mayores que han decidido quedarse en casa y evitar exponerse a contagios, ya que algunos forman parte del grupo de riesgo ante el coronavirus.
Reparto de prensa a domicilio
A fin de permitir que estas personas no tengan que correr el riesgo de salir a la calle y, a su vez, puedan seguir leyendo el periódico o la revista, Mariano se ha ofrecido a hacer repartos a domicilio a los vecinos que se lo pidan. Una propuesta que han agradecido muchos de sus clientes porque, además de preferir no salir a la calle, “no se desenvuelven bien con Internet” y no pueden acceder a la información online.
Así, la única dificultad que está encontrando en el reparto es el horario. La hora a la que comienza su jornada, a las 6:30 de la mañana, no es la mejor para llamar a un porterillo, pero “la prensa es perecedera” y acostumbramos a leerla temprano, por lo que a las 13:30, cuando cierra el quiosco, ya es bastante tarde, por lo que intenta buscar un término medio. Y muchas veces puede contar con la ayuda de otros clientes, que aprovechan su camino a la frutería o al supermercado para llevar el periódico a otros vecinos.
Aunque este esfuerzo sirva para mantener parte de las ventas, estas se han desplomado a la mitad o, en artículos como los coleccionables, un 90%. Una situación que se añade a los efectos que ya sufrían los vendedores de prensa desde la crisis de 2008, que ahora tendrán más incidencia, y al auge de la prensa digital en pos de la escrita, que se ha visto acrecentado por necesidad de quedarse en casa y por la iniciativa de muchos medios que están ofreciendo acceso integro y gratuito a sus publicaciones online durante el confinamiento. “Aunque los gobernantes dicen que es de primera necesidad, desgraciadamente cada vez lo es menos”.
A pesar de todo, su quiosco sigue abierto y los ingresos, de momento, le permiten hacer frente a los gastos y “resistir” en estos tiempos de incertidumbre. “La vida sigue, las deudas están ahí y hay que pagarlas. Dentro de la desgracia, somos afortunados porque se nos permite trabajar”, concluye Mariano, que seguirá abriendo sus puertas cada mañana y atendiendo a sus clientes, siempre con las medidas de prevención adecuadas y la voluntad de seguir adelante.
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